Industria del chip, oportunidad para México / Claudia Corichi

El conflicto armado en Ucrania abrió otro frente de batalla entre las potencias por la hegemonía económica y el control del comercio. Occidente se apresuró a imponer una cascada de sanciones contra Rusia y ésta reviró cerrando gradualmente el suministro de gas a Europa, un insumo vital para empresas y hogares.

Las amenazas y sanciones mutuas han distorsionado más la economía mundial resultando en un aumento consistente de la inflación de la que ningún país ha salido librado. Taiwán y China son los grandes productores de chips o semiconductores, pero la guerra y el cierre de actividades por los rebrotes del Covid, junto a una mayor demanda, trastornó las cadenas globales de suministro.

Estados Unidos ha reaccionado a esa crisis. La administración Biden envió al Congreso un proyecto de ley de chips que se aprobó a finales de julio; contempla una inyección de 50 mil millones de dólares para fomentar su producción y la investigación y desarrollo de la próxima generación de tecnologías de chips. La mitad de esos préstamos tienen como destino subsidios y préstamos para construir instalaciones para fabricarlos.

El más reciente capítulo de una larga tensión comercial con Asia, en particular con China, obedece a que Estados Unidos se encontraba en una paradoja: era líder en el diseño de chips, pero no en su producción, por eso se busca disminuir la dependencia de una cadena de suministro que consideran una amenaza para la seguridad nacional de EU.

La industria de los semiconductores se ha vuelto indispensable desde hace una década; la batalla se concentra en el desarrollo de una nueva generación destinada a la computación cuántica, la inteligencia artificial y armas no convencionales. Se estima que un auto requiere aproximadamente cuatro mil chips para ser ensamblado y cuando China tiene problemas de suministrarlos, el sector lo resiente. Su escasez también ha incrementado los tiempos de entrega de productos electrónicos, electrodomésticos y equipo médico.

En su visita a nuestro país, el secretario de Estado, Antony Blinken ofreció a México unirse a este ambicioso plan que pretende hacer un clúster en América del Norte. La oportunidad es única pues se trata de desarrollar un nicho que ya es clave en varios sectores económicos, además de evitar la fuga de cerebros diversificando el mercado de trabajo en la rama tecnológica, como ya ocurre con la aeronáutica en el corredor industrial de Querétaro.

La relocalización de fábricas y el nearshoring se convierten en un área de oportunidad por las ventajas competitivas que acarrea. Aprovechemos la oportunidad bilateral y convirtámoslo en un motor de crecimiento económico, empleo y desarrollo para el país.

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