La democracia chiapaneca en decadencia / Hector Estrada

Bien dicen por ahí que el poder y la fama efímera no corrompen, simplemente sacan a la luz la peor parte de las personas, y en Chiapas los casos que ejemplifican a la perfección este precepto parecen haberse encrudecido con el pasar de las últimas semanas y el reciente transitar de los tiempos electorales.
Las decisiones soberbias y determinaciones descontroladas por la ambición de poder han cobrado ya factura a varias figuras públicas de la política chiapaneca, donde «de plano» la falta de propuestas convincentes y confiables tiene al electorado más que desencantado con los candidatos que les han impuesto.
En los partidos políticos locales sobran los ejemplos, con líderes aferrados a las políticas de servilismo y estrategias de autodestrucción sistemática como Carlos Palomeque Archila, o el malamente popularizado Enoc Hernández Cruz con sus tantos desaciertos.
El primero se ha apoderado por la fuerza de un partido que hoy luce vacío, ya sin figuras destacables y prácticamente con presencia simbólica en el plano electoral, mientras el segundo se promueve sólo, con acciones más cercanas a las ocurrencias desagradables que al oficio de la política misma.
En el Congreso de Chiapas «también se cuecen habas». Ahí la soberbia, la paranoia y la falta de coherencia sobran a montones. La disputa entre los legisladores y candidatos a diputados federales ha sobrepasado todo límite de civilidad y respeto a las instituciones.
El incómodo currículo político y las vinculaciones de Emilio Salazar con personajes y bochornosos hechos del pasado siguen siendo sus principales enemigos; son los lastres que están minando su campaña en busca de la diputación federal.
Sin embargo, en la guerra por el Distrito IX (el único con tintes de verdadera contienda) quien más parece haber perdido es Alejandra Soriano. En su afanosa urgencia por ganar terreno ha perdido toda proporción en su actuar legislativo y sus formas de hacer política.
En Soriano Ruiz parece aplicar mejor el precepto que dio inicio estas líneas. Envuelta en la desesperación electoral, con su habilidad para hacer uso de los «dichos injuriosos» y su facilidad para generar confrontaciones se ha ganado enemistades de manera gratuita, ha perdido credibilidad y poco a poco se está quedando sola.
Los monstruos cerebrales y los malos consejeros han creado en ella a su peor enemigo. La soberbia la ha subido en un espejismo de omnipotencia que está socavando su carrera como figura pública, desencantando a quienes creyeron en ella y hoy comienzan a marcar distancia ante deslealtades inaceptables.
Ese es el lamentable escenario electoral que hoy viste a Chiapas en la búsqueda de sus nuevos representantes populares. Un panorama que demuestra la decadencia de la «democracia» mexicana y sobre todo, el lastimoso nivel de la política chiapaneca.

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