La herencia y la bendicin de ser pescador

Sin otra posibilidad, algunos habitantes de Tonalá encuentran su sustento en esta noble profesión, otros descubren un talento que está en sus genes. Niñas y niños acompañan a sus padres a pescar, esperando, quizá, un día trabajar en lo mismo que ellos o, por el contrario, aspirando a un futuro mejor

Texto y fotos: Lucero Natarén

Ser de la costa y vivir cerca del mar no te garantiza que serás pescador, pero tampoco significa que no lo seas. Ser pescador, para algunos adultos fue una opción, debido a la falta de oportunidades en sus viejos tiempos. Ahora hay quienes tienen posibilidad de «darle un mejor futuro a sus hijos».


Cuando me toca observar a padres con sus pequeños en una canoa o una lancha, trato de imaginar qué pensará el niño: ¿será este mi destino si no estudio? O quizá, ¡Qué hermoso es estar en el mar y llevar sustento a la familia!, no lo sé, lo que sí sé es que todos somos diferentes. He visto a niñas y niños felices jugar a la orilla del mar e, incluso, ir con sus padres a pescar.


Según me cuentan, años atrás el decir -soy pescador- les daba emoción, el poder contribuir al hogar con alimento era gratificante, sentarte a la mesa y degustar un caldo de pescado o de camarón, no te hacía ser pobre, para ellos era una bendición, una riqueza.


Quienes aún tienen permisos para entrar al mar y pertenecen a las sociedades cooperativas pesqueras tienen la oportunidad de llevar aunque sea poco producto. Ellos cuentan que ya no se pesca como antes, se han visto afectados por la pesca ilegal, y por personas que buscan sólo su beneficio mientras envenenan el mar con productos que permiten una pesca «más rápida», pero que daña a las especies.


Neftalí tiene 4 niños y aprendió a pescar desde pequeño, por falta de recursos sus padres ya no pudieron darle la preparatoria, por eso tuvo que heredar ese oficio, aunque confiesa, -Dios no me deja solo-, sigue llevando el sustento a su hogar, es raro el día que no entre al Puente Capulín y mínimo se lleve una cubeta de pescados y unos cuantos camarones.


Ellos dicen que quieren darle un mejor futuro a sus hijos, pues pescar cada vez es más difícil, tal parece que se está haciendo imposible continuar con esta actividad que ejercían sus abuelos, cuentan que si observan que sus hijos no le ponen empeño a la escuela, tendrán que llevarlos al mar, hay quienes utilizan esa frase como símbolo de amenaza, «un día bajo el sol y remando les ha sido mejor que pagar un psicólogo».


Ser pescador no es cosa solo de hombres, hay mujeres que han sacado adelante a sus hijos con este oficio, además, en la costa también puedes encontrar a niñas siendo compañeras de sus padres porque les gusta el mar y comer mariscos.
Tonalá, Chiapas, está lleno de riquezas, pero igual está llena de gente trabajadora que busca un mejor futuro para su familia y si es posible, heredarles este oficio para que no queden «indefensos».

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *