La isla de San Marcos, un paraiso escondido de paisajes y pesca

Foto: Lucero Natarén

La playa de Puerto Arista no es el primer destino en el que pensamos mi familia y yo cuando se trata de relajarnos. Les presento este lugar

Lucero Natarén / Aquínoticias

Enclavado a aproximadamente 45 minutos del municipio de Tonalá, Chiapas, entre las comunidades de Cabeza de Toro y Boca del Cielo (desvío carretero Tonalá-Puerto Arista), se encuentra un estero denominado Isla o Barra de San Marcos. En dicho estero convergen las aguas del mar vivo (Océano Pacífico) y el llamado mar muerto.

Foto: Lucero Natarén

En este sitio viven especies de peces como mojarras, pargos, lisas, y mariscos como jaibas y camarones. Estos últimos, como parte de su ciclo de vida regresan a las aguas vivas, escape que solía ser un problema para los pescadores, lo cual fue solucionado y aprovechado a través de una compuerta.

Dicha compuerta tiene la función de evitar el aumento de nivel del mar muerto, pero principalmente dificulta que los camarones adultos caminen a la libertad, de esta forma pueden ser cosechados por los pescadores locales, quienes viven de este oficio.

Foto: Lucero Natarén

Para llegar a la isla de San Marcos es necesario realizar un viaje en lancha hasta las playas del estero donde se pueden apreciar manglares y aves acuáticas que habitan en el lugar. No obstante, para mi familia y para mí es una historia distinta. Nosotros podemos llegar por tierra a través de los terrenos privados de personas conocidas.

«Me dejan las llaves en la casa cuando regresen», suele decir el «tío», apelativo con el que se conoce al dueño de las tierras aledañas al estero, un señor que ya cuenta con aproximadamente 70 años de edad y que por una simbólica cuota nos permite la estancia en sus terrenos, siempre y cuando no dejemos salir a sus vacas y que nos llevemos nuestros residuos al partir.

Foto: Lucero Natarén

La ventaja de llegar por tierra es que se puede llevar en un vehículo lo necesario para realizar un picnic al aire libre: Garrafón lleno de agua de limón, ollas, cucharas, sal, condimentos, recipientes, cerillos, y por qué no, un asador de carnes. ¡Nada como disfrutar lo que para mí es lo mejor de la tierra y lo mejor del mar!

-Aunque he de confesar que siempre terminan olvidando los cerrillos y que mi abuela nunca olvida su rastrillo para darle una limpieza profunda al lugar-.

Hablando de comida del mar, esta debe ser fresca. Mi padre es el de los dotes para la pesca. Provisto de su atarraya, instrumento de su oficio pasado, atrapa pescados, los suficientes para que todos comamos hasta quedar saciados. -Su lema es que, aunque estén vacíos los bolsillos, si se tiene llena la panza, se es rico-. También atrapa jaibas, lo cual se convierte en una faena, pues hay que esquivar las tenazas y volverlas capturar cuando intentan huir de la olla.

Miren que el lugar es dadivoso, que ni siquiera uno se debe preocupar por leña. Como bien reza la frase del oso Baloo, del filme de Disney El Libro de la Selva, «si buscas lo más esencial, mamá naturaleza te lo da».

Foto: Lucero Natarén

Hablando del lugar, este ofrece paisajes únicos, una serenidad que no se encuentra en muchos sitios, y qué decir de lo inigualable que es sentir la arena en los pies. Aunque como todo lugar, existe su lado salvaje, peligroso. En sus aguas nadan cocodrilos, por lo que nadar no es posible, menos pensar en acampar.

Este es el estero, la barra, la isla de San Marcos, un lugar de escape del ajetreo citadino, de las cargas de la vida diaria, que se disfruta en soledad, pero que en compañía de la familia es mejor.

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