La izquierda en Mexico agoniza, asegura Marichuy

Foto: Daniel Villa

La aspirante presidencial indígena propone tumbar las estructuras tradicionales de gobierno y empezar la reconstrucción desde las regiones más pobres del país

Agencias

[dropcap]M[/dropcap]aría de Jesús Patricio da sorbos rápidos al café soluble que le han servido en una taza de plástico beige. La aspirante presidencial, a quien todos llaman Marichuy, dice que las bajas temperaturas de Ciudad de México «dejarán a la vocera sin voz». Su risa rasposa apenas se escucha, incluso en el salón vacío, de techo alto, en una vieja casona de la colonia Doctores. El edificio de paredes descarapeladas es la sede capitalina del Concejo Indígena de Gobierno, un organismo que nació en la víspera de las elecciones de 2018 con una meta sin precedentes: llevar por primera vez a una mujer indígena a la silla presidencial.
Aquella propuesta ha sido recibida con cientos de burlas e insultos en los espacios anónimos de las redes sociales mexicanas. «Uno de los comentarios que más he escuchado es que las mujeres indígenas nada más sirven para limpiar casas. Es una muestra de lo que vivimos en este país, que siempre ha sido muy racista y muy machista», comenta esta mujer nahua, de 53 años, con una sonrisa burlona. Con ese mismo gesto ha respondido a un grupo de periodistas que le piden que cambie su chamarra negra de borrega por un rebozo, una especie de chal tradicional, para tomarle una fotografía. «No traigo rebozo», zanja Patricio el asunto.
La discriminación es parte de la vida de los indígenas en México, que representan el 10 por ciento de la población del país. Nueve de cada 10 personas que se identifican como parte de un grupo étnico en México se sienten discriminados por su condición, según una encuesta del Gobierno federal. Los mayores índices de pobreza y marginación se registran en las comunidades indígenas, de acuerdo con reportes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval). Las historias de maltrato e injusticia en estas comunidades se repiten año tras año. Una espiral en la que solo cambian los nombres de las víctimas y los victimarios.
La diferencia en última década, asegura Patricio, es que los casos se han multiplicado y recrudecido hasta llegar a un nivel insoportable. «Hay más represión, más muertos, desaparecidos, más encarcelados y van avanzando con más fuerza los proyectos capitalistas que van destruyendo los territorios y las aguas», dice esta especialista en medicina tradicional, que también se ha dedicado a la protesta contra la instalación de mineras y plantas industriales en las regiones donde habitan comunidades indígenas. «Cada vez se hace más difícil la existencia de las comunidades. Eso nos hace dar un paso más allá, no dar nada más otra simple declaración».
Patricio no hace referencia a una serie de estrategias de gobierno publicadas en una página web; tampoco lleva consigo un pliego de peticiones para leer en voz alta ante sus seguidores. Su propuesta de campaña es la falta de propuestas. Una página en blanco que deberá ser llenada por la «gente organizada desde abajo», algo que la aspirante repite más de una vez en sus discursos y entrevistas. «No se trata de que yo tenga que decir: «Así debe funcionar la salud, así tiene que funcionar la educación». ¿Entonces quién lo va a decir? Pues los que están abajo, los que están sufriendo. Por eso es importante la organización, porque si no hay organización, vamos a seguir en lo mismo».
Las palabras de Patricio embonarían en cualquier discurso de Andrés Manuel López Obrador, el padre fundador del partido de izquierda Morena y quien se lanzará como candidato presidencial por tercera ocasión en 2018. El empoderamiento comunitario y el fin de los Gobiernos elitistas han sido parte de sus promesas desde su primera campaña en 2006. Patricio, sin embargo, rechaza la comparación. «Es muy diferente nuestro proceso porque no somos un partido. Somos los pueblos indígenas pensando que si no nos organizamos, nos va a llevar la fregada después del 2018», apunta. «Es cuando se van a venir con más fuerza todos esos megaproyectos que se están instalando en todos los territorios indígenas y que van a afectar a todos».

Industria petrolera

Algunos de los proyectos que más le preocupan a la también activista son los que dieron arranque tras la reforma energética de 2015, que permite por primera vez la inversión extranjera en la industria petrolera mexicana desde la expropiación de 1938. «Ya hay tierras en Veracruz concesionadas para 40 mil pozos petroleros», dice Patricio. «Tampoco podemos seguir haciendo fracking, por ejemplo. Tenemos que pararle, poner un hasta aquí», agrega.
Para la aspirante presidencial, la izquierda no tiene lugar en las cúpulas políticas de México. «No está allá arriba. Está aquí abajo y está sufriendo. Está muriendo, le hace falta un antídoto, que es la organización». Patricio imagina un escenario muy distinto del habitual si ella, junto con el Concejo Indígena de Gobierno, llegara a la presidencia. «El concejo convocaría a una gran asamblea de todos y juntos revisaríamos cómo están las estructuras», detalla. «En los pueblos indígenas, un tema se discute hasta que todo se aclara y hay un consenso. No nos vamos si no hay acuerdo, así pasen uno, dos o tres días. Hay que tener paciencia para analizar y escuchar la situación». Admite que el método no será sencillo a gran escala. «Yo sé que resulta complicado, porque ya hay algo diseñado, un camino trazado, pero creo que es posible construir algo nuevo».
El sueño de Patricio tiene muy pocas posibilidades de concretarse. Para conseguir un registro como candidata presidencial, la aspirante necesita recolectar 866 mil 593 firmas a través de una aplicación para teléfono celular, que sido criticada por ella y otros aspirantes presidenciales por las fallas técnicas que presenta.

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