La orfandad perredista / Enrique Alfaro

Toda celebración para recordar la fundación de una institución debe tener como motivo principal honrar a sus iniciadores. Ayer, el Partido de la Revolución Democrática celebró el 26 aniversario de su constitución en la más grande de las orfandades.
A nivel nacional, Carlos Navarrete Ruiz, presidente del Comité Ejecutivo Nacional, encabezó laJornada Nacional a favor del Incremento del Salario Mínimo, celebración con la que se pretendió evitar la polémica generada por el abandono de las filas perredistas de sus fundadores.
Ni ex priístas como Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y Andrés Manuel López Obrador, son ya destacados militantes del partido que exigía ¡Democracia ya, patria para todos!
Ni Alejandro Encinas, ni Gilberto Rincón Gallardo, ni José Woldenberg son ya activos del partido que pretendió unir a la izquierda mexicana para hacer una revolución democrática que transformara al país. Muchos otros, como Heberto Castillo, murieron denunciando los desvíos que provocaban en la vida interna perredista las incontables y primitivas tribus.
Decepcionados por las perversiones que observaban, los más destacados cuadros perredistas, fueron dimitiendo callada o escandalosamente al partido del sol azteca. Este fenómeno, que ocupó espacios en los medios nacionales, también se vivió de manera menos estridente en los estados. Chiapas no fue la excepción.
Muchos de los viejos cuadros fundadores del PRD en Chiapas murieron lamentando en lo que se había transformado el partido que con sudor, lágrimas y sangre habían ayudado a construir. Jesús Gilberto Gómez Maza y Jorge Modesto Moscoso Pedrero, por ejemplo, fallecieron sin ser ya militantes del partido que encabezaron en sus tiempos más difíciles, cuando se enfrentaban al poder caciquil de los gobernadores priístas.
Ayer, un grupo de candidatos a las diputaciones federales, integrantes del Comité Ejecutivo Estatal y de la Mesa Directiva del IX Consejo Estatal del PRD, celebraron en Tuxtla el aniversario de su fundación. De los presentes en la mesa del presídium, muy pocos saben quienes fueron verdaderamente Gilberto y Jorge (La posible excepción es Gabriel Gutiérrez Ávila). Tal vez hayan escuchado sus nombres pero desconocen lo que ellos aportaron a la construcción del ése partido y a la democracia en la entidad. Desconocen, finalmente, que gracias a ellos (y a muchos otros que les acompañaron en su momento) hoy gozan de los pocos espacios de poder que usufructúan.
Al fallecer Moscoso, hace apenas unos meses, recordé que —junto con Gómez Maza y Jack Demóstenes Muñoz González, luego de la desaseada elección a la gubernatura en 1994—, encabezó la exigencia por una nueva ley electoral que permitiera la constitución de autoridades electorales confiables.
Luego de superar numerosos intentos de retroceso, finalmente consiguieron que se aprobara una legislación bastante imperfecta pero que permitió la verdadera ciudadanización de órganos electorales. Se dice fácil pero esta lucha fue un parteaguas en avance de la democracia en Chiapas. Los entonces dirigentes perredistas pudieron pelear por prebendas, como ahora se acostumbra, pero lograron algo más importante para sus convicciones: abrir espacios para la democratización de la vida de la entidad.
De entonces a la fecha, el avance de la oposición fue imparable, hasta llegar el momento en que el propio ex priísta, Pablo Salazar, aprovechó los errores de la ley electoral en su beneficio y llevó al poder a los partidos opositores al PRI. Luego el poder pervirtió al PRD, pero esa es otra historia.
Ayer celebraron los perredistas sus 26 años de fundación. Muy poco queda de ideales en su militancia y sí mucho de oportunismo en sus dirigencias. Celebraron en la más grande de las orfandades, evitando recordar a sus iniciadores, a quienes hicieron posible que hoy estén ahí gozando del poco poder que detentan.

Email. alfarosantos@hotmail.com / twitter: @EnriqueAlfaroS

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