Las instituciones, remora vil / Francisco Gmez Maza

México, fuera de clasificación por inmoral

Resulta que siempre sí las instituciones son las que riegan el tepache. Hace nueve años, el señor López las mandó al diablo. Y le fue como en feria. Todo el mundo del poder se le echó encima. Casi lo matan o por lo menos lo condenan a las llamas del infierno. Ahora, quien más o menos dice lo mismo, o quizá algo más canijo, es Gerardo Gutiérrez Candiani, padrino del Consejo Coordinador Empresarial, la cúpula de cúpulas de los amos del país. Los dueños de la economía. El poder tras La Silla desvencijada.
Lo declaró claro y alto el joven empresario de empresarios: Las instituciones suelen ser un obstáculo que frena el desarrollo del país. En competitividad, México, de manera recurrente, está en los peores lugares. Y las palabras de Gutiérrez retumbaron en el Foro Económico Mundial de Latinoamérica celebrado en ese maravilloso Nido de Víboras llamado Cancún, en el mero mar Caribe, donde las olas bailan chachachá, merengue, rumba, mambo y danzón…
Y otra vez lo mismo, lo deplorable, lo vergonzoso: Los mexicanos estamos por debajo de la clasificación en costos por delincuencia, pagos irregulares y sobornos (mordidas, cochupos, igualas, chayotes, peines, conflictos de interés, casas imposibles de pagar con los ingresos del ciudadano que tenga el mejor salario mensual), favoritismos en decisiones de funcionarios de gobierno, y eficiencia del marco legal para resolver disputas. Mucho desta retahíla de maldades no las dijo don Gerardo, sino este escribidor. Pero dibujan con precisión la naturaleza ético-moral de este país.
O sea que los mexicanos estamos en la clasificación que hacía de las películas, hace quinimil años, la Liga de la Decencia: «Fuera de Clasificación por Inmorales». También la hacía la secretaría de gobernación en aquellos endiablados años del terror y de las guerras sucias.
Pues sí. Y a don Gerardo no lo van a expulsar de la Coparmex porque diga cosas feas del gobierno de Peña Nieto, como esta perla: «Hoy, nuestras instituciones, en lugar de ser un factor que aliente el crecimiento económico y tener un rol de inclusión, suelen ser un obstáculo, o un impedimento, además de adquirir un papel extractivo para la sociedad». Sopas. Y no estoy defendiendo al señor López. Sólo estoy señalando que a Gutiérrez Candiani, con hablar claro y cuestionar sin ningún reparo la política, no le va a ir tan mal como al tabasqueño, quien por cierto tuvo que renunciar a sus improperios y acogerse a una de estas instituciones que mandó al demonio, como el ahora Instituto Nacional Electoral, a la cual, sin rubor alguno, este escribidor mandaría al infierno, pues no ha significado cambio alguno frente a su antecesor IFE.
Los países se estancan o fracasan, sin un desarrollo institucional que asegure los cimientos básicos de seguridad, legalidad, orden y confiabilidad de las instituciones. Sin estos pilares consolidados, seguiremos sin dar los pasos definitivos al desarrollo. Gutiérrez Candiani dixit.
Algo similar dijo, en Cancún, una funcionaria de la OCDE (qué es la OCDE, a no ser la oficina que hace el trabajo sucio de los grandes industrializados, entre ellos Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia et alteri entre los que no tengo la menor idea está México, sin saber qué está haciendo a no ser buenos negocios sólo favorables para la cuenta bancaria personal de Gurría Treviño.
Pero independientemente de las mañas del tamaulipeco, su empleada, pomposamente llamada directora del gabinete del organismo (la OCDE), Gabriela Ramos, dijo que los problemas de inseguridad y violencia, así como la falta de un Estado de derecho, limitan «los beneficios» de las «reformas estructurales» aprobadas en México. ¿Perdón? Cuáles beneficios. Hasta ahorita los mexicanos, particularmente los millones que integran la fuerza de trabajo, no sólo no han visto beneficios de las tales reformas, sino que todo ha sido maleficios.
Y aquí me quedo. Y que conste. El antisistémico no es este escribidor, sino don Gerardo Gutiérrez Candiani, presidente del CCE, donde están sindicados los amos y señores de México. Los grandes dueños.

fgomezmaza@analisisafondo.com
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