Las otras violencias contra las mujeres / Claudia Corichi

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujeres es una fecha oportuna para evaluar los avances que hemos tenido como sociedad y en nuestra legislación para erradicar este flagelo, que se suma al acoso y hostigamiento que se presentan en el entorno familiar, laboral y profesional.

Junto a las violencias física, psicológica y sexual, las de carácter económico y patrimonial son también graves y lacerantes. La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia señala que la primera tiene el propósito de controlar el ingreso de las percepciones económicas de la víctima, mientras que la segunda implica la sustracción de documentos personales o derechos patrimoniales.

La más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), ofrece datos sumamente preocupantes: en el ámbito familiar el padre ejerce en mayor medida violencia económica o patrimonial seguido de la madre; mientras que en la relación de pareja estas ofensas se ubican detrás de la psicológica.

Con datos de la Endireh sabemos que, a lo largo de su vida, 27.4% de las mujeres de 15 años y más, han experimentado estas violencias; en el ámbito laboral se presenta con mayor énfasis la violencia económica cuando a una mujer se le paga menos que a un hombre por las mismas responsabilidades, el reto aquí es cerrar la brecha salarial; mientras que en el hogar existe cuando tienen que dar cuenta a su pareja acerca de todo lo que se gasta, aun cuando sean sus propios ingresos.

La violencia patrimonial se presenta con mayor crudeza en zonas rurales al despojar de bienes o conculcarles el derecho a las mujeres de poseerlos, o bien cuando en una herencia se les otorgan casi exclusivamente propiedades a los descendientes hombres. A nivel nacional, menos de la cuarta parte de la posesión está en manos de mujeres.

Debido a la pandemia miles de mujeres fueron despedidas en sectores donde mayormente se empleaban como los servicios, el comercio y la hostelería, provocando la sensible disminución de sus ingresos. Además de que empeoró su situación financiera, se vieron obligadas a asumir solas el cuidado y la manutención de sus hijas e hijos.

Debemos enfrentar también la violencia vicaria (que se ha tipificado ya en nueve estados), que es aquella acción u omisión intencional que ocasiona daño físico o psicológico en contra de las hijas o hijos, o en la que el agresor sustrae a hijas e hijos de sus madres, amenazándolas con nunca volver a verlos.

Estoy convencida que sensibilizar a través de un cambio cultural es fundamental, pero lo es más, combatir la impunidad de estas violencias para dejar atrás tanto dolor.

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