Mar Violeta, una colectiva feminista que lucha desde la periferia

Estar en Tonalá, un municipio con Alerta de Violencia de Género, ha tenido sus retos, pero también sus victorias; la socióloga Tania Navarro Aceituno nos cuenta más en entrevista

Lucero Natarén / Aquínoticias

«Soy la suma de todas las vivencias de todas mis ancestras» –Tania Navarro Aceituno-

Tania Navarro Aceituno tiene 29 años de edad, es miembra fundadora de la Colectiva Feminista Mar Violeta, en Tonalá, uno de los siete municipios de Chiapas con Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM). En entrevista nos cuenta sobre cómo ha sido impulsar una colectiva desde la periferia.

Navarro indica que ella junto a otras tres compañeras impulsaron esta iniciativa el 8 de marzo del 2017, hace cuatro años, intentando trabajar desde la no jerarquía, llamándose Plataforma de Mujeres. «Ese 8 de marzo (…) tuvimos una buena audiencia, a partir de ese día invitamos a que más mujeres se unieran. Ahí inició la aventura y la locura«.

En entrevista, la activista feminista turula nos expresa a detalle lo que fue el proceso para llegar a convertirse en una colectiva y su labor como Mar Violeta:

¿Qué representa para ti la Colectiva Mar Violeta?

 «Es un sueño individual, es mi refugio, es un orgullo ser feminista, hacer incidencia en un pueblo de donde te formaste es una satisfacción enorme aplicar lo que aprendí de mi carrera (Sociología) ahora en mi trabajo. Para mí es mi barco de salvación, es un momento de aprendizaje, un oasis en este mundo patriarcal. También es compromiso, es responsabilidad, cansancio. Es un momento de vulnerabilidad cuando acompañas, te pones al límite cuando vas a hacer un evento, es un instante de señalamientos al ser un pueblo muy pequeño. Es este punto de partida para que otras mujeres pueden hacer comunidad».

¿Por qué Mar Violeta?

El nombre de la colectiva es resultado de que vivimos en la costa, proviene de una idea metafórica de lo que es el mar: «a veces les digo a las chicas que estamos en un buen momento, haciendo muchas actividades y la ola está arriba, pero como pasa en todo, en ocasiones baja la marea y nos dispersamos; y pues el color violeta es el del feminismo».

Tania relata que vivió en San Cristóbal de Las Casas y en Tuxtla Gutiérrez, sitios donde conoció muchos colectivos (académicos, institucionales, universitarios), sin embargo, se dio cuenta que mantenían un feminismo distinto, que no se sentía parte.

«En estos lugares donde participé, me di cuenta que mantenían un feminismo distinto, pero la verdad no en todos los momentos me sentía encajada. Ellas hablaban de un feminismo desde su territorio, yo no me sentía completa… porque tal vez a mí me ocurrían otras vivencias desde mi territorio, no me sentía complementada. Por eso en Tonalá empezamos con la idea de crear una colectiva desde la periferia».

En esas circunstancias es que nació la Colectiva Feminista Mar Violeta, partiendo de un proceso individual hasta tornarse colectivo. «Se forma desde mi experiencia, soy sobreviviente de feminicidio a una tentativa de violación. Se forma desde ese proceso de resiliencia, de cambiar el miedo de bando, de un proceso de autonomía, del amor propio. Desde ahí me doy cuenta que como yo hay más mujeres, sabía que tenía que accionar. No estaba sola, no era la única mujer que vivía violencia, a muchas mujeres les resonó».

¿Qué feminismo predomina en Mar Violeta?

«Como somos mujeres diversas, dentro de ese mismo contexto hay diferencias de todo tipo. Cada una vive su feminismo. El que a mí me gusta y con el que he estado más cercana es el decolonial y el feminismo negro, sin embargo, el que trabajamos en Mar Violeta es el feminismo de la periferia, porque no somos el centro del estado, pero hacemos un feminismo distinto del que se mantiene en el centro».

«Nos sentíamos fuera de estas prácticas con las propias instituciones. Utilizamos el término de la periferia porque es algo que nos atraviesa en común, algo que nos identifica de otras mujeres. Si le preguntas a cada chica que llega a la colectiva, cada una vive su feminismo».

¿A qué retos se ha enfrentado la colectiva desde la periferia?

Relata que les costó mucho que fueran más de 10 mujeres, pues cuando se vive en un pueblito, ciudad pequeña, como la de ella, las juzgan y etiquetan, las ubican fácilmente. Al ser de las primeras mujeres que se asumían abiertamente feministas, tuvo sus disgustos, señalamientos hacia ella y a los que la rodeaban.

«Fue complicado, cuando haces un acompañamiento te preguntan si eres una asociación, como colectiva cuántos años tienes. El adultocentrismo es un reto cuando eres parte de una colectiva joven. Hay una chica que inició con nosotros cuando tenía 9 años, también hay mujeres hasta la edad de 50, 60 años, mi mamá y la de otra compañera».

Otro de los momentos complicados, señala, es cuando se trata de interponer una denuncia y hacer un acompañamiento. «Las instituciones te cuestionan, te hacen a un lado si no tienes un título o por ser muy pequeñas tratan de intimidarte. Lo económico también es otro problema. Las instituciones son un poco más mezquinas, al ser un pueblo pequeño los chismes están a flor de piel, barreras culturales que hacen que las mujeres no denuncien casos de violencia y/o abuso».

¿Qué ha cambiado al mantener una colectiva en un municipio con Alerta de Violencia de Género?

«Mantener una colectiva en un municipio con Alerta de Violencia de Género permite visibilizar ante las instituciones que no le hacen caso a una alerta de género, que hay un respaldo dentro de la sociedad civil de las mujeres, que estamos vigilando lo que están haciendo, exigiendo, esto hace que más chicas en su momento se sientan parte, porque si una institución no les hace caso, saben que una colectiva les tiende la mano, les hace sentir un acompañamiento sororo».

La colectiva funciona como un primer módulo de atención. «Es un bien común para las mujeres, esto es diferente en un municipio donde no hay una alerta y una colectiva, o hay una alerta y no una colectiva».

«Que exista una colectiva feminista, es un gran avance para una sociedad, porque vamos a poner en la vida pública de las personas y vamos a visibilizar las violencias que existen para las mujeres. Las mujeres del mismo pueblo se sientan acompañadas. Si quizá hay algunas chicas que quieren asumirse feminista, pero por alguna razón no lo hacen, el que exista una colectiva les hará saber que tienen un respaldo».

¿Cómo conociste el feminismo, quienes han sido tus referentes en Chiapas?

El feminismo en Chiapas es muy rico, es intergeneracional, intercultural. Cuando comencé, hace aproximadamente seis años, mis referentes fueron mujeres como Karen Dianne, Patricia Chandomí, Sandra de los Santos, Karen Orduña, Banessa Gómez, mujeres que están proponiendo; actualmente las Brujas Colectiva, que están más jóvenes. Cuando yo llegué eran pocas, ahora son muchísimas más, he compartido con ellas procesos personales, colectivos, te das cuenta que todas traen algo que enseñarte.

Desde la Colectiva Feminista Mar Violeta trabajamos la pedagogía popular, donde todas aprendemos de todas, bajo las experiencias de todas. Tengo frescos esos referentes, pero pueden ser muchas más, porque cada mujer que pasa por tu vida te deja una enseñanza. «Soy la suma de todas las vivencias de todas mis ancestras».

¿Es necesario ser feminista para integrarse a Mar Violeta?

Tampoco necesariamente tienes que asumirte feminista para aceptar que estás viviendo un proceso de violencia o que lo viviste. Tampoco es un compromiso porque recibiste ayuda. Ser feminista es trabajar este valor de sororidad y de empatía con otras mujeres que tenemos que hacer para con ellas. Deben darse cuenta que no nos tiene que pasar algo para caminar juntas.

El feminismo es el derecho a decidir sobre cualquier cosa o eje en tu vida. No necesitan leer 500, 10 mil libros sobre feminismo para asumirse feministas, -esta es una pregunta que siempre nos han hecho-.

Agregó que tienen eventos próximos, pueden seguirlas en sus redes sociales, en la página de Facebook Colectiva Feminista Mar Violeta en Instagram @colectiva_mar_violeta. «Aunque no las conozcamos las necesitamos. Sean bienvenidas las que quieran integrarse».

Adelantó que tienen un picnic feminista donde hablarán del amor romántico, taller de mayor incidencia, harán círculos de mujeres, de lectura, talleres de que son los feminismos.

Quién es Tania Navarro Aceituno

 

Es activista, feminista y socióloga, ha dado talleres y consultorías a mujeres, mujeres-políticas, de la periferia, de la costa y de Centroamérica. Es acompañante aborto y acompañante victimas de feminicidio.

«Soy una mujer en un proceso de deconstrucción permanente».

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