«Nenis» y orgullosas

La falta de oportunidades y/ o el espíritu emprendedor que llevan dentro, han convertido a muchas mujeres en sus propias jefas, en lideresas y hasta en sustento de su hogar

Sandra de los Santos / Ana Liz Leyte / Lucero Natarén / Marco Aquino

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«Pásale, wero», «¿Qué te damos, mi vida?», «¿Qué es lo que busca, acá lo tenemos?» esas frases son comunes al entrar a un mercado, ni bien se está poniendo un pie adentro y las voces de las y los locatarios se escuchan con frases ofreciendo la mercancía y llamando a la clientela con una familiaridad que solo es posible en ese contexto.

Las ventas por medio de redes sociales de parte de emprendedoras no son muy diferentes. «¿Qué necesitas, hermosa?», «Ya va tu pedido, nenita», «entrego en el parque central, nenis». Cualquier mujer que haya comprado en línea con estas emprendedoras está habituada a este trato, es una forma que han encontrado las vendedoras de romper con el distanciamiento que hay por el método de compra, de hacer «click» con sus clientas.

Dana Maza, socia fundadora de «Comuna», una empresa social que se dedica a la capacitación de emprendedoras en Chiapas señala que las ahora llamadas «nenis» tienen décadas trabajando, pero que en el último año han aumentado debido a la pandemia.

La contingencia sanitaria ha ocasionado que miles de personas pierdan su empleo, las más afectadas son las mujeres, muchas de ellas son jefas de familia, quienes han encontrado en las ventas en línea una forma de obtener un ingreso.

«Para nosotras el término «neni» era algo muy común, lo utilizamos mucho para la mejora de atención de clientes, es romper el muro de la desconfianza, es una forma de hacer más amistosa y amable una venta en línea» comenta Dana.

Sin embargo, señala que ahora un grupo de personas, generalmente hombres, utilizan el término «neni» para burlarse o denostar esta clase de emprendimiento de las mujeres, esta palabra que tenía una connotación de amabilidad y empatía está perdiendo ese sentido en boca de ellos.

«Es un término que utilizamos, además, entre mujeres. Una emprendedora le llama así a su clienta mujer, cuando un hombre la utiliza pierde su significado».

Los obstáculos que tienen las mujeres que deciden emprender  tienen una carga de género, les es difícil acceder a un capital semilla, tener canales de venta, capacitación, falta de inversión y también poder formar grupos de apoyo.

Para las mujeres, sobre todo mayores de 35 años de edad y con hijos, les es difícil acceder a un empleo formal o tener un emprendimiento por las políticas de producción que tienen las empresas con horarios que llegan a rebasar las ocho horas, muchas veces sin prestaciones. Hay espacios labores que tienen la idea de que las mujeres con hijos y/o jefas de familia van a faltar al trabajo de manera constante. A esto hay que agregar la desigualdad salarial por género. Por cada 100 pesos que gana un hombre, una mujer llega a obtener hasta 36 pesos menos.

Solo el 36 por ciento de las Micro, Pequeñas y Medianas Emperesas (Mipymes) son dirigidas por mujeres, pero lo más probable es que se queden en ese estatus señala la experta en emprededurismo con perspectiva de género.

 «Las mujeres vivíamos de por sí una economía precarizada y la pandemia lo vino acentuar porque son ellas las que principalmente perdieron sus empleos formales o les disminuyeron el salario, y ahora, están buscando otras fuentes de ingreso».

Si bien, Dana Maza reconoce el carácter resiliente de las mujeres y todas las habilidades que gestionan al emprender ventas en línea, tiene mucho cuidado en no romantizar esta situación que ha nacido de la desventaja y precariedad económica en la que se encuentran.

Dice que no hay que quedarse nada más en promover y comprar los productos que ofrecen las llamadas «nenis», sino hay que exigir políticas públicas a los diferentes niveles de gobierno para que más mujeres puedan tener mejores condiciones económicas.

El factor económico es fundamental para salir de situaciones o ciclos de violencia. Por eso es urgente que se diseñen y se realicen políticas públicas integrales para disminuir la desigualdad de género.

Ser «Neni», sinónimo de felicidad y productividad

Ser «Neni», significa contribuir económicamente al hogar o bien, ser la única fuente de ingresos en las familias, satisfacer las necesidades de más personas y, sobre todo, ser productiva y con ello sentirse feliz, así lo detalla Ana Toalá, una joven emprendedora que desde hace años se dedica a la venta de diversos artículos de uso personal, además de la elaboración de postres para eventos especiales, o que realiza y pone a la venta través de su perfil de Facebook.

Ana Laura Toalá Pérez, tiene 29 años, pero se convirtió en madre cuando tenía 21, lo que la obligó a emprender para obtener ingresos propios y solventar los gastos familiares, ya que su hija de ocho años, depende económicamente de ella, al ser madre soltera.

Ana decidió comenzar con el negocio de postres hace más de cuatro años, sin embargo, también trabajaba como recepcionista, pero debido a la pandemia fue despedida y en su negocio comenzó a irle no tan bien.

«Al principio me iba muy bien pero cuando comenzó la pandemia, se vinieron muchas cosas abajo, me quedé sin empleo y nadie quería postres ya que las personas desconfiaban».

Pero mantener a una niña de ocho años, pagar renta, luz, agua, contratar internet y poder comer, la obligó a buscar otras opciones de negocio y actualmente junto con otra emprendedora se han hecho socias y venden bolsas y carteras.

«Me asocié con una persona e inicié otro negocio de bolsas, carteras, espejos y productos de catálogo».

Las redes sociales han sido aliadas para Ana Laura, quien utiliza sus páginas; Maxi postres Janny venta de postres y J&L COLLECCIÓN venta de bolsas carteras y más, para hacer transmisiones en vivo, pues por la pandemia, esto se ha vuelto una nueva forma de tener contacto con sus clientes para ofrecer y dar detalles de cada producto que vende.

«Afortunadamente vendiendo en «en vivos» y en algunas redes sociales nos ha traído beneficios, esto poco a poco empieza a agarrar el ritmo, las personas nuevamente empiezan a solicitar de mis servicios y eso me pone feliz porque sí me las he visto dura», reconoció.

Gracias a estas ventas, Ana y su hija hoy tienen un hogar y lo más elemental para vivir dignamente y aunque la pandemia ha sido el mayor obstáculo en los últimos años, juntas han sabido lidiar los obstáculos.

«Con esto de la pandemia tuve que poner internet para ella pudiera recibir sus clases en línea, aunque va en una escuela de gobierno jamás se ha quedado sin sus clases y pues eso implicó que tuviera un teléfono para ella, poder hacer tareas y tomar sus clases. Fue un gasto más, pero afortunadamente con mis ventas pude dárselo», expresó gustosa.

Se nace siendo «neni»

Laura Jacquelin Santini Reyes es una joven emprendedora, de Tuxtla Gutiérrez. Es propietaria de la marca Santini Calzado Femenino. Para ella es un orgullo ser una «neni».

«Sí, soy una neni, más que un término significa que eres tu propia jefa, la que organiza todo, la que invierte y está al mando. Este término ha permitido darle reconocimiento a las mujeres mexicanas emprendedoras, que durante años no se les dio valor o no tenían un nombre o etiqueta como tal, pero a partir de ahora las mujeres emprendedoras serán más visibilizadas como un eslabón importante dentro de la economía de México».

Tras el surgimiento del término neni y su apogeo, Laura Santini se sintió inmediatamente identificada al ser una mujer emprendedora. Ella asegura que no se hace «neni» de la noche a la mañana, sino que «se nace siendo neni», pues recuerda desde los 6 años de edad vendía accesorios y dulces en la primaria.

Narra que mientras se encontraba en 4to semestre de la universidad surgió una época de crisis, perdió su trabajo y se encontraba delicada de salud, fue en ese momento que sus habilidades de venta volvieron a relucir. Con incertidumbre, invirtió sus ahorros en seis pares de zapatos, aunque el principio de su aventura como emprendedora sus únicos clientes eran sus familiares, en dos meses se vio establecida y lista para crear su propia marca: Santini Calzado Femenino. Desde hace tres años tiene su tienda en línea.

La ahora licenciada en Comunicación por la Universidad Autónoma de Chiapas, confiesa que vender en línea no es simplemente ponerle precio a los productos y que las clientas compren. Implica retos, la incertidumbre que si te comprarán o no, si llegaran o no los productos, tener que resistir a las presiones de las clientas, inyectarle confianza a las personas mientras los pedidos llegan, buscan innovar a la hora de promover los productos y vencer a la competencia.

Además señala que al entregar sus productos, como mujer se enfrenta a riesgos de asaltos, pues las personas tras la pantalla podrían verlo como una oportunidad de hacerse de un dinero fácil, sobre todo teniendo en cuenta la crisis económica actual.

A la llegada de la pandemia, como todos los comerciantes, la «neni premium», como le dicen de cariño sus amigos, tuvo que detener su cadena de ventas. Por varios meses por el bien de su familia decidió no exponerse a algún contagio. Sin embargo, tras el susto inicial, Laura notó que la pandemia más que detener las ventas en línea las maximizó.

«Si antes tenía clientas de entre 25 a 30 de edad, ahora tengo de 15 años de edad para arriba e, incluso, señoras adultas mayores». -En otras palabras, lo que detuvo a muchos para Santini fue un boom de oportunidades-.

Cuenta que ha sido una inspiración para su familia. Su madre y su hermana también han creado sus propios negocios. Revela que su meta a corto plazo es registrar su marca y convertirlo en un empleo formal, con el cual pueda dar oportunidades laborales a otras mujeres.

«Dejemos de tener la idea de ser empleados de otros, de que vender es malo, al contrario, se aprende mucho. Leí una frase por ahí que decía: el que quiera subir, invente la escalera… y muchos están usando su escalera, pagando sus estudios, manteniendo sus gastos de la casa. El trabajo dignifica, nos hace sentir con valor, sea cual sea, siempre que sea honrado. La satisfacción de tener algo propio, nada te lo da».

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