Óscar Oliva: historia presente

Foto: Chary Gumeta

El poeta nos relata parte de su vida cotidiana; habla del tiempo, de los procesos sociales, de los viajes, del silencio que aún no puede practicar. Nos abrió las puertas de su casa y de su palabra

Chary Gumeta / Cortesía

La mañana

Cuando me levanto, cuando me despierto —porque quedo 15 o 20 minutos todavía en la cama—, pienso de inmediato en el libro que tengo que leer; por supuesto, casi siempre en el buró, al lado de mi cama, tengo el libro que leí la noche anterior, confirmo si puedo seguir con él o no; si mi espíritu está muy despierto, comienzo a platicar con mi esposa y en esos momentos puede ser una plática amorosa, e inmediatamente me meto al baño y comienzo mi actividad diaria, el trabajo de la poesía.

La vida cotidiana

Yo no tengo tiempo libre, siempre me ocupa la poesía, ya sea leyendo, volviendo a leer a los poetas que realmente me interesan en estos momentos, porque como escritor de poesía y como lector de poesía siempre estoy leyendo lo que me va a fortalecer en el momento en que estoy escribiendo; si hay una poesía que no me interesa en lo absoluto, entonces esa poesía no la vuelvo a leer.
¿Cuál es la poesía que me interesa? Me interesan los clásicos griegos, los poetas arcaicos y me interesan los filósofos presocráticos que tienen una profundidad poética, en su pensamiento y en sus obras. Mis lecturas son desde que despierto, desde que me muevo, desde que empiezo a surgir a la otra realidad; porque el dormir también es un trabajo y también es estar ocupado en otra realidad, entonces me pongo a pensar cuáles son los libros que debo ojear o de los cuales debo leer algunos fragmentos. Lo que en este momento estoy escribiendo es un libro que todavía no tiene título.

Las lecturas

Me interesan mucho no solamente los clásicos griegos, sino también los poetas latinos. Uno de los poetas que estoy leyendo a profundidad es Tito Lucrecio Caro, específicamente «De Rerum Natura». Yo creo que este libro, que los jóvenes no conocen, desgraciadamente, es un libro didáctico, es un libro en el que Lucrecio mezcla el conocimiento científico, el conocimiento humano y el conocimiento social de la época que le tocó vivir.
De los escritores actuales, quien más me interesa es Lydia Davis. Es una gran cuentista norteamericana de cuentos cortos que se acerca muchísimo a la poesía, sus textos son muy rápidos, son textos que se alejan de lo que es la cuentística tradicional. Otra escritora que leo mucho, es una poeta sueca que se llama Inger Christensen; leo y releo su magnífico libro, «Alfabeto». En fin, estas son mis lecturas; estoy siempre en búsqueda de otros autores que me sirvan para lo que estoy escribiendo en estos momentos.

El ritual de la poesía

Para escribir poesía no existe ni ritual, existe únicamente trabajo y una concepción previa de lo que quiero hacer. ¿Cómo me alimento? Pues con estas lecturas que he mencionado, con libros de historia y con libros de ciencias naturales. Me interesa muchísimo —aunque no lo entiendo completamente—, el pensamiento de los físicos teóricos, estos terribles enamorados del universo y del movimiento de las galaxias y de las circunstancias del tiempo que ni nos imaginamos qué cosa son.
Esas son mis lecturas; me preparo como se prepara un carpintero o un campesino cuando va arar a la tierra. Con esos instrumentos me siento en la mesa de trabajo donde tengo dos computadoras, una de ellas me sirve para escribir y tomar notas, y la otra me sirve para investigar. Por ejemplo, si en un texto que estoy escribiendo me aparece un artista como Alberto Durero y necesito tomar un fragmento de alguna de sus obras, y describirlas para que me sirvan de apoyo, inmediatamente utilizo la computadora auxiliar, busco a Durero y me salen cosas maravillosas de él, me voy apropiando de lo que él nos dice, porque la obra de Durero, sobre todo sus grabados, son una obra narrativa sensacional, maravillosa.

La música

Yo no catalogo si la música llamada «culta», si la música llamada «académica», la llamada «sinfónica» es más grande que nuestra música indígena, por ejemplo, o nuestra música tradicional o nuestra música romántica, no; yo estoy abierto a toda la música, por supuesto, me gusta mucho la música barroca, renacentista; me gusta mucho Bach, también me gusta mucho Agustín Lara, por ejemplo; me gusta mucho la trova yucateca —la vieja, no la actual—; me gustan mucho las expresiones que se dan en la costa de Guerrero, por ejemplo, de la música con influencia negra, de los afrodescendientes, de los afromexicanos, afromestizos. Me gustan mucho los corridos mexicanos, la música sacra, en fin, me gusta mucho el jazz y, por supuesto, el blues. Me gusta mucho el rock, ahora no escucho a los nuevos rockeros, pero tengo entendido que algunos grupos, algunas bandas son excelentes; me gusta mucho Fito Páez, en fin, yo creo que un escritor como cualquier ser humano debe de estar interesado mucho en la música, porque en la música es una de las primeras expresiones que crea la humanidad, cuando aquellos no sabían si eran monos o eran homínidos, no sabían nada cuando bajaron de los árboles en algún lugar de Tanzania, en África, con el comenzar a caminar en esos valles y en esas sabanas interminables en busca de alimentos, en búsqueda de lugares para guarecerse del tremendo calor, de las inclemencias del tiempo y también perseguidos por los animales que querían devorarlos, empezaron ellos a hacer sonidos con varas, con palos, con piedras y se crea la música, entonces la música nos ha acompañado siempre como la poesía, la danza y las expresiones plásticas.

La tecnología

Yo he utilizado las redes sociales para expresar algunas opiniones, ya sean políticas, opiniones sociales o poéticas, creo que van a tener un gran desarrollo y, asimismo, que se esté haciendo un mal uso de ellas, porque están distorsionando el lenguaje y la escritura misma en los textos que se envían. Considero que eso es lo menos importante, lo más importante de estas redes sociales es la comunicación entre los seres humanos y que, en un momento dado, esas redes sociales son capaces de hacer movimientos sociales y políticos enormes, lo vimos en la Primavera Árabe.
En la Primavera Árabe, sino se hubieran tenido los celulares y los distintos medios electrónicos de comunicación, es posible que no se hubieran podido organizar, lo estamos viendo en estos momentos en París. Sí, por supuesto entran también muchas deformaciones pero, ¿quién de nosotros no tiene deformaciones? Todos, todos; entonces, mientras más se utilicen para comunicarnos unos con otros ya sea para mandarnos un mensaje o para mandarnos un saludo —o para mentarnos la madre, eso no importa—, yo creo que esto va a continuar, se va a ir expandiendo cada vez más.

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