Pequeñas crnicas de la crisis… / Vinicio Portela Hernandez

Vestido de noche

-¡Cris, ya estás lista!- le gritaban a Cristian desde el patio sus amigas Mary y Adry, asomando la cabeza por la ventana les respondió -¡en un momento salgo par de locas!- y con una carcajada dibujada en su rostro se siguió maquillando. Para Cristian era un momento muy especial, el próximo domingo cumpliría 25 años, a diferencia de otras jóvenes, para ella era muy espacial esa fecha, coincidentemente viajaría a la ciudad de México a estudiar alta costura uno de los sueños más grandes de su vida. Era jueves por la tarde y las compras eran necesarias para tener una gran celebración, pese a que su grupo de amigos le organizaban una reunión muy sencilla en un domicilio particular, Cris quería vestir a toda gala, como una gran diseñadora de modas y así empezar a adoptar la personalidad que ella requería. Desde la infancia, la imaginación y su gran talento por el combinar los colores, la llevó a crear bosquejos de trajes, vestidos y algo muy extraño, dibujar uniformes principalmente castrenses. Esa aptitud la siguió desarrollando, tanto así que mucha de la ropa que utilizaba ella misma la diseñaba, por supuesto que para la universidad no llegaba así, tenía que disfrazarse de estudiante, como ella le comentaba a sus amigas, y así no ser motivo de burlas. Tenía en claro que ser diferente es casi un delito en la sociedad en la que vive, Tuxtla Gutiérrez no ha dejado de ser pueblo que pese a su crecimiento demográfico y urbano, las costumbres discriminatorias prevalecen y una de ellas es el machismo arraigado en esa sociedad. Por esa razón sus padres protegieron mucho a Cristian en la etapa de la educación primaria y secundaría ya que sus gustos y comportamiento no era lo habitual y muchos niños se burlaban hasta porque estudiara mucho. En el bachillerato eso cambió, aprendió a aparentar, a hacerse invisible, sus calificaciones seguían siendo excelentes, al igual que sus dibujos eran inmejorables. Ya en la universidad, en el concurso de la Reina de la Facultad de Contaduría de la Universidad Autónoma de Chiapas, pudo sacar todo su talento y fue reconocida por la creación de un vestido de fantasía que evocaba el Cañón del Sumidero. Un escote strapless color verde que daba la impresión de las dos montañas que se quebrantan por el paso del río Grijalva, en un el vestido en dos tonos en azul en corte princesa conformaban el conjunto ganador. El pequeño trofeo descansaba en la coqueta con espejo, enfrente de él se encontraba maquillando Cris, mientras sus amigas le insistían desde afuera de su casa, allá por la iglesia del Niño de Atocha. Terminó de arreglarse, se enfundó en un pantalón de mezclilla deslavado, una blusa básica blanca y unas sandalias, tenía que ir cómoda, era un jueves de «shopping» y de amigas. Bajó rápidamente de su habitación y se encontró con su mamá, una señora joven que entendía las inquietudes de Cris y las apoyaba ampliamente, se despidió de ella y se marchó a la plaza. En el taxi las amigas ya lo tenían resuelto todo, el ritual era ineludible, primero un frappe de moka en Italian Coffee, la plática sobre la temática de la fiesta, para luego recorrer las tiendas y encontrar el atuendo adecuado. No tardaron mucho para llegar a Plaza de las Américas, eran las 11:30 de la mañana y el tráfico en la ciudad estaba muy tranquilo, por lo que le pidieron al taxista que las dejara en la entrada poniente del centro comercial. Mejor no podía estar, a la puerta de la cafetería, Mary le platicaba a Cris como la iba a maquillar para la fiesta, ella era una gran experta en «natural makeup» y estaba ansiosa de ver el atuendo y crear una gama de colores para su gran amiga. Entraban a la plaza y ubicaban una de las mesas del «lounge» de la cafetería cuando pasaba por enfrente un perchero con ruedas donde llevaban un atuendo que le fascinó a Cris. Era un vestido de noche, de corte bajo la rodilla, de tela de lycra, con franjas en diagonal de color morado con lila y un hombro descubierto. El diseño le encantó, tanto así, que antes de que pudieran ordenar los frappes, Cris ya se había parado siguiendo aquel vestido encantador. Al llegar a la boutique, preguntó por el atuendo, la encargada le informó que ese diseño estaba en oferta y que venían con unas zapatillas de animal print en las mismas tonalidades. Esa mañana no pintaba mejor, en menos de cinco minutos la vestimenta perfecta se le aparecía ante sus ojos y lo mejor de todo, estaba rebajada. Las amigas entraban apresuradas a la tienda y encontraron a Cris con vestido y zapatos en mano, ella asentó con la cabeza, Mary y Adry no lo podían creer, lo que pensaban que les llevaría unas cinco horas, ahora fue instantáneo. Las dos amigas estaban de acuerdo, mejor vestido de noche no encontrarían y la más feliz era Adry, la fotógrafa del trío, tendría tiempo de hacerle a Cris un portafolio digno para llevarlo a la Ciudad de México. El marco se completaba, vestido y zapatillas, pero faltaba la bolsa, exaltada Cristian les comentó eso a sus amigas, ellas exclamaron una risa de cómplices y mientras pagaba le confesaron al oído que estaba listo su regalo en el estudio de Adry, precisamente donde se realizaría la fiesta. No esperaron mucho y se fueron rápidamente a ese lugar, séptima poniente y tercera norte eran las coordenadas del destino de las jóvenes. En el camino, ya ideaban lo que les tocaba hacer a cada una, Mary prepararía la prueba de Makeup, mientras que Adry acomodaría la iluminación para realizar las fotos. Así lo hicieron y todo quedó perfecto, el maquillaje lucía radiante y las gráficas no podían estar mejor, el festejo de Cris estaba resultando mejor de lo planeado, así que cada quien se fue a su casa para descansar de la maratónica jornada. Esa noche Cris durmió y durmió y durmió, el cuento de hadas se estaba cumpliendo, sólo le faltaba su príncipe azul, que se interrumpió porque su mamá la despertó, eran las dos de la tarde y Adry ya le había llamado más de cinco ocasiones, por lo que no le quedó más remedio que ir a despertarla. Un baño con agua fría para cerrar los poros, un desayuno-almuerzo exprés, un mallón, una playera y un par de tenis fuero suficientes, la maleta estaba lista, todo el atuendo se encontraba adentro. Antes de las cuatro, Cristian ya se encontraba en la puerta de la casa de Adry, desesperadas las amigas la metieron al interior del estudio, ya en la sala le entregaron sus regalos, una bolsa Tous lila y una cajita de madera negra. Mary le dijo, -por si hoy te paran las patas- y las risas no se hicieron esperar, las amigas se abrazaron y abrieron la caja, en el interior se encontraba una tanga de color morado, una hilera de condones sabor uva y un lubricante térmico. Las miradas se triangulaban entre ellas, sabían que eran unas chicas malas y que la fiesta sería inolvidable. Todo estaba listo, ya eran las ocho de la noche y los invitados estaba convocados a las nueve, Adry estaba muy acongojada se le había olvidado comprar el vino espumoso «Asti Martini». -No te preocupes comis, vamos al oxxo y compramos unos Boons- dijo Cris, así que se encaminaron hacia al mini súper que se encuentra en la quinta norte esquina con la quinta poniente. A unas cuadras, una camioneta pick up azul se les empareja, -buenas noches- se escuchó desde adentro, -¿a dónde va?-, Adry le respondió, -vamos al oxxo oficial, gracias-. La camioneta se retiró, pero al interior de la patrulla uno de los policías le dijo a su jefe, -oiga mi comandante Ruiz, que se me hace que esas tipas son prostis, no vio a la que iba de moradito, hasta las zapatillas son de wila-. Ante tal afirmación, el comandante le ordenó al chofer que se regresara, sobre la quinta norte y tercera poniente los interceptaron, cerca de ahí hay un bar, el Toro Rojo. -a ver, a ver, ¿dónde van muchachas, dónde creen que va?- les dijo Ruiz, -¿en verdad pensaron que me engañarían?- y ordenó -¡súbanlas muchachos!. Qué ustedes no saben que la prostitución en Tuxtla está prohibido-. Entre manoteos las amigas aseguraban que no son sexo servidoras y hasta le pedían a los policías que las llevaran a su domicilio donde podrían demostrar que ellas venían de una fiesta. Nada sirvió, los uniformados las remitieron ante el Ministerio Público quienes los ficharon. Y en la carpeta de investigación decía, Cristian Humberto Pérez, Mario Hernández y Adrián López son indiciados por el delito lenocinio y prostitución. Cristian increpa al Representante Social, -¡no somos putas! ¿de dónde saca eso?- a lo que él responde, -son hombres vestidos de mujeres, ¿qué más estarían haciendo de noche en la ciudad?-.

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