Pese a rechazo social, Chicoasen II avanza / Hector Estrada

Pese a las constantes manifestaciones de rechazo por parte de los habitantes de las comunidades cercanas al trazo del proyecto, finalmente la Comisión Federal de Electricidad (CFE) anunció el fallo de la licitación para la construcción de la nueva central hidroeléctrica que se construirá en el municipio de Chicoasén, Chiapas.
Se trata del proyecto Chicoasén II que, pese a la expectativas y anuncios previos sobre el monto de inversión total, terminó como un presupuesto reducido de 386.4 millones de dólares, por debajo de la cifra máxima presupuestada por la CFE para el proyecto de 405.6 millones.
El consorcio ganador incluye a las mexicanas Omega Construcciones, Desarrollos y Construcciones Urbanas y CAABSA Infraestructura, además de Sinohydro Costa Rica, unidad de la gigante china especializada en instalaciones para la generación de energía hidroeléctrica, quien participó en la construcción de mayor planta hidroeléctrica del mundo, Tres Gargantas, situada en el río Yangtsé en China.
La central hidroeléctrica, que tendrá una capacidad instalada de 240 megavatios, se construirá bajo la modalidad de obra pública financiada y suministrará energía eléctrica en la región sureste del país con un tiempo estimado para la ejecución de 42 meses.
En el proceso de licitación también presentó una propuesta la filial de la constructora mexicana ICA, pero fue desechada por no cumplir con las condiciones técnicas y rebasar el monto máximo presupuestado.
De esta forma, finalmente la «controversial» Chicoasén II tiene ya a las manos responsables encargadas de su construcción. Parece que no hay argumentos, ni muestras de inconformidad suficientes para detener semejante proyecto.
Hoy todo indica que el futuro de las comunidades aledañas, temerosas por las consecuencias que conlleva la construcción de una central hidroeléctrica, está marcado.
Sin garantías de trabajo, seguridad y mejor calidad de vida el proyecto de la nueva central hidroeléctrica avanza sin contratiempos mayores. Sigue con paso firme y «oídos sordos» que han ignorado a todas luces las peticiones de los habitantes aledaños directamente afectados por la obra.
Sólo queda esperar que experiencias de proyectos hidroeléctricos pasados no se repitan. Únicamente resta confiar en la «buena voluntad» de las autoridades encargadas de la ejecución para no terminar lamentando nuevamente la realización de proyectos invasivos, sin beneficios comunitarios y plagados de actos de injusticia social.

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