Psicopompos, los conductores hacia el inframundo

La idea de la existencia de una entidad inmaterial e invisible que radica en nuestro cuerpo, bautizada con el nombre de alma, ánima o espíritu, está presente en la mayoría de las culturas y religiones del mundo; constituye el principio vital del ser humano, además es considerada un regalo de divino que hace único a cada individuo

Esmeralda Fonseca / Portavoz

[dropcap]L[/dropcap]a idea de la existencia de una entidad inmaterial e invisible que radica en nuestro cuerpo, bautizada con el nombre de alma, ánima o espíritu, está presente en la mayoría de las culturas y religiones del mundo; constituye el principio vital del ser humano, además es considerada un regalo de Dios que hace único a cada individuo.
Posee una característica especial: El alma se presume, es inmortal. Las creencias enuncian que cuando la muerte corporal se hace presente, el ánima abandona su morada terrenal y da inicio a otra vida; para ello tiene que emprender un trayecto a ese otro plano o región, que dependiendo la cultura, puede ser el Hades, el Paraíso, el Infierno, Valhalla o simplemente el más allá; no obstante, el espíritu desconoce el camino que lo conducirá hasta tales sitios, entonces ¿cómo logra transportarse?
En los relatos mitológicos de varias regiones y países, se presenta una figura universal (no deidad) que ayuda a las almas para que no se pierdan y vaguen por la tierra por el resto de la eternidad. A lo largo del tiempo, esta tarea ha sido desempeñada y representada por diversos seres, a los cuales, en general, se les conoce como psicopompos.

Guías de almas

Los psicopompos son pues, los conductores de ánimas en su tránsito al destino final donde morarán después de haber vivido en este mundo. Asimismo, son quienes resuelven los problemas y enfrentan los peligros durante el gran viaje.
El término psicopompo es derivado de la palabra griega ψυχοπομπός (psychopompos) que significa literalmente el «guía de las almas». Al desmenuzar el vocablo, Lindell y Scott (1940) sostienen que Psyché significa «alma» (no en el sentido judeo-cristiano del término) y Pompós, que se traduce por «aquel que guía o conduce».
De acuerdo con Valle (s.f), el rasgo clave que los diferencia de las diversas figuras mitológicas que poseen relación con el más allá, es el no realizar un labor de juez contra la persona fallecida; por el contrario, su papel primordial es el de proporcionar un paso seguro y custodiar a las almas durante la travesía hacia los diferentes planos de existencia.

Su aspecto físico

Existe una infinita variedad de apariciones en distintas mitologías. Sin embargo, se pueden clasificar en dos categorías generales. En primer lugar, hay tipos de representaciones de carácter antropomórfico, tales como dioses, ángeles, demonios; el segundo grupo se define por su amorfismo animal o vegetal. Se cree que ambos tipos pueden atravesar el mundo de los vivos y muertos.
El psicopompo más famoso del mundo, de aspecto antropomórfico, es el dios Hermes, mensajero del Olimpo, protector de las almas para llevarlas al Hades; es una de las personalidades más precisas con ese oficio.
Con respecto a México, hay figuras psicopompas de la mitología prehispánica del altiplano central del país y del sitio olmeca-maya de Chiapas. La arqueóloga Beatriz Bárbara de Piña Chan, en su artículo Las almas y sus guías en el México prehispánico, señala que hace 5 mil años antes de nuestra era, los muertos eran acompañados por personas y animales sacrificados.
Lo anterior, explica la autora, puede interpretarse de cuatro maneras: primero, de forma literal, sólo fungían como acompañantes; dos, podrían servir de ayuda para llegar a su destino final, es decir, guías y servidores; tres, las personas sacrificadas eran compañía y los animales guía; o bien, los humanos sacrificados acompañaban, mientras que los animales servían de guía y de alimento al difunto.
Bárbara menciona que la principal figura psicopompa, la cual guiaba por los difíciles caminos para llegar al destino final, era el perro, oficio que mantuvo hasta el momento de la conquista.
En el Preclásico Superior del Occidente de Mesoamérica, los perros psicopompos llegaron a ser obras de arte universal. En las representaciones se les observa jugando, comiendo elotes, peleando, o simplemente vigilando a su amo. Eran rojos y se encuentran siempre en tumbas y entierros.
De hecho, un estudio antropológico por Antonella Fagetti en 1999, relata que la gente en Acuexcomac, una comunidad perteneciente al municipio de Atenco en el Estado de México, cree que el camino que recorre el alma es arduo. Ésta llegará a un río ancho, cuyas mansas aguas «color chocolate» tendrá que atravesar.
Respecto a Chiapas, en el artículo se menciona que, en un sitio actual del estado, en Izapa, en el municipio de Tuxtla Chico, hacia el año 300 mil a.C. se halla una nueva figura psicopompa representada en la Estela 9. Se trata de un personaje solar que asciende al cielo; lleva en su mano derecha un palo de juego de pelota, y con su brazo izquierdo carga a un jugador de pelota que trae consigo un bate en la mano izquierda.
Se caracteriza por tener grandes alas de mariposa preciosas; esto relata que ya se asociaban al sol los insectos de colores y las almas de los jugadores guerreros. Después de Izapa, ya no se tienen más indicios de esas ideas en el Protoclásico.
Para el horizonte clásico, se pueden considerar a las águilas y guacamayas como seres psicopompos, ya que en los centros ceremoniales abundan las representaciones del sol, el cual a veces está junto con estos animales que son sus aves mensajeras encargadas de llevar al cielo del sol a los jugadores perdedores que eran decapitados en sacrificio.
Ya en el posclásico, del año 900 al 1521, las figurillas de barro tuvieron usos variados, entre ellos el de colocarlas con los cadáveres, lo cual las hace ser elementos psicopompos.
Otra de las creencias mexicanas, es la procedente de las antiguas tradiciones nahuas. En ellas se narra que, al morir, las almas de las personas deben atravesar un ancho río para llegar a su «otra vida». Aquí se hacen presentes los perros, que las esperan para ayudarlas a cruzar; si llegan a caer de su lomo quedarán errando para siempre.
Para las demás culturas del mundo, los chacales, caballos, búhos, ciervos, gorriones, cuervos y las mariposas realizaban el papel de guías.
Hoy en día, estos mitos y creencias han pasado poco a poco al olvido para el mundo occidental. No obstante, hay personas que aún retoman el tema para continuar haciendo teorías al respecto.

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