¿Qué hicimos? / Zoé Robledo

Justicia sin fronteras

Entre la sierra norte de Jalisco, Nayarit y el sur de Durango viven en resistencia pueblos milenarios: los Wixárica, los O’dam, los N’ayeri y los Meshikan. Se trata de pueblos hermanos que hablan con el corazón, viven en comunión con la naturaleza y luchan por el reconocimiento de su cultura y la recuperación de sus territorios sagrados.
Para incluirlos en el proyecto de nación y rescatarlos del abandono y el olvido históricos, el Presidente López Obrador instruyó elaborar un plan integral de justicia y esto no podía ocurrir desde el escritorio.
Con la participación de 35 gobernadores tradicionales, comisariados de bienes comunales, 213 autoridades y jueces auxiliares, representantes de 87 dependencias gubernamentales, así como legisladores y legisladoras, se elaboró este plan de justicia integrado con el pensamiento y las necesidades de las comunidades involucradas.
Durante cinco meses se instalaron mesas de trabajo: de sitios sagrados, cultura e identidad; de tierra, territorio, recursos naturales y medio ambiente; de gobierno tradicional, paz y seguridad, así como de bienestar común con temas como infraestructura básica, salud y medicina tradicional, educación, economía indígena y procesos productivos.
El plan de justicia para los pueblos huicholes, coras, tepehuanos y mexicaneros fue presentado este fin de semana por el Presidente Andrés Manuel López Obrador en Mezquital, Durango; en Huajicori y Nayar, Nayarit; y Mezquitic, Jalisco. Acompañé al Presidente a esta gira y frente a los pueblos originarios dijo: quien no sabe de dónde viene, no sabe a dónde va. Que nadie se sienta superior a otro ser; necesitamos erradicar el racismo y la discriminación. Que no existen las razas, sino las culturas.
Para una justicia sin fronteras el acceso a servicios de salud gratuitos y de calidad es fundamental. No es casualidad que entre las principales demandas de estos pueblos esté la insuficiencia en infraestructura médica, personal de salud, equipo y medicamentos. Además de un trato digno, inclusión de conocimientos tradicionales y una política de cero rechazos. Y sobre la fragmentación del sistema de salud dicen: se nos niega el servicio de salud en los hospitales porque nuestra comunidad no pertenece a la misma entidad federativa.
Visto así, el Modelo de Atención Integral a la Salud del programa IMSS-Bienestar —que vincula estrechamente las acciones médicas y preventivas con la participación de la comunidad, además de integrar conocimientos tradicionales y la atención en lenguas orginarias donde se cuenta con personal bilingüe— sería la mejor respuesta a esta demanda de justicia.
Así ha ocurrido en Nayarit. Desde que arrancó IMSS Bienestar se rehabilitaron quirófanos como el del hospital general mixto Jesús María del Nayar, contemplado en este Plan de Justicia, que llevaba 4 años sin realizar cirugías, además se ha reforzado la atención médica con 8 residentes y 13 especialistas cubanos: 4 cirujanos, 5 pediatras, 2 internistas, 1 ginecólogo y 1 anestesiólogo.
Mientras que en Jalisco no contamos con este programa solidario, en Durango tenemos 34 unidades rurales de salud pero todas lejanas a esta área de influencia, de modo que la población objetivo por lo regular acude al Hospital Integral La Guajolota, a cargo de la Secretaría de Salud. No obstante, su infraestructura, equipamiento y personal son insuficientes. Una de cada cinco personas de esta región carece de acceso a servicios de salud de primer nivel.
Por eso, si trabajamos por el renacimiento de la patria debemos voltear a nuestros pueblos, recuperar su valores históricos y culturales que son riqueza y una importante reserva de valores. O en una máxima obradorista: progreso sin justicia es retroceso.

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