¿Quien es Carlos Eugenio Ruiz?

El nombre del actual secretario de Salud de Chiapas suena fuerte para ocupar la rectoría de la Unach para el periodo 2014-2018. Hace un año concedió la siguiente entrevista en la que comparte su formación, su experiencia académica y su admiración por la figura del doctor Manuel Velasco Suárez

Rodrigo Ramón Aquino

… era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.

[dropcap]L[/dropcap]a descripción usted la conoce. Es la que el colombiano Gabriel García Márquez hace de Macondo, el escenario del universo creado en Cien años de soledad. Pero si existe algún lugar real que inspirara el cuadro, ese tuvo que ser, sin duda, Arriaga, Chiapas.
Surgida de una congregación de familias asentadas en el Valle de Jalisco, Departamento de Tonalá, el 28 de mayo de 1910, Arriaga se desarrolló al lado de esas «aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas», que es el río Lagartero.
A principios del siglo pasado, este pueblo que adoptó el nombre del jurisconsulto mexicano Ponciano Arriaga fue también una de las más importantes estaciones del Ferrocarril Panamericano. Antes de los baches, mucho antes de las grandes carreteras, desde este punto estratégico, La Bestia era la encargada de sacar del estado hacia el centro del país toda clase de productos: maíz, frijol, ganado, café y lo que se logre imaginar.
Los años transcurrieron en prosperidad. Para 1943 el pueblo fue elevado al rango de ciudad por decreto promulgado por el entonces gobernador de Chiapas Rafael Pascasio Gamboa, quien, por cierto, era médico de profesión y tras dejar el principal cargo en el estado fue llamado a ocupar la titularidad de la Secretaría de Seguridad y Asistencia Pública en el gobierno de Miguel Alemán Valdés.
Mientras todo esto pasaba, a nuestro entrevistado no le ocurría siquiera nacer. Tuvieron que pasar otros tres años para que el futuro alumno del doctor Manuel Velasco Suárez y futuro secretario de Salud de Chiapas llegara al mundo.
Cuarto hijo de cinco del matrimonio conformado por José Ruiz Gamboa y Carolina Hernández Meléndez (el primero, Antonio, maestro; el segundo, Alfredo, químico; el tercero, Guillermo, maestro, fallecido; el cuarto, Eugenio, médico; y Emilio, odontólogo, también fallecido), Eugenio nació el 26 de junio de 1946. Su infancia transcurrió vías abajo (debe saber que en Arriaga, la sociedad se divide en dos: de las vías para arriba —los pudientes— y de la vía para abajo —los de a pie—.

Manos a la obra

El ginecólogo Carlos Eugenio Ruiz Hernández, actual secretario de Salud de Chiapas, es probablemente el integrante del gabinete velasquista menos conocido, al menos en el ámbito político.
La razón es fácil de explicar: ha pasado toda su vida dentro de las aulas, los quirófanos y las oficinas administrativas de la Universidad Autónoma de Chiapas. La ginecología y la academia son temas de los que habla con autoridad, de la administración… juzgue usted mismo:
Titular de Subjefatura de Enseñanza en la Facultad de Medicina de la UNAM, en la que aún estudiaba. Ya en Chiapas: trabajó a nivel central con tres rectores de la Máxima Casa de Estudios: con Antonio García Sánchez, como director de Servicios Escolares; con Jorge Ordóñez Ruiz y luego con Ángel René Estrada Arévalo fue secretario Académico, y si eso fuera poco, también estuvo a cargo de la Facultad de Medicina de la Unach por nueve meses.
Y como si los puestos de mando le persiguieran, como médico, en el Seguro Social, del cual es jubilado, fue Jefe de Enseñanza, Jefe de Servicios de Ginecología, Director de Planificación Familiar y…
—Parece que a usted le ha gustado siempre el mando, ¿buscó todos esos puestos?
–No, no buscaba eso. Más bien creo que fueron producto de mi trabajo.
—Y cómo es usted al trabajar.
—Soy una persona muy metódica, muy organizada. Si me dan algo que hacer lo tengo que llevar al 100.
—Vamos por partes, y a su origen, para usted ¿qué es la academia?
—Es la parte más importante de las instituciones educativas, sobre todo porque brinda calidad a la universidad. Cuando llegué a la facultad se buscó calidad desde el ingreso, la revisión del currículo, vigilancia de la permanencia del alumno, esto para que los egresados fueran competentes. La calidad no es únicamente productividad, sino también lo que está alrededor: biblioteca, equipo, docentes. Todo debe someterse a la exigencia. Hay que pensar que el futuro de México y el de Chiapas están en los jóvenes, por ello es muy importante la preparación óptima.
—Por qué ginecología.
—Es una de las especialidades más bonitas que hay. En la cual uno tiene una gran interacción con las familias: el esposo deposita la confianza, y uno se convierte en prácticamente en médico general de la mujer, y la confianza está en función del respeto. No se puede admitir que un profesionista no otorgue su oficio de forma capacitada (y capacitado quiere decir cursos, especialización, lectura todo el tiempo).
—Oiga, y como hombre de ciencia, ¿cree en Dios? ¿Quizá en la vida después de la muerte?
—No. Creo que hay un ser superior a nosotros. Porque del enigma de cómo llegamos acá nadie ha dado una respuesta concreta. Y no creo en la resurrección, creo que cuando morimos ahí acaba todo.
—¿Es cristiano?
—Soy católico. La religión es muy bonita, lo que falla es el hombre. Ha fallado desde el punto de vista religioso, desde el punto de vista político, y desde el punto de vista del ejercicio de su profesión.
—Desde su perspectiva humanista, ¿qué debe buscar el hombre como especie para desarrollarse integralmente?
—El primer punto, actuar con ética. Si no hay ética no hay verdad. Y desde mi punto de vista, el segundo es la dignidad. Dos ejes transversales, independientemente que debajo de ellos exista la responsabilidad, el profesionalismo, la disciplina, etcétera. Creo que se han perdido los valores, la axiología (rama de la filosofía que estudia la naturaleza de los valores y juicios valorativos). Tampoco hay que olvidar el altruismo y el humanitarismo.

El Doctor Velasco

Carlos Eugenio fue alumno del doctor Manuel Velasco Suárez. Al recordarlo, el epítome surge de manera natural, entusiasmada y fluida: «El maestro es un ejemplo que debe dar orgullo no sólo a los chiapanecos sino a todos los mexicanos. Una persona académica y profesional, pero sobre todo muy altruista y humanitaria. Tenía una personalidad recia, sabía enseñar. Fue considerado dentro de los tres primero neurocirujanos del mundo.
Tuvo muchas obras de trascendencia: en primera lugar, haber creado el Instituto Nacional de Neurocirugía, donde se preparan los mejores médicos del ramo. En segundo lugar, haber fundado la Universidad Autónoma de Chiapas, particularmente la Facultad de Medicina, que hoy lleva su nombre y para la cual será siempre el decanus principalis pro vita (decano principal de por vida)
¿Qué te puedo decir yo del maestro Velasco Suárez? Que él era una persona muy metódica, que tiene en su haber 14 honoris causa (por causa de honor), 10 nacionales y 4 internacionales. El primero que recibe fue aquí en la Universidad Autónoma de Chiapas, y bien recuerdo que cuatro días antes él estaba organizando el evento (cómo entrar, cómo organizarnos, qué música tocar). Era muy metódico, insisto. Pero era también muy sencillo, porque al concluir su tesis doctoral, afirmó que ese honor era inmerecido, que se lo estaban dando por longo tempo y molto amore (largo tiempo y mucho amor).
Tuve mucho acercamiento con el doctor, y también con su hijo, el doctor Jesús Agustín Velasco Siles, por ello junto a él trabajamos su biografía, la institucionalización en la universidad de su aniversario luctuoso y la creación de la Fundación Manuel Velasco Suárez, de la que soy director general a nivel nacional.

Salud. Gracias

El Programa Estatal de Salud 2013-2018 fue presentado el 8 de octubre pasado en el Centro de Convenciones de Tuxtla Gutiérrez. Para su elaboración se tomaron en cuenta las opiniones y las demandas de la población y se trabajó sobre seis ejes: promoción, cultura de la prevención, equidad, calidad en los servicios, oportunidad y dignidad.
Pero en el día a día, acá donde hay dolor, donde hay temperatura, la austeridad por la que atraviesa el estado puede llegar a representar una cuestión de vida o muerte para muchos chiapanecos, por ello, el secretario de Salud afirma que el trabajo no se detiene: «se ha priorizado el gasto en medicamentos y hoy los hospitales están por arriba del 90 por ciento de abasto. Si algún medicamento falta es porque algunas empresas fallan».
—¿Y cómo lo ha recibido la Sección 50 del SNTS?
—Ellos me ha apoyado también. Viendo la situación económica, ellos piden lo que es indispensable, y a veces no hay ni para lo indispensable. Pero afortunadamente, el doctor Jorge Luis Díaz Selvas y tu servidor hemos acordado esperar tiempos mejores para el próximo año.
—Sin paga, ¿qué se ha logrado?
—Bueno, primero tener un programa estatal de salud, el que todos ya conocen. Apegados al programa, todos los hospitales, todas las jurisdicciones tiene sus indicadores y tiene que cumplir con ellos. Si tú me preguntas por ejemplo del dengue…
—Le pregunto
—Bueno, el año pasado hubieron 2 mil 937 casos, este año tenemos 928 menos. Teníamos al corte de la semana 41 ocho muertos. En este momento tenemos dos. ¿Qué ha funcionado? La abundante difusión de información preventiva a través de los medios de comunicación. Hemos abatizado, fumigado y a ello se han sumado decididamente los municipios.
—¿Y sobre el cólera, ya hay de nuevo en Chiapas?
—Hay 159 casos en la república. En Chiapas no hay desde 1991, pero no estamos blindados para no tener. Qué estamos haciendo. Lo mismo: mediatizando todo y supervisando la cloración del agua en los municipios.
—¿De qué nos estamos muriendo los chiapanecos?
—Nos estamos muriendo de diabetes mellitus, de sus complicaciones, y de los problemas hipertensivos. De los accidentes. De la violencia.

—¿VIH?

—El indicador nos dice que actualmente tenemos mil 600 casos, los cuales cuentan con su tratamiento de carga retroviral cada cuatro meses.

De Macondo

Carlos Eugenio lee mucho, lo disfruta, aunque ahora no tenga mucho tiempo para ello. Sus gustos son eclécticos: ha disfrutado de Alan Poe, por citar un ejemplo lúgubre, pero se queda con el realismo mágico: Cien años de Soledad del Gabo es una de sus obras literarias favoritas —quizá por eso la tentación de quien escribe de hacer el símil de Macondo con su pueblo natal—.
Amante de la música clásica, y del vino tinto —porque dilata la coronaria, bromea—, al maduro funcionario —porque hay que ser honestos, dice, ya no soy un cuarentón— no le molesta le achaquen un «bajo perfil», porque «entregado al trabajo hay pocas cosas por las que valga la pena distraerse».
El trabajo en sí mismo ha compensado a Carlos Eugenio, afirma. Quizás esa disciplina tenga que ver con que desde joven aspirabas a ser militar, muchos años antes de leer aquello de: «Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.», pero esa, seguro, es otra historia.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *