Relatora especial sobre violencia contra la mujer llama a proteger a las periodistas

La violencia de género contra las periodistas se manifiesta en discriminación y acoso sexual en su lugar de trabajo,  violación y violencia sexual, violencia en línea y feminicidio

Anayeli García Martínez / Cimac Noticias 

Ciudad de México.- La relatora especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, de la ONU, Dubravka Å imonović, llamó a los Estados a proteger los derechos y seguridad de las mujeres periodistas que trabajan en situaciones de conflicto armado o que cubren procesos electorales, reuniones pacíficas en tiempos de crisis, desastres naturales y pandemias sanitarias como la de COVID-19.

En su más reciente informe «Erradicación de la violencia contra las periodistas», que presentó ante el Consejo de Derechos Humanos durante el período de sesiones que se celebró del 15 de junio a 3 de julio, la relatora presentó información para constatar que la violencia de género contra las periodistas se manifiesta en discriminación y acoso sexual en su lugar de trabajo,  violación y violencia sexual, violencia en línea y feminicidio.

De acuerdo con el documento, los periodistas, ya sean hombres o mujeres, están expuestos a violencia y amenazas a su seguridad en el desempeño de su trabajo; sin embargo, las mujeres periodistas viven de forma desproporcionada la violencia de género y el acoso sexual, tanto en el lugar de trabajo como en línea. En parte, esto se debe a que se espera que ellas se ajusten a roles estereotipados y a imágenes sexualizadas, y debido al contexto de relaciones de poder desiguales dentro de los medios de comunicación.

La relatora encontró que las periodistas son blanco de ataques por ser muy visibles y por expresarse abiertamente, así como por su trabajo, especialmente cuando no se someten a las reglas de la inequidad de género y a los estereotipos. Muchas periodistas también enfrentan discriminación intersectorial y violencia de género debido a otras características, como la raza, la religión, el origen étnico o la pertenencia a un grupo específico de la población.

Entre las formas de violencia, documentadas por la Relatoría, se incluyen los riesgos de padecer agresiones sexuales, tocamientos y acoso sexual, al cubrir protestas y disturbios; y amenazas por informar sobre temas feministas o por el tipo de historias que cubren, en particular si contribuyen a un cambio de actitudes.

La Relatoría también destacó que el auge de los movimientos populares, como #MeToo, #NiUnaMenos y sus diversas manifestaciones por todo el mundo, han puesto de relieve el acoso sexual y otras formas de violencia de género, como el sexismo generalizado y las prácticas discriminatorias en las redacciones.

Una de las consecuencias de la violencia, documentada en el informe, es interrumpir la labor de investigación, dejar de informar sobre determinados temas o abandonar por completo la profesión. Según una encuesta mundial realizada en 2018 por International Women»s Media Foundation entre casi 600 mujeres periodistas, casi 30 por ciento de las que fueron amenazadas consideró la posibilidad de abandonar su profesión, mientras que cerca de 40 por ciento admitió que dejó de informar sobre determinados temas debido a esas amenazas.

El Comité para la Protección de Periodistas indica que desde 1992, a nivel global, han sido asesinadas 96 mujeres periodistas, lo que supone aproximadamente 7 por ciento de todos los periodistas asesinados. En el caso de México, cabe recordar que de acuerdo con el Programa de libertad de Expresión y Género, de Comunicación e Información de la Mujer (CIMAC), en 18 años, de 2002 a junio de 2020, se registraron 898 agresiones contra mujeres periodistas, entre ellas 19 casos de feminicidio.

Además del acoso y la violencia feminicida, las periodistas y las trabajadoras de los medios de comunicación, en algunos países también se ven afectadas por factores externos, como la falta de flexibilidad de las jornadas laborales, el acceso parcial o nulo a servicios de guardería a precios razonables y de calidad, políticas inadecuadas en materia de licencias parentales y actitudes sociales negativas. A esto se suman prolongadas jornadas laborales típicas de la cultura organizativa de muchos medios de comunicación.

El informe también destacó que en el caso de los medios públicos, los resultados preliminares de una encuesta mundial realizada por la Alianza Mundial sobre Género y Medios de Comunicación, de la que forma parte CIMAC,  y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) indican que, de una muestra de 32 países, solo 15 por ciento ha asignado partidas presupuestarias a la promoción de la igualdad de género entre el personal de los medios de comunicación de propiedad estatal.

Asimismo, 30 por ciento de esos países dispone de políticas orientadas a garantizar el equilibrio de sexos en los puestos de dirección de los medios de comunicación y 18  por ciento cuenta con políticas dirigidas a asegurar el mismo equilibrio entre los periodistas de plantilla.

Por otro lado, el informe de la relatora Dubravka Å imonović indica que si bien la expansión de Internet y las plataformas digitales está creando nuevos espacios sociales digitales y transformando y reconfigurando la sociedad, también hace posibles nuevas formas de violencia en línea contra las mujeres, quienes recurren a la autocensura o mantienen perfiles bajos en línea, un enfoque que puede tener un efecto perjudicial en su vida profesional y su reputación.

Entre las recomendaciones de la Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias están aplicar las normas internacionales de Derechos Humanos relativas a la libertad de expresión y la protección de periodistas, así como los instrumentos de derechos de las mujeres relacionados con la prohibición de la discriminación y la violencia de género.

También llamó a los estados a ratificar el Convenio sobre la Violencia y el Acoso, número 190, de la Organización Internacional del Trabajo, a fin de ampliar las medidas de protección a las periodistas que trabajan tanto en el sector formal como en el informal, reconociendo que el «mundo del trabajo» de una periodista va más allá de un lugar de trabajo y un entorno tradicionales, y que la violencia y el acoso se presentan en muchas formas.

Otra recomendación es conformar plenamente leyes, políticas y prácticas que no limiten la capacidad de las periodistas y las trabajadoras de los medios de comunicación para desarrollar su labor de forma independiente y sin injerencias indebidas.

El documento también propone prohibir y tipificar como delito el acoso sexual y otras formas de violencia de género contra las periodistas, incluidas las amenazas de violación y otras formas de violencia de género, como aquellas que se producen en línea, fomentar la denuncia del acoso o la violencia y proporcionar reparaciones e indemnizaciones adecuadas a las víctimas, entre otras.

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