Ruta Fer / Rodrigo Ramn Aquino

Para su imagen pública ha sido difícil recuperarse de aquel incidente millonario en el aeropuerto, de su cuestionado arribo al Congreso del Estado y de su pírrico triunfo como presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez, y pese a todo, Fernando Castellanos Cal y Mayor sigue estando en todo el ánimo del gobernador Manuel Velasco para sucederlo en 2018.
A diferencia de los otros candidatos oficiales, que si bien le convienen al mandatario porque de una u otra forma le brindarán beneficios y tranquilidad tras concluir su administración, ninguno le debe tanto y es formación política pura velasquista como el actual alcalde capitalino. Si alguien garantiza absoluta lealtad al futuro exgobernador es él.
Si los astros se le alinean a Castellanos y efectivamente resulta ser el candidato tapado del gobernador, recibirá toda la batería oficial para ganar y así es muy probable que lo haga, porque sería el símil verde de la elección roja en el Estado de México. Sería el rival a vencer. Son tiempos en que los gobernadores tienen pesadillas con la persecución.
Luego de estas consideraciones, el abanico para Fernando va desde ser el más apoyado candidato oficial a gobernador, aceptar una diputación federal en puestos de liderazgo en el Congreso (con opción a reelección) o en menor grado de probabilidades una Senaduría (salvo que sea plurinominal); no es opción repetir como diputado local y mucho menos reelegirse en Tuxtla.

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