Santana Garcia: El fomento a la lectura fuera de las elites

«La lectura es una experiencia humana vital que si tú la descubres es como llenar un vacío de la existencia que para mí no vale la pena irse de este mundo sin haber sentido»

Carlos Martínez* / Aquínoticias

Mucha gente cree que el acto de escribir es un privilegio entre pocas personas que se proclaman intelectuales, para Santana García, el acto de escribir va más allá de publicar un libro y consagrarse dentro de círculos sociales.

Originario de Tuxtla Gutiérrez, Santana pasó ocho años en la Ciudad de México, primero estudiando Antropología Física en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) para posteriormente trabajar durante un breve periodo en donde su insatisfacción lo trajo de vuelta a Chiapas. Actualmente forma parte del Programa Nacional de Salas de Lectura, dirige el círculo literario y sala de lectura «Matamoscas» en el Museo de la Ciudad (actualmente cerrado por mantenimiento y con sede temporal en el antiguo Cine Alameda), es editor de la revista literaria trasfronteriza Ek Chapat y da clases de tango en sus tiempos libres.

Iniciar en la literatura siempre parece una tarea difícil o tediosa para algunas personas, pero para Santana significó un accidente a través de la lectura a muy temprana edad gracias al libro Viaje a Vernico 5, el cual fue el primer libro que logró engancharlo debido a que pertenece al catálogo de libros Choose your own adventure (escoge tu propia aventura). «Esta idea de poder crear escenarios diferentes, tomar decisiones, como si fuera una vida alterna… me atrapó mucho».

Su madre también solía leer mucho, pero lo que tenía en su librero no era necesariamente infantil. «Ella no tenía intención de que los leyera, pero a veces los olvidaba a la vista y yo me los encontraba y por puro morbo los empezaba a leer también, ¿ya sabes no?, lo prohibido, quieres saber ¿Por qué no puedo leer esto?». Entre estos libros se encontraban autores como Stephen King y Alfred Hitchcock que no deberían ser una recomendación temprana para infantes.

Fue hasta la secundaria donde conoció a un profesor importante en su carrera literaria cuando su pasión por leer comenzó a tomar forma a través de la escritura. «Él me animó, me decía que le gustaba cómo redactaba las cosas, que tenía potencial». Puesta en práctica su escritura y aún más la lectura, comenzó a tomar un gusto aparte hacia la literatura el cual terminó en el academicismo.

Mientras estudiaba la carrera, su ánimo por la literatura había decaído, el sentimiento de haber leído todo lo invadía y la soledad de no hablar con nadie seriamente de lo que escribía le hizo alejarse de las letras durante un breve periodo.

Fue hasta que conoció a un colectivo de la Ciudad de México hace unos cuatro años donde su gusto por la literatura fue renovado mediante distintas exploraciones en revistas literarias que se salían del canon académico, explorando otras maneras de hacer literatura usando un lenguaje coloquial, hablando de las redes sociales y usando temas más frescos. «Eso también me motivó a ser editor para buscar nuevas voces y nuevas propuestas».

Ciertamente su pasión por las letras lo ha llevado por un camino en el cual necesitaba encontrar una manera de expandir sus experiencias a otras personas, lo cual hizo que se convirtiera en mediador de la lectura. «La lectura ha sido un fenómeno tan grande que me sacudió de una manera tan profunda que dije: tengo que ayudar a que esto les pase a otras personas».

Por otra parte, para él, el acto de leer no debería representar un símbolo de superioridad intelectual y mucho menos moral. «Yo no creo ni siquiera que la lectura te haga mejor o peor que alguien, para mi hay gente que no lee y que vale mucho la pena […] Para mi es una experiencia humana vital que si tú la descubres es como llenar un vacío de la existencia que para mí no vale la pena irse de este mundo sin haber sentido eso».

En su ejercicio de escritura reconoce no tener la obsesión con escribir cualquier cosa, únicamente lo hace cuando siente la necesidad de expresar algo. «Mientras yo no sienta que valga la pena que alguien me lea, o lo hago o ahí lo dejo o no lo escribo».

Así mismo, su admiración por la literatura no recae en autores o un género concreto, sino más bien le presta mayor atención a las obras que representen una nueva forma de decir las cosas. «Si yo leo algo que no escapa de lo obvio o que me quiere engañar, no me pasa nada [..] Cuando veo fuera y honestidad en lo que se ha escrito, eso es lo que admiro». Emily Dickinson, Mary Shelley, Virginia Wolf, Rosario Castellanos, Tania Gonitsky, Charles Baudelaire, Rimbaud son algunos de los nombres que da al hablar de autoras y autores «clásicos» que reúnen estos requisitos.

Una vez abierta su perspectiva ante este nuevo surgimiento literario, comienza a enviar textos a distintas convocatorias de revistas por toda Latinoamérica en las que comienza a quedar seleccionado, fue entonces cuando se da cuenta que sus descubrimientos sobre las nuevas tendencias empezaron a formar parte de un nuevo canon literario que estaría dispuesto a romper. «En el momento que empiezo a buscar otras formas, ya no salgo seleccionado en las revistas». Todo esto lo ha llevado a replantearse las fórmulas con las que ha ido trabajando para hacerlas madurar.

Con todo y las publicaciones, hablar de ser publicado no le resulta un problema de posicionamiento dentro de los círculos literarios. La trascendencia no le remite a ser publicado en una editorial grande, sino al alcance de su obra. Pone como ejemplo a Fabián Herllejos, un escritor tuxtleco que sube sus textos a Facebook al que lo lee mucha gente por su manejo del lenguaje.

«Debe haber ejes importantes si se busca una escritura trascendente, la primera, la honestidad. Un texto que no es honesto no va a trascender, a lo mejor gana un premio o sea canónico durante un tiempo, pero no va a garantizar que, en cien, ciento cincuenta años siga siendo leído […] Segundo, tiene que pulirse la técnica. El simple hecho de sentarse a escribir ya es un acto valioso, pero como toda arte, necesita pulirse […] Y por último, sensibilidad con respecto a tu época».

Llega un momento en que alguien pregunta su perspectiva sobre la literatura en la educación. «Hay cosas que no se pueden enseñar, el amor a la literatura entra en eso. Se pretende que se pueda enseñar el gusto por leer. Pero la cosa no va por ahí porque no todas las cabezas son iguales y no todos van a amar el mismo texto.»

Para explicar un poco más sobre el tema, regresa al modelo de Vasconcelos, a quien no pretende justificarle su gobierno, sino que lo usa a modo de ejemplo para explicar que las personas antes leían sin excepción (al menos quienes tenían el privilegio de estudiar) debido a que las lecturas de los libros no se imponían, se propiciaban a través de salas de lectura instaladas en las escuelas. «Si tú llenas un espacio de material literario, accesible y de calidad, no vas a necesitar tanto estarle pidiendo a la gente que lo lea. El espíritu de la curiosidad humana que es intrínseco al primate, va a provocar el acercamiento».

Uno de los grandes problemas de cómo se fomenta la lectura en México, repite, es el intelectualismo adornado bajos los lemas «Lee para ser mejor» o «Lee para ser más culto». «El acceso a leer tiene más que ver con provocar experiencias».

Si bien este intelectualismo ha rebotado hasta en nuestros hogares donde se les condena a distintos medios la falta de «culturización», para Santana dejar la lectura por alguna otra cosa no es necesariamente malo. «Para mí no es malo si una persona deja un libro por otra cosa, si la otra cosa le está provocando una experiencia humana del mismo nivel […] La lectura es una de muchas herramientas y que yo la promuevo porque es la que a mí me ha provocado eso, pero no significa que sea la única». Las consideraciones que hace con otras herramientas no solo terminan en otras artes como el cine o el teatro, sino que se aproximan hasta los videojuegos, los cuales ya se asoman como un nuevo arte entre los círculos sociales.

Sus experiencias como mediador de la lectura hablan por sí mismas. Las personas con las que ha trabajado, en su mayoría terminan yendo a las ferias del libro a gastarse más de cuatrocientos pesos en autores que ni él conoce. «Les mostraba lo que a mí me gustaba y ya cada quien tomaba sus líneas. Algunos me han animado a leer cosas que no conocía, así como compartimos memes, deberíamos compartir libros».

A futuro, Santana pretende seguir con  la editorial Ek Chapat, la cual irá por su primer libro de una autora de Michoacán.  Ve mucho futuro en cómo se está llevando la literatura a través de editoriales pequeñas como la suya que buscan captar voces ocultas dentro de la sociedad y darles un lugar donde expresarse.

«Yo veo que hay una resistencia poco justificable a cambiar los modelos de trabajo, este tradicionalismo de hacer las cosas de la misma manera a pesar de que nunca han funcionado, para mí es un error muy grave. En Latinoamérica no hay país lea menos que México […] Creo que sí es necesario cambiar las prácticas, la escritura se volvió una escritura de élite de prestigio, hay que re-humanizarlo, hay que socializarlo.»

Antes de abandonar la entrevista, Santana apunta con anhelo a la juventud que hoy en día está explotando en la literatura a través de distintos proyectos que se mueven entre universidades de manera independiente. «Para mi ese es un camino importante […] creo que en Chiapas hace falta eso».

*Carlos Martínez es estudiante de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación del Instituto de Estudios Superiores de Chiapas (IESCH).

 

 

 

 

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *