Sobre la medalla Rosario Castellanos y el empoderamiento ciudadano

De Sandra de los Santos

Cuando el Congreso del Estado a través de la Comisión de Postulación de la Medalla «Rosario Castellanos» emitió la convocatoria para presentar a personas candidatas a esta presea, María Cruz nos convocó para que apoyáramos la candidatura de la investigadora Araceli Burguete Cal y Mayor.

La iniciativa me pareció profundamente valiosa porque es la primera vez que sé que la ciudadanía se haya adueñado así de una postulación para la medalla Rosario Castellanos desde que fue instituida en el 2004.

No pretendo quitar el mérito a nadie de las personas que han recibido la medalla anteriormente. Hay casos en los que no hay lugar a cuestionamientos en cuanto el aporte que han realizado esas personas a la ciencia, el arte o la virtud. Lamentablemente también hemos visto que les han otorgado el premio a personajes que por más que una le escarbe a su currículo no se encuentra el grado inminente por ninguna parte.

Este año la comisión de legisladores decidió otorgar el premio al artista del municipio de Tenejapa Antonio Ramírez Intzin, que no dudo que cuenta con todas las credenciales para obtener la presea.

Cuando se premia a una persona no solo se reconoce a ella en particular y todo su esfuerzo, sino todo lo que simboliza esa persona, las interseccionalidades que le atraviesan, esa historia de vida que se vuelve extraordinaria.

Debo de confesar que hasta hace un año había tenido un grado de resistencia con los concursos o postulaciones a premios. Tenía la impresión que le levantan la moral a muy pocos, y se las puede llegar a bajar a muchos; pero mi apreciación cambio debido a que fui parte de la organización de una entrega de premios a nivel nacional en periodismo universitario. Me di cuenta que el «reconocimiento» en sí es como la Itaka de Kavafi, lo importante no es el premio, sino todo el camino que se hace, lo que logra impulsar, la inspiración que se llega a construir.

Los reconocimientos cuando son transparentes, con convocatorias claras y que se siguen al pie de la letra, con comisiones ciudadanas (cuando son entregados por instituciones o poderes de gobierno) que sirven para acompañar el procedimiento, dignifican a todas las personas involucradas: a la institución que lo entrega, a quien recibe la presea, y  a todas las personas postuladas.  Cuando sucede todo lo contrario hasta se les falta el respeto a las personas que se les pretender rendir homenaje.

El proceso en cómo es designada la medalla Rosario Castellanos ha sido, desde su origen,  poco transparente. No es exclusivo de esta presea, los actores políticos se adueñan de los reconocimientos y terminan ellos decidiendo a quién entregárselos, y aunque a veces se pueda coincidir con las designaciones no es la manera correcta que se debe de hacer.

La candidatura que se hizo de la investigadora Araceli Burguete Cal y Mayor fue la respuesta política que dieron varios grupos ciudadanos a una acción que ha sido recurrente en los diferentes niveles y poderes de gobierno, y es adueñarse de los reconocimientos. Lo que les dijimos es: «los estamos viendo», «nos interesa qué hacen y como lo hacen». Nos interesa y por eso pedimos transparencia.

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