«Tata Chico», para unos cuantos

Foto: Jorge Jiménez

Debido a la pandemia, la tradicional fiesta patronal en Tonalá se vivirá de manera diferente este año

Lucero Natarén / Aquínoticias

La pandemia ha cambiado para algunos la vida diaria, pero no ha podido apagar la fe. Muestra de ello es que el pueblo de Tonalá, pese a la contingencia sanitaria y bajo estrictas medidas preventivas, vivirá su tradicional fiesta patronal de San Francisco de Asís, «Tata Chico», informó el párroco de la iglesia, Martín Medina Balam.

«Tata Chico» en años anteriores bajaba a recibir las ofrendas y a convivir con las y los feligreses que esperaban con ansias su llegada, la cual traía consigo una gran fiesta, juegos mecánicos, vendimias, adornos, juegos pirotécnicos, agrupaciones musicales, eventos culturales, sin olvidar a las tan aclamadas chiapanecas, quienes recorrían las calles de la ciudad montadas en los carros alegóricos, obsequiando dadivas a las personas que abarrotaban las calles, lo cual este año será extrañado por muchas personas.

En punto de las 12 del día, del 24 de septiembre, como cada año, bajará «Tata Chico», lo cual será transmitido por las autoridades parroquiales con el fin de evitar conglomeraciones y contagios de COVID-19. Sólo unos pocos presenciarán el evento. Franciscanos a bordo de una camioneta serán los encargados de amenizar con música el camino de patrón del pueblo.

Este año «Tata Chico» y sus acompañantes darán cuatro recorridos, no sólo el 24 de septiembre y el 8 de octubre, como comúnmente se hacía, sino que se agregarán dos fechas, 1 y 4 de octubre, todos a las 12 p.m.

Con respecto a la subida de «Tata Chico», esta ocurrirá el día 8 de octubre después de la misa de las 6 de la tarde, momento en el que se despedirá el patrón de su pueblo, para bajar nuevamente el próximo año.

Cabe destacar que, como medida de prevención en estas fechas, la Parroquia permitirá el acceso a 100 personas, quienes previamente obtuvieron su pase.

Como dato curioso, feligreses cuentan que las y los enamorados aprovechaban estas fiestas para «huir» hacia una vida de pareja, bendecidos de alguna forma por el santo, mientras que otros se limitaban a sellar su amor colocando su nombre y el de su enamorado o enamorada, en dijes, que eran vendidos por algún mercante, típico de esta feria.

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