Tubo de ensayo / Rene Delios

No tanto el bullying como el narco menudeo en las escuelas de la nación, es el nuevo coco de la SEP y sus homólogas en los estados del país.
Lo es también en la media superior y desde luego la superior, que prefieren eludir un tema escabroso pero «in crechendo» como flagelo social y cuya presencia y redes advierte que es altamente rentable para el crimen organizado.
Sin embargo como el asunto no es de carácter universal entre el alumnado, la SEP se ocupa más en el problema del rezago pedagógico en el magisterio, en tanto en la Anuies prefieren seguir hablando de la «excelencia académica» que se les va a acartonar en la lengua, en éste país de acumuladas mentiras institucionales.
El problema con la CNTE deriva del SNTE; es decir si hay disidencia es porque hay sindicato que no vela por los intereses de las bases, que es lo que sucedió con el charrismo cuando los salarios del magisterio no fueron incrementados y por años los aumentos fueron de centavos, al grado que hoy tenemos a licenciados en diversas materias que no reciben el salario que merecen porque el sindicato no lo peleo en su momento, a fuerza de que así se lo indicaron desde la SEP o Gobernación a Elba Esther Gordillo, cuando era la líder terrible de ese sindicato considerado el más grande de América Latina.
El caso de la escuela Rafael Dondé, una secundaria técnica ubicada en Nuevo Polanco, allá en la ciudad de México, no es único. Versiones de esa escuela filtraron la información de que en ésta se venden diversos psicotrópicos dentro y fuera de las instalaciones de dicho centro escolar.
Y ya la sabe con eso de que están siempre en vigilia, la escuela es merecedora de especial atención de las corporaciones que se encargan de desarticular ese tipo de negocios turbios, -y a la vez, desde dentro de éstas-; son los mismos que dan los pitazos a los señores de las drogas, en un círculo vicioso y sin escrúpulos en que solo pierde México, nación que requiere no solo de chicos sanos, sino también de que no crezcan maleados.
Digo, porque tan mala sangre son los que envician a la juventud, como los que se roban su futuro, y me refiero a los políticos tranzas, que corrompen de todo a beneficio propio.
A ambos –narcos y corruptos- les deberían obsequiar los jueces cadena perpetua.
Pero esa es otra vaina.
Pasa, desde luego, la mala fama –bien ganada, eso sí- de ese crimen organizado que no tiene ni Dios ni Diablo; menos tiene concepto de nación: su espíritu es el dólar y la vida de terceros viene a ser solo un objeto. Las descripciones de la suerte de quienes le estorban al narco son bastas, desde testimoniales hasta inventadas, en diarios, entrevistas de radio y TV, películas, en fin, que infunden temor en los directivos de los planteles, en dónde éstos detectan –porque un chico drogo es visible ¡por Dios!- que hay jóvenes que consumen drogas en sus planteles.
Prefieren hacerse de la vista gorda y llevarla en paz con esos muchachos violentos, como también parece es la idea de los funcionarios de la SEP, que se andan distrayendo un rato con el caso Oaxaca y la sección 22, huérfana ya del IEEDO, y que por ser de la especial atención presidencial merece trato directo, en vez del caso con pinzas que significa el hecho de que nuestra juventud esté bajo constante agobio y riesgo.

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