Tubo de ensayo / Rene Delios

Bueno pues no pasó finalmente nada al Partido Verde Ecologista que sigue vivito y coleando, aunque eso sí, sin el cien por ciento de las prerrogativas las que, insisto, no les importa pues, dinero hay.
¿O no?
Sus candidatos a diputados locales y presidentes municipales desde ayer se registran en 17 estados del país, y las altas posibilidades de alianza con el PRI en la mayoría de éstos, preocupa no solo a los nuevos institutos políticos, sino también a otros vigentes que pudieran perder su registro, como el Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano.
Sabedores de que no pueden establecer alianzas, el Humanista y Encuentro Social ni se ven como para darles esperanzas de permanencia, excepto Morena que, se espera de la sorpresa electoral, aun los inefables ataques a su líder moral.
En las entidades pasa lo mismo: hay siglas partidistas que ni se ven; el caso de Mover a Chiapas es la excepción en medio del escándalo de corrupción política y partidista, presidido por un líder moral que luego fue su presidente para después pasar a ser aspirante a alcalde -otrora lo fue por el PT- de San Cristóbal, en unos pasos tan obvios como impositivos, al estilo de Andrés Manuel López Obrador, o se «el súper yo».
Este año se renovará la totalidad de las 500 curules de la Cámara de Diputados, 9 gubernaturas, 641 diputaciones, 993 alcaldías -en 17 estados- y las 16 jefaturas delegaciones en el Distrito Federal.
O sea, 2 mil 159 puestos de elección popular, de los cuales mil 659 son estatales y de éstas, 163 corresponden a Chiapas, con 41 diputados locales -24 uninominales y 16 plurinominales y uno «extranjero», como representantes de los migrantes chiapanecos en EU, que ha sido nulidad y frivolidad-, además de 122 alcaldías.
No hay cifra oficial de cuantos regidores en esos 17 estados del país, ni siquiera por Chiapas, que aunque proporcionales-o sea, no votados-, también se contemplan como representantes populares.
Pues en medio de todo eso, el PVEM les crece entre cada elección «igual que un feto», en el vientre del priismo, en una alianza extraña y por lo tanto no gratuita, y que en algunos casos incomodó a los militantes rojos, por el desarrollo de éste partido en la entidad, hasta que las negociaciones de alto nivel detuvieron las diferencias, que generaron más chisme que información cierta, en la que lamentablemente cayeron muchos «experimentados» en ambos bandos.
La sola reunión entre los dirigentes del PRI/PVEM chiapanecos con el secretario de gobierno, estableció la cordialidad y alejó el rencor.
El PVEM ha penetrado con celeridad en las estructuras sociales étnicas, cansadas de las muchas mentiras que munícipes priistas les hicieron; o sea que el PVEM es el agua fresca. Desde luego influenciados porque el gobernador del estado es de éste partido, y si hay convenencieros –y cabrones- son los caciques que dominan los clanes indígenas y que se cambiaron de camiseta roja –como muchos amarillos en el medio urbano- a la verde sin ningún problema de convicción.
La mayor expresión de desarrollo político del verde en México se llama Chiapas.
Así, terminadas las disputas, Tapachula para un priista y Tuxtla para un verde: Neptalí Del Toro y Fernando Castellanos respectivamente; el primero, de los pocos priistas que exponía sin temor la necesidad de hacer trabajo político por su partido; el segundo in crechendo en el presente sexenio meteóricamente, gracias a un discurso fluido que convence, pues es Castellanos parte de los jóvenes que como él, prometen no solo en el sureste mexicano sino en todo el país; el verde le apostó a la juventud con mucha fuerza y éstos –se ve- han generado mucha simpatía entre electorado cansado de dinosaurios y caciques políticos regionales.
Es por eso que en el PRD tiemblan, porque si no lo manda al quinto lugar político Morena, lo hará el Verde.

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