Tubo de ensayo / Rene Delios

Existen dos realidades en Chiapas, la primera, es la que promueve mediáticamente el gobierno del estado, a la que se suman quienes piensan que pueden aspirar a un cargo, o en la idea de hacer lo necesario para ser parte de un equipo a partir de la próxima elección.
En esta realidad la entidad es incluyente, pero sobre todo, parece armoniosa aun los eventos violentos que de vez en vez se registran, y que se multiplican en los medios contrarrestando los intentos por lograr una buena imagen del estado.
La verdad solo los que viven en una «zona de confort» tienen otra idea de la realidad al menos momentánea en el estado, aunque está vez se irritaron con alguno de los yerros del gobierno, y son los primeros que manifiestan su molestia cuando alguna organización social se manifiesta en las calles, y es cuando –como ahora- brota una inconformidad conjunta que desvirtúa esa realidad alterna en que parece estar Chiapas, una entidad no violenta, sin índices preocupantes de delincuencia organizada.
La otra realidad es la de los abusos y la corrupción, la que padecen casi dos millones de chiapanecos en zonas vulnerables, a los que se ha usado históricamente como carne de cañón electoral y después se les da la espalda como si no existieran, a la vieja usanza priísta.
Pero pasó lo mismo en doce años de izquierda –pasa lo mismo en Tabasco, Morelos, Michoacán, perredistas-; esa otra realidad tiene en un estado incómodo a la entidad, contrario a lo que se dice en las versiones oficiales: hay inconformidad social, en todos los sectores.
Encontramos abusos y carencias en el otorgamiento de presupuestos y programas sociales, hay una clara voluntad de beneficiar a la administración en turno con base en la necesidad de las mayorías, así opera pues, la lógica de la administración actual.
Y lo peor: no hay explicación alguna al pueblo, no hay dinero y ya, porque ellos son la autoridad no dicen más, aun el desgaste financiero en miles de empresa pequeñas y no tanto, sea tremendo y genere problemas colaterales hasta de salud, ante la zozobra y la desesperación por los endeudamientos con instituciones de crédito voraces.
¿Qué no se merece éste pueblo que le hablen claro?
Igual se trata de proteger la imagen de alguien, Peña por supuesto, y el fracaso de sus reformas estructurales ante la baja del petróleo que definitivamente tronó su sexenio que, para nada, va a ser histórico y sí sin presedente en la falta de cumplimientos, con el anexo de que por primera vez, incluso en Chiapas, los empresarios se inconforman en contra del régimen.
¡No les liquidan deudas millonarias! Y ellos, dijera el chiapaneco «son ojo de paga».
Es otro de los tantos sectores parasitarios de los gobiernos, que no dudan ya en cuestionarlo no solo por la falta de pagos, sino por las pérdidas generadas a falta de aplicar el estado de derecho a la CNTE.
Así lo hicieron público en éstos tiempos impopulares.

Compartir:

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *