UE-EEUU, la guerra comercial parece inminente

Bruselas se prepara para responder a la posible imposición de aranceles o de cuotas

Agencias

[dropcap]L[/dropcap]a guerra comercial entre Estados Unidos y la Unión Europea parece inminente, aunque queda por conocer cuál será la intensidad del conflicto. El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, ha ofrecido la pista definitiva este miércoles al considerar que una imposición de aranceles no tiene por qué impedir que continúen el diálogo y las negociaciones con la UE. Hasta ahora, Bruselas ha rechazado categóricamente esa posibilidad.
A pocas horas de que venza la exención temporal que Estados Unidos concedió a Europa para dar margen al diálogo antes de aplicar los anunciados aranceles al acero y al aluminio el próximo viernes, Ross ha dejado entrever que impondrá algún tipo de castigo. «Puede haber negociaciones con o sin aranceles en vigor», dijo durante una intervención en el foro que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) celebra en París. «La UE nos ha puesto muchos aranceles, así que no se trata de que no se pueda hablar porque haya aranceles en vigor», ha agregado.
Sus palabras pretenden que los socios europeos renuncien al principio que enarbolaron al iniciar los contactos informales con Washington: la UE no negocia con una pistola en la sien. Si la Administración de Donald Trump no retira indefinidamente la amenaza, Bruselas desistirá de cualquier aproximación comercial con Estados Unidos. Ambos bloques son los principales socios comerciales del planeta por volumen de intercambios, pese a que no hay ningún tratado que los vincule.
Lejos de mostrar una postura conciliadora, Ross ha pasado al ataque con los europeos. El secretario de Comercio ha puesto como ejemplo a China, país con el que Washington mantiene otro pulso arancelario, para señalar lo que en su opinión constituye una postura intransigente del club comunitario. «China está pagando los aranceles, que entraron en vigor en marzo, y no ha usado eso como excusa para no negociar con nosotros. Solo la UE insiste en que no podemos negociar si hay aranceles», ha mantenido.
Asimismo ha lamentado el «interés limitado» que en su opinión la UE ha mostrado en mantener «negociaciones serias» con Washington. Poco después de lanzar ese mensaje en público, el responsable estadounidense se reunió con la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmström. «Ahora la decisión depende del presidente de Estados Unidos», aseguró un portavoz tras el encuentro. Ese análisis deja claro que la decisión solo responde a motivos políticos de Trump.

Pocas expectativas
Malmström ya previno el pasado martes al Parlamento Europeo de que las negociaciones no iban por buen camino. «Siendo realistas, si Estados Unidos desiste de los aranceles, cabe esperar que quiera imponer algún límite a las exportaciones europeas», aseguró ante la Eurocámara. Respecto a esta segunda opción, la duda reside en si se trataría de una cuota severa (es decir, inferior al volumen de exportaciones europeas de acero y aluminio hacia Estados Unidos y que, por tanto, obligaría a reducirlas) o simbólica (igual a lo que Europa vende a Estados Unidos y, por tanto, sin efectos reales). Según fuese una u otra, Bruselas reaccionaría con más o menos ahínco.
Ante el primer anuncio de aranceles que lanzó Trump, la UE ya preparó un paquete de medidas, que permanecen en la recámara desde que rige la exención temporal. La principal consiste en gravar con aranceles la importación de una lista de productos estadounidenses por valor de 6.400 millones de euros.
Frente al argumento de que Estados Unidos es el primer perjudicado por la imposición de aranceles, Ross minimizó el impacto que puedan tener en la industria estadounidense consumidora de acero o aluminio. «El cielo no se ha caído en EE UU desde que impusimos los aranceles. No se ha caído y no lo va a hacer», sostuvo. El precio de una lata de sopa aumentaría solo una fracción de un centavo de dólar y el de los coches se incrementaría menos de un 1%, aseguró.
Pese a todo, el riesgo de adentrarse en la contienda es enorme. Comenzar a restringir el comercio entre Washington y Bruselas abre la vía a las represalias e impacta en los intercambios comerciales globales. La propia Cámara Americana de Comercio en la UE ha pedido una exención permanente para Europa con el argumento de que ese litigio comercial tendría «implicaciones significativas para el empleo, el crecimiento y la seguridad a ambos lados del Atlántico».

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