Cuando al arribo de Jaime Valls Esponda a la rectoría de la Unach fui de los pocos que le dio el beneficio de la duda y vio con buenos ojos el que un administrador llegara a la máxima casa de estudios de Chiapas, muchos me echaron montón sólo porque Valls era un «cae mal». Qué argumento, señores y señoras.
El tiempo ha mostrado que la del expresidente capitalino es de las gestiones más exitosas que ha tenido la Unach en los últimos años. El crecimiento en infraestructura y la mejora de los programas de calidad lo avalan. Quizá por ello muchos vieron hasta de forma natural su eventual reelección.
Qué bueno que Jaime Valls tenga sus ojos puestos en un escaño legislativo o en reincorporarse en la función pública, aunque esta vez a nivel federal, con el tremendo respaldo de cuncas como Luis Videgaray o Antonio Meade, porque un segundo periodo es riesgoso, sino que se vea en el espejo quebrado de Roberto Domínguez Castellanos, que tuvo una muy buena primera racha, pero de ahí todo a menos.
La sucesión parece estratégicamente necesaria. Jaime redujo exitosamente los negativos que le dejó la presidencia municipal capitalina bajo la sombra de Juan Sabines, oxigenó su imagen y le permitió realizar las alianzas políticas necesarias para pensar en otros horizontes. Hoy deja en claro sus recursos y capacidades y por fin camina por cuenta propia.
Ágora
De los posibles sucesores de Jaime Valls, el doctor Sarelly Martínez nos compartió ayer en su columna un mapeo de los actores con posibilidades: de casa, mencionó sólo a Iván Camacho, recién nombrado secretario académico, con lo que dejó fuera con obviedad al eterno aspirante Hugo Armando Aguilar, secretario general.
Comenta que tendrían igual posibilidades dos rectores, pero creemos que más que posibilidad lo que tienen es capacidad, ellos son los académicos: Gonzalo Vásquez Natarén, de la Politécnica de Tapachula, y Oswaldo Chacón Rojas, de la Intercultural. De los dos, el de mayor influencia es Chacón, pero difícilmente retornaría en el corto plazo a la Unach, donde recién dejó la dirección de la Facultad de Derecho.
Quedan los políticos, lo que buscan cambios en la Ley Orgánica, según el propio Sarelly, para derogar la cláusula de la edad máxima para ser rectores (60 años): Plácido Morales, Harvey Gutiérrez y Eugenio Ruiz. El primero, más político que académico, conoce poco de la universidad y tiene un cargo importante: coordinador de gabinetes; el segundo es más empresario que político, para nada académico, y aún tiene la responsabilidad de la diputación federal y la coordinación del consejo del IAP Chiapas.
El tercero es, a nuestro juicio, el de mejor perfil: es académico y administrador (ha pasado toda su vida dentro de las aulas, los quirófanos y las oficinas administrativas de la Universidad Autónoma de Chiapas). A nivel central trabajó con tres rectores: como director de Servicios Escolares con Antonio García Sánchez; como director de Recursos Humanos con Jorge Ordóñez Ruiz, y como secretario Académico con Ángel René Estrada Arévalo. Fue, además, director de la Facultad de Medicina.
El actual secretario de Salud en el estado también tiene a su favor lo que algunos consideran el factor determinante: la simpatía del gobernante en turno, pues en su historia académico-política a Eugenio Ruiz le tocó la fortuna de ser alumno del doctor Manuel Velasco Suárez; amigo del hijo de éste, el también doctor Jesús Agustín Velasco Siles, con quien trabajó la biografía del neurocirujano, la institucionalización de su aniversario luctuoso en la Facultad de Medicina y la creación de la Fundación que lleva su nombre.
Corrillo
El presidente de Tuxtla Gutiérrez, Samuel Toledo Córdova, puso fin ayer a la acusación de tráfico de influencias por la cual el empresario Luis Orantes Aramoni se habría apropiado de vialidades para ampliar una zona de condominios. El alcalde aseguró que mediante a escrituras se comprobó la legítima propiedad de Orantes Aramoni. Cualquiera que tenga dudas puede ir a cerciorarse al Registro Público de la Propiedad.SÍGUENOS Y CONTÁCTANOS:
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