Alvarado, si recuerdo es porque estoy viejo… / Ruperto Portela Alvarado

– Recordar es vivir y yo estoy viviendo
– Me llena de alegría saber de ti…

Algo quiero saber de ti y que tu estas dispuesta a revelarme. Yo quiero seguir recordando porque me cura mi nostalgia y me llena de alegría estar de nuevo jugando con mis compañeros de generación. Ya estoy viejo, pero para nada me entristece porque me preparé para esta edad a la que ya muchos quisieran llegar. Eso sí, me duele no estar contigo y abrazarte desde la playa hasta la orilla del mar.
Recuerdos son y cómo lo sueños, tendrán que desvanecerse al despertar; por eso comparto lo que seguramente ya todos saben y que solo ayudan a volver al pasado porque:/Recuerde el alma dormida/ avive el seso y despierte/ contemplando como se pasa la vida/ como se viene la muerte. //Tan callando, que presto que da el placer/ que a nuestro parecer/ todo tiempo pasado fue mejor…
Por acá, por estas tierras de los tzeltales, tzotziles, mames y mayas: el pozol, el nucú o chicatana, la chincuya y la papausa, un hombre de edad madura (casi entre los 85 o 90 años) también recuerda y bien, a personajes de valía de nuestro Alvarado querido. Don Leandro Molinar Meraz, un asiduo lector de mis artículos me dice:
«Conoci al ing. Emilio f. Ferreira delfin (la «f» es de fructuoso) en 1957. Hace 57 años yo trabajaba como entomólogo que fue mi especialidad en la carrera de agronomia, en pueblo viejo veracruz, pegado a tampico. El ing. Ferreira inspeccionaba las operaciones de la campaña contra la mosca prieta de los citricos. Cambió el gobierno federal y nombraron al ing. Ferreira delegado de colonizacion en el estado de veracruz. Me llamó y me invitó a colaborar con él desde 1958 hasta que se retiro siendo delegado agrario en tamaulipas; creo que fue en 1963. Yo segui en el agrario más de veinte años. De la familia del ingeniero ferreira conoci a su hermano felipe que tenia una fragua en alvarado. Seguido lo visitabamos el ingeniero y yo; preparaba pescado en la fragua muy bien hecho y tomabamos toros de diferentes frutas con aguardiente. Al otro hermano que conoci del ingeniero fue don genovevo, ingeniero naval, famoso por que fue el jefe de maquinas en aquel barco petrolero que torpedearon los alemanes; creo que fue el barco «potrero del llano». Rescataron a don bevo –asi le decian– y le fue muy bien. Se retiro de la armada y trabajo en la marina mercante. No tengo mas detalles, eso fue hace muchisimos años. Al ingeniero ferreira delfin lo apodaban en alvarado «el congo» y un detalle que se me estaba pasando: el fue ingeniero militar y fue seguidor de don heriberto jara en su juventud. No recuerdo más. A ver si con estos datos consigue usted más informacion en alvarado. Otro dato, aquel reportero que escribía «frentes politicos» en el excélsior, ángel trinidad ferreira era sobrino de don emilio, buenas noches».
Como dice el tango: /el viejo tiempo que lloro/ y que nunca volverá/. Pero lloro de alegría, tal vez de nostalgia por la lejanía de mi tierra, de mis hermanos y familia; de mis amigos y de mis recuerdos; pues así como don Leandro Molinar Meraz recuerda a don Emilio F. (Fructuoso) Ferreira Delfín, yo podría recordar a mis maestros del alma como la maestra Ángela Carmona, quien me enseñó a leer después de haber tenido dos maestras de primer grado en el mismo año. A ella le dediqué mi tesis de Licenciatura en Periodismo.
Habrá tiempo para amar y recordar al profesor Rafael Delfín «Yito» quién siempre se preocupó por los viajes de los alumnos por aquella máxima de que «los viajes ilustran». Él nos llevó a la ciudad de México cuando los de mi generación teníamos apenas 12 años. Quizá también me obliga la razón a llamar la atención hacia mi maestro de quinto grado, Rafael Hernández que era buen académico y enérgico como ninguno. Sobresalía por su arte de instalar en la sala de su casa un majestuoso nacimiento de navidad.
Mi reconocimiento, como dije, a la maestra Ángela Carmona Rojas por haberme enseñado a leer después de haber tenido dos maestras antes en el primer año: la profesoraMelvi Márquez que era enérgica hasta con la regla correctora (que luego la encontré en 2º y 4º grado) y la maestra Catalina de la que ya me olvidé de sus apellidos. En tercer año tuve a la maestra Matilde Carmona Ochoa, que si bien era «mandona», también hay que decir que fue una excelente profesora. Todos me dieron clases en la escuela «Benito Juárez» de la Heroica y Generosa Ciudad de Alvarado.
Aunque no fueron mis maestros, llevo buenos recuerdos de don Ernesto Macarty que fue eterno director de la escuela (entonces solo de niñas) «Josefa Ortiz de Domínguez» en el antiguo y hermoso edificio de corredores y balcones de la «Benito Juárez». También de la profesoraGladis Ochoa guardo una buena imagen.
¡Ah!, pero en eso de la enseñanza, nunca debemos de olvidarnos de la señora Juana Manuela (que nunca supe sus apellidos) quien nos daba clases a los «chamaquitos» con la cartilla de San Miguel que traía en la parte de atrás grabado un diablo cargando al ángel. Doña Juana Manuela enseñaba las primeras letras en un patio de lo que era casa de Ricardo Tiburcio, de bajo de unos árboles, por la mañana y por la tarde.
Ya de la enseñanza de las letras, la gramática y la literatura, en Secundaria tuve buenos maestros como la profesora Rafaela Quirasco en la cátedra de español de la ESBA (Escuela Secundaria y Bachilleres de Alvarado); el profesor Julio Ríos en Literatura de igual clase el maestro Rodolfo Zamorano, ya en preparatoria. De esta misma especialidad de Castellano Superior, tuve en la Facultad de Periodismo un extraordinario maestro como lo fue Francisco Gutiérrez González.
Todo podemos ser, menos ingratos, sino más bien, generosos en nuestros agradecimientos y recuerdos de aquellos que algún día hicieron o quisieron hacer algo por la generación a la que pertenecemos. Estamos vivos y pasamos la barrera del tiempo para solazarnos con los recuerdos que no nos hacen más viejos, pero sí nos revive el alma.
Somos como las aves que vuelan o las memorias que nos llevan atrás del túnel del tiempo. No podemos resistirlo porque sería como negar lo que fuimos, lo que somos y lo que seremos cuando dejemos la carne para convertirnos en espíritu. Despeja la mente con los recuerdos y busca en el cajón de antigüedades lo más bello, lo mejor, lo que te hizo y te seguirá haciendo feliz.
O como dice la canción que quiero que escuches con atención («El Tiempo Pasa») y que hurgues en tu corazón lo que tu memoria recuerda:
El tiempo pasa/ y no te puedo olvidar/ te traigo en mi pensamiento, constante mi amor/ y aunque trato de olvidarte/ cada día te extraño más// Las noches sin ti/ agrandan mi soledad/ a veces he estado a punto de irte a buscar/ dime que cosa me hiciste/ que no te puedo olvidar//
Si vieras/ yo como te recuerdo/ y en mis locos desvelos/ le pido a dios que vuelvas/ si vieras/ yo como te recuerdo/ será, porque aun te quiero/
y espero que tu/ si escuchas esta canción// donde quiera que te encuentres espero que tú/ al escucharla te acuerdes de mi/ como yo/ me acuerdo de ti… RP@
Si deseas contactarme: rupertoportela@gmail.com

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