Bienvenidos a la fiesta de San Pascualito Bailn: tradicin, devocin y «joyonaques»

Las costumbres y tradiciones de los zoques se dejan ver una vez más en la capital de Chiapas; contemple la fe

Daniel Torre/Portavoz

[dropcap]L[/dropcap]as calles aledañas están llenas de puestos y juegos mecánicos, la música del conjunto se presencia en las cuadras de los alrededores; en la entrada de la iglesia una enorme manta dice «La iglesia ortodoxa independiente San Pascualito Bailón le da la bienvenida».
El olor es penetrante, una mezcla de incienso y hierbas invaden la acera de la calle, en el atrio central de la iglesia un conjunto toca música popular, solo unos cuantos bailan, son más los que entran con devoción febril, llevan arreglos florales para colocarlos en el palco de San Pascualito.
Adentro de la iglesia, como es costumbre, las mujeres obligatoriamente cubren su cabellera; en su mayoría son señoras de edades avanzadas, pocos jóvenes ocupan las bancas y un grupo de tamboreros y pitilleros zoques toca con una fuerza tal, que la música del conjunto desaparece al interior; los feligreses visten hábitos muy al estilo de la orden de los dominicos, predominando el color azul marino con estola color morado.
A pesar del calor sofocante que se percibe afuera, el interior de la iglesia permanece frío, o por lo menos esa es la sensación que causa el ver que los devotos rezan y piden a un santo de huesos de madera.
Un anuncio al lado izquierdo de la iglesia dice que las veladoras serán revisadas antes de ser colocadas debido a que se han encontrado dispositivos explosivos en su interior, esto da razón a la intolerancia a esta variante religiosa.

La elaboración

En el atrio izquierdo, como escondidos tras una estrecha puerta, el grupo de la mayordomía de ramilletes zoque elabora con dedicación y paciencia los tradicionales joyonaqués, el suelo está lleno de restos de hojas y la mesa está cubierta de flores, hilos y agujas enormes.
Sólo dos mujeres ayudan en la elaboración, la mayoría son adultos y dos son los jóvenes que apoyan a los mayordomos; entre todos se llaman maestros, se mantienen concentrados pero risueños, de vez en cuando se molestan; beben pozol para calmar el calor que se concentra bajo el techo de lámina.
Felipe Morales Sánchez, mayordomo ramilletero, cuenta que a los 15 años comenzó a elaborar los tradicionales joyonaqués, sin embargo, dejó la labor por formar cargo de otras mayordomías, dice mientras elabora un ramillete con hojas de mango, flor de montecasino y flor de palenque, las cuales corta a medida y enrolla con una habilidad ejemplar, para después ensartarlas en unas agujas de aproximadamente 30 centímetros; acto seguido las pasa al hilo, las amarra y decora con pétalos de flores.
Las figuras que adornan el centro del ramillete varían y cada una representa un grado de dificultad y significado, en su mayoría son grafías astrológicas y litúrgicas como el sol, la luna, estrellas y custodias.
«Estos ramilletes son exclusivamente para los santos, si vienen y me los piden para unos 15 años, ni quien se los haga, porque esto se hace con fe y devoción para las imágenes», dijo con precisión el maestro Felipe Morales.

Origen de la tradición

Uno de los jóvenes ramilleteros reparte tequila entre los asistentes, en una jicarita sirve la bebida. Los mayordomos brindan con el de al lado y, una vez que han terminado, el joven se acerca al maestro Sergio de la Cruz, quien ofrece de su trago al servicial repartidor.
De la Cruz explica que esta es una de las tradiciones más antiguas de la cultura zoque, y expone que San Pascual Bailón era un sacerdote español al cual se le dio el grado de santo por su ejemplar vida: «En 1601 se tiene el registro que en uno de los asentamientos zoques le rinden culto a un esqueleto en las afueras de la ciudad, le hacían fiesta en distintos pueblos de la zona, desde un principio la celebración fue mal vista por los sacerdotes los cuales prohibieron que se llevara a cabo».
Asegura que a pesar de los numerosos intentos de detener esa tradición, los zoques se arraigaron a ella, hasta que en 1872 las vecinas del mercado viejo formaron una comisión para celebrar a San Pascual Rey, «aquí se da una mezcla, de las tradiciones guatemaltecas con las chiapanecas», dijo.
Recién pasada la guerra cristera, agregó el maestro, se realizó una persecución y quema de santos en el año 1934 por parte del entonces gobernador de Chiapas Victórico Grajales; los fieles escondieron de casa en casa el esqueleto de madera, hasta llegar a sitiarlo en su posición actual.
Explica que en la conmemoración del cumpleaños del Santo, el día 17 de mayo, se realiza «la limpiada de San Pascualito» en la cual se le unta con aceite perfumado y se le cambian sus ropas, «como uno en cualquier fiesta, te bañas y te arreglas para recibir a los invitados». Añade que al concluir esta celebración se reparte café con pan y pozol.
Recalca que la Iglesia Ortodoxa e Independiente de San Pascualito Bailón permanece al margen de las políticas eclesiásticas de la zona: «En un momento quisieron que se integrara, pero aquellos querían hacer las cosas como ellos querían y así no es, por que este santo tiene su fecha específica».

El descanso

«Este año la fiesta está más grande que la del pasado por que donaron dos canales y hay más ramilleteros», exclama feliz el maestro Sergio de la Cruz; media hora después de esta conversación llegan dos jóvenes a filetear las dos grandes carcasas que se sitúan en las mesas de la improvisada cocina donde únicamente dos señoras son las encargadas.
«Solitas nosotras dos vamos a hacer la comida», exclama entre preocupada y orgullosa una de las cocineras, quien manifiesta que es un acto que realizan con mucha fe. Señalan que el platillo a realizar es el tradicional woca sis caldu, o caldo de vaca. Para cerrar el apetito los eclesiásticos ofrecieron barbacoa de borrego con consomé de Morelos, no faltó quienes a escondidas introdujeran las caguamas para acompañar la carne y sofocar el calor.
El atrio central continuaba con la música, las procesiones no cesaron durante todo el día, y fieles de Puebla y Tlaxcala trajeron presentes al también llamado patrón de los enfermos, a quien dicen se le reza para mitigar enfermedades fuertes o evitar el sufrimiento en los enfermos terminales.
El inicio de los ramilletes comenzó a las ocho y media de la mañana; siendo aproximadamente las cinco de la tarde, los mayordomos, con un cuidado ejemplar, colocan los ramilletes ya terminados en el arco que adornará este miércoles la carreta de San Pascualito.

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