Lo bueno cuenta mucho, pero no dura

Por falta de presupuesto, la cuadrilla encargada de recoger perros muertos en la vía pública desapareció; el riesgo a la salud de los capitalinos es latente

Daniel Torre / Portavoz

[dropcap]Q[/dropcap]ue un animal muerto permanezca muchas horas o días en la calle o carretera es lamentable, pero sobre todo insalubre. ¿Quién no se ha topado con un caso así al menos una vez en su vida? ¿Qué hacer en esta situación? ¿A quién acudir para que retiren el cadáver y no se convierta en un foco de infección?

Descomposición

Este proceso bioquímico natural consta de varias etapas, la primera es el fresco o la muerte del organismo, es la parálisis total de corazón, que provoca el endurecimiento de los tejidos; la falta de circulación aumenta la presencia de bacterias anaerobias (no necesitan aire para vivir) las cuales transforman las proteínas, lípidos y carbohidratos en ácidos y gases (metano, ácido sulfúrico y amoniaco) aquí comienza la putrefacción y la hinchazón del cuerpo…
El hinchado es la segunda etapa, en este las acciones microbianas ya son visibles, el ser unánime se llena de gases, provocando que el organismo se hinche, llegando a veces a romper la piel. La sobreacumulación de gases hace que estos comiencen a ser expulsados por los orificios del cuerpo, con el olor tan peculiar de la putrefacción.
La tercera etapa es la putrefacción activa, es en ésta donde los fluidos comienzan a ser liberados al medio ambiente y las larvas abordan a comer los restos a velocidades aceleradas emigrando del cuerpo después. La desintegración es visible y el hedor aumenta. La putrefacción avanzada se caracteriza por la pérdida de material cadavérico y la reducida población de larvas.
La última etapa es el seco, caracterizado por la presencia de piel seca, cartílagos y huesos.

Problema de salud

Al morir, los gases y la pestilencia generada por la descomposición de los cadáveres animales, aparte de ser molestos, son dañinos; a su vez, la proliferación de las moscas se favorece, siendo estas las principales transmisoras de enfermedades como la tifoidea, cólera y salmonelosis.
En Tuxtla Gutiérrez, según la Secretaría de Salud del Gobierno Municipal, existen alrededor de 130 mil 343 perros, el 60 por ciento en abandono, es decir, alrededor de 78 mil 205 perros viviendo en la calle. Muchos de estos, a causa de atropellos, desnutrición y lamentablemente por crueldad humana, mueren día a día.
La Secretaría de Servicios Públicos Municipales tenía a cargo una cuadrilla encargada de recoger a los animales muertos en la vía pública, pero la falta de presupuesto y la descomposición gubernamental (de segunda etapa) desmanteló el servicio; funcionaba de una manera muy peculiar, efectiva y simple; los usuarios de este servicio enviaban un mensaje vía WattsApp, con la dirección del lugar donde se encontraba el cadáver.
Después de un tiempo llegaría la cuadrilla, conformada por tres personas, dos de estos con sus chalecos, palas, bolsas negras, mascara antigases, guantes y cloro. Se encargarían de levantar al animal y desinfectar el área contaminada. Ahora hay que esperar a que el cadáver se descomponga hasta el día que pasa la basura.
En la aplicación Tuxtla Digital aún se encuentra la opción para realizar los reportes y solicitar la recolección de animales muertos.
Consultados al respecto, activistas señalan que más que una campaña para la recolección de los cadáveres hace falta un programa integral de cuidado animal con el que se promueva la esterilización de perros y gatos para evitar la proliferación de animales callejeros, atención de animales atropellados, pero, de manera especial, que el maltrato animal sea tipificado en el código penal.

Dato:

La cuadrilla para recolección de animales muertos tenía alrededor de 10 reportes diarios, entre perros, gatos y desechos de carnicerías

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