Tras criticas, Netanyahu rompe acuerdo con la ONU

Permitía regularizar la situación de 16 mil inmigrantes ilegales y la expulsión de otros tantos a países occidentales a través de ACNUR

Agencias

[dropcap]E[/dropcap]n los últimos años, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se ha ganado la fama de rectificar decisiones como resultado de la presión de sus seguidores en las redes sociales y de las críticas de algunos de sus socios de Gobierno. Pero lo sucedido ahora respecto a la inmigración ilegal en Israel supera cualquier escenario anterior en la batalla entre el primer ministro Netanyahu y el político ‘Bibi’.
A media tarde del lunes, el dirigente conservador sorprendió al anunciar un acuerdo con la ONU para regularizar la situación de 16.250 sin papeles, básicamente eritreos y sudaneses, mientras otros 16.250 saldrían a países occidentales a través de ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados). De esta forma el plan inicial de expulsión masiva quedaba enterrado. Pero seis horas y 45 minutos después de su rueda de prensa, Netanyahu comunicó en Facebook que congelaba la aplicación del acuerdo. Y este martes lo ha anulado.
La ONU ha reaccionado afirmando que sigue en contactos con Israel y pide a Netanyahu que reconsidere su decisión sobre una iniciativa «positiva para todas las partes». Pero ACNUR no tiene diputados en la Knésset (Parlamento israelí). Ni la fuerza de las críticas en algunos barrios desfavorecidos del sur de Tel Aviv, donde habita el grueso de los inmigrantes irregulares africanos. Tampoco tiene la influencia de importantes ministros -incluyendo de su partido Likud- que censuraron el acuerdo llamándolo «rendición y un premio a los ilegales».
La presión desde sus bases ha surtido efecto más rápido de lo pensado. El zigzagueo empezó a tomar forma a última hora de la noche cuando anunció la suspensión de un acuerdo que él mismo había definido como «el mejor posible» teniendo en cuenta las limitaciones dictadas por el Tribunal Supremo israelí (TS) y la falta de garantías de Ruanda y Uganda con los que había llegado a un pacto para acoger a los irregulares. Un pacto del que, lamentan en Jerusalén, se echaron atrás en las últimas semanas.
«Yo os escucho a vosotros y sobre todo a los ciudadanos del sur de Tel Aviv y he decidido reunirme mañana con sus representantes y con el ministro de Interior Arie Deri. De momento, suspendo la aplicación del acuerdo», escribió anoche.
Este martes el dirigente conservador ha completado el giro. «He mantenido consultas con el ministro Deri, con profesionales y con representantes del sur de Tel Aviv. He escuchado con gran atención numerosos comentarios sobre el acuerdo. Por eso y tras calibrar de nuevo ventajas y desventajas, he decidido anularlo», ha afirmado prometiendo «seguir buscando soluciones y actuar con determinación para apurar las posibilidades a nuestro alcance para la salida de los infiltrados».
La principal razón por la que se desmarca del acuerdo es el temor a perder parte de sus bases ante su gran rival en la derecha, el ministro de Educación, Naftali Bennett que desde ayer ataca el acuerdo. Las críticas en la derecha y los elogios en la izquierda al acuerdo con ACNUR hicieron tanto daño a Netanyahu que lo ha tumbado. Con esta decisión, evita una crisis de Gobierno y recupera el cariño de los suyos en las redes sociales de cara a unas elecciones que podrían adelantarse a finales de este año pero no se libra de la patata caliente.
A mediados de marzo el Tribunal Supremo congeló la aplicación del plan gubernamental previsto para estos días y según el cual los sin papeles adultos y sin familia debían elegir entre la deportación a Ruanda y Uganda recibiendo un billete gratis y 3.500 dólares o la cárcel. La falta de garantías de los dos países africanos sigue en pie por lo que Netanyahu debe buscar otros caminos de solución. Ahora todo está paralizado. El acuerdo con ACNUR era la vía perfecta de Netanyahu para salir del atolladero pero quizá no para «sobrevivir» como jefe de Gobierno.

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