Este 30 de enero inició la celebración con la bajada de las imágenes a Tuxtla
Sandra de los Santos / Aquínoticias
En Tuxtla, la capital de Chiapas, se acostumbra decir cuando alguien celebra su cumpleaños más de un día, se festeja como «las Copoyitas». El dicho no salió de la nada. La celebración de Las Vírgenes de Copoya que son las imágenes de la Virgen de Candelaria, del Rosario y María de Olochea –que realmente es una imagen de Santa Teresa- es la más larga de todo el año. En está ocasión tardará 60 días, el año pasado fue de 47.
Las imágenes de las Vírgenes permanecen en una ermita en el Ejido Copoya y bajan dos veces al año al centro de la ciudad. La primera es el 30 de enero para la celebración de la Virgen de Candelaria, que es el 02 de febrero; y la segunda, para las festividades de la Virgen de Olochea del 14 al 23 de Octubre. En enero es cuando su celebración tarda más porque regresan a la ermita hasta un fin de semana antes del Domingo de Ramos, que se mueve cada año. Esta vez subirán las vírgenes el 30 de marzo.
La celebración de la «bajada de las Vírgenes de Copoya» tiene cientos de años y ha permanecido a pesar de que hace más de una década la mayordomía zoque, que es la que mantiene la tradición, rompió con la jerarquía de la iglesia católica en Tuxtla, que estaba en contra de la procesión por considerar que tenía elementos paganos. El pleito llegó al grado que las Vírgenes se las disputaron entre un grupo y otro. La iglesia terminó quedándose con las más antiguas y la mayordomía zoque siguió con la tradición con otras imágenes.
Durante el recorrido, las Vírgenes van en cajas de madera, que son envueltas en petate y flores. Son cargadas por los propios fieles, quienes se van turnando en todo el recorrido. «Cambio» se grita el camino que se hace por la mañana para indicar que otras personas van a llevar en la espalda las cajas. Todo el tiempo se va con música de viento, danzantes e integrantes de la mayordomía resguardando las Vírgenes.
Durante estos 60 días de festejo, la celebración será trasladada a un número igual de viviendas. Todos los traslados se hacen en procesión y caminando de tal forma que de un lugar a otro las personas se enteran del andar de las Vírgenes, pueden persignarse a lo lejos, saber que ellas vinieron a visitar la ciudad, a que las celebren. En cada casa a la que son llevadas son recibidas con música, danzas y comida tradicional de la gastronomía zoque como el guacasiscaldú –que es una especie de caldo de res-; puctzasé –se hace con vísceras de res y chile guajillo- ; tamales y pozol.
La «bajada de las Vírgenes de Copoya» no solo es la celebración más larga en todo México, sino también una de las que reúne varios ritos. Es un festejo que está lleno de reglas: las Vírgenes no se pueden fotografiar cuando no están tapadas; hay tareas específicas para hombres y otras para mujeres; la comida que se reparte tiene que ser la tradicional (aunque en algunas casas también hay refrescos, cervezas y botanas); cuando bajan las Vírgenes se realiza la danza del Yomoetzé que dura más de una hora. Todo tiene un significado y se espera que las personas que asistan lo respeten.
En los primeros años que se dio la ruptura entre la iglesia católica y la mayordomía el número de participantes en la celebración disminuyó, pero ahora parece resurgir. Las personas que acompañan a la procesión son más y de diferentes edades.
Este 30 de enero el recorrido fue de unos 15 kilómetros desde Copoya hasta la 6ta Sur del lado poniente. La procesión avanzó en medio de la cotidianidad de una ciudad que continúa con sus tradiciones, que las mantiene viva. Una ciudad con habitantes que de repente se detienen en su prisa diaria para persignarse porque saben que las Vírgenes de Copoya vienen bajando para su celebración; pero también hay personas desconcertadas que se topan con la peregrinación y no saben bien de qué se trata, qué es lo que cargan esas personas en esas cajas envueltas en petate y llenas de flores. Así es Tuxtla a finales de enero con sus árboles de primavera y matilisguate floreando por donde sea y las Vírgenes de Copoya llegando para la más larga de las celebraciones.