El 8 de marzo (8M) se conmemora el Día Internacional de la Mujer que, este año, tuvo como tema “Invertir en las mujeres: acelerar el progreso”. Cada año se pone atención en un aspecto fundamental para su vida. En 2023, fue “Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género”; en 2022, “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, y “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”, lo fue en 2021, por ejemplo.
Este día existe porque ellas han resistido. Han resistido a las desigualdades salariales, políticas y laborales. Desde 1975, cuando la Asamblea de las Naciones Unidas acordó establecer el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, se recuerdan y honran las protestas de las trabajadoras textileras por pedir mejores condiciones laborales en la ciudad de Nueva York en 1857. La acción de la autoridad (masculina) fue la represión. Ahí se sentó un precedente.
El 8M se vincula con Clara Zetkin, quien lideró la petición del voto femenino en 1907 en Alemania; se relaciona con las movilizaciones por detener lo que está mal y potenciar nuevas relaciones entre las personas en clave igualitaria con la necesaria transformación de las instituciones.
Aquella persona que considere que el 8M es coyuntural o propagandístico no se da cuenta o no quiere hacerlo de quiénes están a cargo de las labores de cuidados o quiénes son responsables de la educación de las infancias o de quiénes procuran el bienestar del hogar, tareas todas estas a cargo de las mujeres. Esta asignación de tareas y roles no es natural, obedece a una estructuración social que determinó, en beneficio masculino, quien ostentaría el monopolio de la vida pública y quien se haría responsable (aunque sin gozar de autoridad) de las tareas hogareñas.
El 8M y la lucha de las mujeres es necesaria y vigente porque en México hay 10 feminicidios diarios, la sobrecarga de trabajo de las mujeres es cuatro veces mayor que la de los hombres y la tasa de participación femenina es de 44 por ciento. A todas luces, esto es oprobioso.
Que las mujeres tomen las calles, avenidas y parques. Que protesten. Que exijan. Que lo hagan con libertad y seguridad para que a diario y a cualquier hora puedan estar libres y seguras. Que transformen el mundo.
El 8M no se felicita, se reflexiona, empatiza, escucha; se rompe el silencio cómplice y el pacto patriarcal, se cuestiona el privilegio.