8M, los avances y los retos / Claudia Corichi

En la última década, México experimentó avances importantes en el ejercicio de los derechos políticos de las mujeres que se mantienen a un ritmo constante. En el marco del 8 de marzo, la violencia hacia las mujeres y la desigualdad económica se asumen como los grandes muros que debemos derribar.

Los logros responden a la persistencia de las mujeres durante medio siglo por participar en la toma de decisiones en los espacios de representación. Algunas estudiosas consideran que la influencia de organismos internacionales en los gobiernos nacionales contribuyó a la adopción de medidas afirmativas que favorecieron la participación de las mujeres en política; organismos que debemos defender.

De acuerdo con el Índice Global de Brecha de Género, México registra su mayor avance en empoderamiento político, al pasar del lugar 45 al 14 entre 2006 y 2024. La posición más baja está en Participación y oportunidades económicas.

Transitar del derecho al voto a las cuotas, a la acción afirmativa y el vigente principio de paridad en la Constitución, fue posible por la amplificación del pensamiento feminista, el desarrollo de las ideas sobre la igualdad, los derechos de las mujeres y la multiplicación de espacios de incidencia desde la academia y la sociedad civil.

La representación es efectiva, pero ¿también es sustantiva? Los principales órganos de poder y toma de decisiones en el Congreso federal y los locales no están en manos de mujeres, lo mismo que sus principales Comisiones de trabajo.

La desigualdad, la discriminación y la violencia están lejos de erradicarse. El trabajo no remunerado y de cuidados o la falta de disponibilidad de tiempo, definen un mercado laboral injusto para millones de mujeres que deben pelear por la permanencia, el ascenso y la paga igual. El número de feminicidios sigue siendo alto, lo mismo que la violencia y el acoso en cualquier espacio público y privado.

Las exigencias de justicia y una vida libre de violencia han motivado a destacadas lideresas cuya lucha y valentía les permitió impulsar un escudo jurídico y legal contra las múltiples formas que adquiere el patriarcado. Gracias a las leyes Olimpia, Malena, Monzón, Sabina, Ingrid, Camila, Monse, Fátima y Matilde y la despenalización del aborto a nivel nacional, las mujeres conquistamos más derechos y podemos sentirnos menos vulnerables.

El arribo de la primera mujer Presidenta en México, es el resultado de la perseverancia de la lucha y la incidencia en la agenda de género a pesar de las resistencias y falta de voluntad que han mostrado amplios sectores que durante años se han negado a compartir el poder. Al asumir el cargo, Claudia Sheinbaum envió una iniciativa de reforma constitucional, ya aprobada, para garantizar la igualdad sustantiva, la perspectiva de género y el derecho a una vida libre de violencia, lo cual representa un acierto.

Pero la brecha de desigualdad sigue ahí. En la toma de decisiones en el ámbito público y privado, en el reparto de las tareas del hogar, en el mercado laboral, incluso en los más altos niveles de poder, el machismo sigue allí resistiéndose a cambiar y dejarnos ejercer nuestros derechos. Y la violencia en sus distintas manifestaciones también.

Pese a todo hemos ganado la calle y hemos ganado el debate de ideas. Una sociedad igualitaria es el faro que guía nuestras acciones y principios.

¡Más empoderadas, más seguras!

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