La Esquina Rota / Francisco Félix Durán

La Chica de la Aguja y la necesidad del aborto legal

En la vida no existe nada más costoso que los hijos, situación por la que muchos no están preparados económicamente para ser padres o al menos cumplir con sus obligaciones legales. Incluso, hay quienes los consideran una inversión, pero en realidad no lo son, debido a que son seres únicos que un día serán independientes, así que para nada son un bien activo.

Ahora pensemos en quienes no podrán con la responsabilidad y deciden abortar, no es una mala decisión considerando que traerán al mundo un nuevo ser no deseado y además a sufrir, pero qué pasa si deciden tenerlo y darlo en adopción, ¿esta opción garantiza el bienestar y futuro del bebé? La Chica de la Aguja, del director sueco Magnus von Horn, nos cuenta una de las tantas historias que podrían ocurrir.

El filme mencionado está basado en una historia real sobre la asesina en serie Dagmar Overbye, quien estranguló, quemó y arrojó a las alcantarillas a 25 bebés, pero fue juzgada por la muerte de 9 en uno de los juicios más importantes de Dinamarca en 1921.

En ese contexto, nos encontramos con Karoline en Copenhague, una mujer víctima de la postguerra que como muchas sobrevive trabajando en una fábrica, iniciando un breve romance con el dueño y resultando embarazada, pero la diferencia de clases impide esa unión y decide abortar con una aguja en un balneario en donde conoce a su salvadora, una mujer que por dinero le entregas al bebé recién nacido y ella consigue parejas adineradas que no pueden tener hijos y están interesadas en la adopción.

¿Pero quiénes o cuántas parejas podrían adoptar al final de la Primera Guerra Mundial? Recordemos que, aunque Dinamarca fue neutral, sí sufrió una crisis económica debido a que el comercio con el resto de Europa se interrumpió. Entonces, ¿cuándo las madres entregaban a sus hijos para ser dados en adopción en serio creían que eso pasaría o solo querían lavarse las manos de lo que pudiera ocurrir?

Incluso, el esposo que Karoline creía muerto en batalla reaparece y le pide que conserven al bebé. Ella se niega porque sufre neurosis de guerra y apenas les alcanza para techo y comida, además de que el único trabajo que consiguió fue en un circo, gracias a la deformación que una explosión le dejó en el rostro. Si se preguntan cuál batalla debido a que Dinamarca no participó en la guerra, les comentó que Slesvig del Norte sí lo hizo y que esta región en ese entonces pertenecía a Alemania, hoy son daneses.

Finalmente, Karoline y otras madres tienen que enfrentar la realidad tras descubrir el caso, que aclaro, esto no es un spoiler porque es un hecho basado en la realidad, pero lo interesante del filme además de su historia, es la denuncia que hace a la necesidad de un aborto legal, porque lamentablemente en nuestra sociedad hay muchos hombres como el esposo de la protagonista y afortunadamente hay mujeres que reconocen cuando no es el mejor momento. Si la aguja hubiera funcionado o el aborto hubiese sido legal, en los anales de la historia de Dinamarca no existiría esta asesina en serie de bebés.

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