Desde las ideas
Vivimos una época en que gracias a las redes sociales y la evolución de las libertades individuales podemos expresarnos sin temor a la censura del pasado. Hoy los ciudadanos defienden sus postulados de diferentes maneras. Observamos como, por ejemplo, las mujeres se defienden contra el machismo y la misoginia con diferentes formas de visibilizarse.
En Chile idearon una inteligente forma de protestar que se replicó y dio la vuelta al mundo donde desde las plazas públicas se entonaba «El violador eres tú». En México las mujeres llenaron el zócalo capitalino. Es tal el agravio y la incidencia de delitos en contra de las mujeres que en algunos casos las manifestaciones se tornaron violentas. Es un tema polémico sin duda. Esa indignación solo se puede entender por quienes han padecido, comprenden y se solidarizan contra un comportamiento antisocial y violento en contra de las mujeres que debemos erradicar con toda firmeza, con leyes y una decidida voluntad de la autoridad.
Otro fenómeno que ha tomado fuerza es la denuncia contra el acoso sexual, y no solo contra las mujeres, que desató el movimiento «Me Too» y en el que salieron señalados y hasta enjuiciados muchas personalidades que desde su condición de influencia y poder se sobrepasaron en contra de personas que ahora tienen el valor, el coraje y la libertad de denunciar.
La misma Iglesia Católica ha expiado sus propias culpas al aceptar el delito de pederastia después de múltiples denuncias que dejaron clara evidencia de un comportamiento doblemente reprobable al abusar de la fe. Hoy se enjuicia en los Estados Unidos a Joaquín Nasson por casos de abuso, violación y pornografía infantil desde la influencia y el poder económico de la llamada Iglesia de Luz del Mundo que ha erigido edificios monumentales como símbolo de poder. La comunidad LGTB ha hecho prosperar sus iniciativas al grado de lograr modificaciones al marco legal que permiten las sociedades de convivencia en un ejercicio de libertad y sin discriminación por parte de la sociedad que debe aceptar esa realidad y respetarla.
Distintas organizaciones sociales recurren en ocasiones a bloqueos, sabotaje y agresiones a terceras personas o sus patrimonios. Eso representa parte un pasado que ya no tiene necesidad de recurrir a eso para hacerse escuchar y sin embargo reincide ante la complacencia de las autoridades que prefieren tolerarlos en perjuicio de otros ante su incapacidad de resolver o simplemente imponer el orden para no ceder a chantajes.
Para quienes desde la trinchera de las ideas analizamos, denunciamos o criticamos a la autoproclamada 4T, sucede que los que disentimos no somos ni para el presidente, ni sus fieles y apóstoles, ciudadanos libres sino adversarios a los que se nos endilgan toda clase de epítetos y descalificativos. Podremos estar equivocados, pero nadie nos puede coartar ni conculcar ese derecho.
Como en los tiempos del fascismo, la China de Mao o la Cuba de Fidel, se hace patente un binomio entre el poder y las masas que impone su voluntad desde la intolerancia hacia las ideas, la condición económica, social o étnica y la libertad de expresión. México vive la noche de los cristales rotos. Los nazis contra los judíos. La «izquierda» versus neoliberales.
Un muy apreciado lector me escribe ¿Es justo para ti sufrir un desgaste de las proporciones que alcanzan tus escritos? Tu eres un hombre de ideas no alguien que repite clichés por muy bien escritos que se presenten. Aun así leo A Estribor porque creo que se trata de una sincera preocupación política. Yo con respetuoso afecto le digo: Mientras unos toman las calles, otros destrozan comercios, elevan su protesta social afectando a terceros, yo no hago otra cosa que expresarme, en uso de un derecho, desde la trinchera de la política y las ideas…