A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Pleitos Mañaneros

Las mañaneras del presidente se están convirtiendo en un reality show. Lo que trasciende no es lo sustantivo. Lo que algunos consideran un ejercicio inédito de comunicación y hasta transparencia está resultando un ejercicio fallido debido a que se permite el acceso a toda clase de medios de comunicación tradicionales, incluyendo portales digitales de poca o escasa relevancia.
El presidente informa, pero luego resulta que le preguntan sobre cualquier tema de mayor o menor relevancia por lo cual no cuenta con la información precisa o a la mano, postergando respuestas que en ocasiones nunca terminan de esclarecerse. En aras de no parecer selectivo el presidente abre un periodo de preguntas donde indistintamente otorga la palabra lo mismo a un corresponsal del diario El País que a un bloguero con escasísimos seguidores cuyas notas no trascienden en lo más mínimo. A las mañaneras, con raras excepciones, acuden periodistas entre los cuales destacan personajes cuyo rigor y objetividad periodística dejan mucho que desear. Ya se volvieron célebres el «Señor Molécula» y la «corredora keniana» entre otros, mismos que, siempre en primerísima fila y sin ningún pudor no desaprovechan la oportunidad para elogiar al presidente o hacer preguntas a modo restando posibilidades de preguntar a periodistas serios y profesionales que bien documentados articulan preguntas de mucho más interés para la mayoría de sus escuchas o lectores.
No acuden los periodistas con la mayor audiencia en el país que por lo general trasmiten sus noticieros a la misma hora o simplemente evitan el escarnio del que han sido objeto tildándolos de chayoteros y por ende, según los cuatroteros, sin autoridad moral o profesional para plantarse en palacio nacional. Al fin al cabo, las mañaneras se trasmiten en vivo y prefieren entonces retomar de ahí elementos para la crítica o el análisis. Trascienden las dos veces que el periodista Jorge Ramos ha participado poniendo al presidente en incomodas situaciones como cuando le cuestionó la cifra record de muertos durante su primer año de gobierno. Denisse Dresser quien a dicho que votó por él, se ha vuelto una ácida crítica de su gobierno y tan solo una vez se presentó denunciado el caso del fallo judicial contra el periodista Sergio Aguayo por daño moral a Moreira.
Aunque la mañanera ha perdido niveles de ausencia, no deja de ser una fuente impone la agenda nacional. Siendo jefe de gobierno le funcionó muy bien al entonces jefe de gobierno. De esa manera se volvió un referente obligado en los medios de información. Hay quienes por eso señalan que el presidente es un «genio de la comunicación». Ha dado también pauta, debido a sus dislates, a toda clase de críticas por su peculiar estilo de expresarse. Le ha sucedido también que, por trasmitir los mensajes en vivo de sus giras presidenciales utilizando un lenguaje llano y muchas veces ocurrente ante sus audiencias, se exponga a críticas que luego se viralizan en redes sociales.
Pocos son los referentes que emplean este método de comunicación. La Casa Blanca acostumbraba esas ruedas de prensa a la que acudían los periodistas más influyentes en la opinión pública norteamericana. Debido a la constante confrontación se ha perdido esa costumbre y Trump prefiere utilizar el twitter cuando quiere opinar sobre diversos temas sin que nadie lo ponga en aprietos. Fidel Castro y Hugo Chávez hablaban horas por cadena nacional con un selecto público de sistemáticos aplaudidores. Ahora lo hace Maduro. Es un soliloquio.

El reto que enfrenta ahora el presidente es que su popularidad va a la baja. Ya no parece funcionar el mensaje del villano favorito del que tanta raja sacaron las dictaduras latinoamericanas. Para ellos el imperialismo yanqui, para Amlo los conservadores y el neoliberalismo. Si los propósitos y anuncios no se traducen en resultados efectivos no habrá manera revertir la tendencia que poco a poco va desgranando su enorme popularidad. Ya lo dijo en Macuspana «Parece que como no estuviéramos haciendo nada» y es que a todas luces las cosas no le están funcionando y si, sí, pues no se nota.

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