El culto a la personalidad
En Oaxaca una niña con gran elocuencia le declama una perorata al presidente en que exalta sus virtudes personales y su papel histórico. Este a su vez queda maravillado. Se asume predestinado a ser un símbolo patrio a la par de Juárez, Madero, Hidalgo, Morelos y Lázaro Cárdenas de cuyos legados se siente heredero. La crítica se cierne sobre el hecho de que el presidente no respeta las prevenciones para evitar el contagio del coronavirus porque continúa con sus giras dándose baños de pueblo. Pero lo grave no es eso.
Preocupa que, como ya sucedió antes con otros niños o niñas y en otras giras se les observe, adoctrinados en abuso de su inocencia, rindiendo culto a la personalidad del pretenso caudillo. Eso no es bueno para México y su deteriorada democracia. La exaltación del caudillo, del prohombre, del ser infalible, del iluminado, es la premisa de muchos regímenes autoritarios en la historia de la humanidad. Y para allá vamos, al paso que vamos. El cambio de régimen, que tanto se pregona, no puede concebirse de otra manera que la anulación del modelo constitucional republicano, de división de poderes, de organismos autónomos. La oposición «moralmente derrotada» afirma, no puede, no tiene derecho a ser contrapeso del poder omnímodo conferido por el voto mayoritario del «pueblo», encarnado en la figura de su alter ego, el presidente.
Lo pernicioso es que la denominada 4t, no deriva de un hecho inusitado, de generación espontánea, ni como consecuencia histórica de una revuelta popular y democrática. Tampoco contra un modelo caduco o fracasado como el denominado neoliberalismo. Se trata más bien de una ficción retórica. El pueblo votó contra el PRIAN como binomio de la corrupción producto de una bien trazada manipulación propagandística. Las redes sociales, antes benditas según el presidente, fueron el hilo conductor, el medio propicio para propagar el repudio social, el odio como vector, el resentimiento producto de la polarización y el maniqueísmo. Por eso la gente votó con el hígado, por visceralidad, por revancha, por el deseo de castigo hacia una clase política rapaz, depredadora y voraz.
De entre los creadores de la farsa redentora, operó la idea de inocular verdades a fuerza de repetirlas. De lobotomizar colectivamente a sectores de posibles votantes previamente seleccionados incubándoles rencor y rechazo. «Calderón nos robó la presidencia», Ayotzinapa: «fue el estado», Odebretch, la Estafa Maestra y la Casa Blanca. Todos los escándalos que precedieron la caída de la popularidad del anterior presidente a un 20%. Usaron para ello la tecnología y los algoritmos para machacar sus temas. Fabricaron contenidos, victimizaron y mitificaron a su líder. Tozudo, perseverante, irracional, emocional, irascible y popular, en el contexto de una oleada populista a nivel mundial. Por eso el tsunami. El 6 de 6 que lo acaparó todo en la boleta. Y ahora están en el poder y van por todo. Lograron deificar, como Goebbels a Hitler, la figura imbatible de Amlo siguiendo los cánones del culto a su personalidad.
Según el Diccionario Soviético de Filosofía el culto a la personalidad es la ciega inclinación ante la autoridad de algún personaje, ponderación excesiva de sus méritos reales, conversión del nombre de una personalidad histórica en un fetiche. La base teórica del culto a la personalidad radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso de esta última no es determinado por la acción de las masas del pueblo, sino por los deseos y la voluntad de los grandes hombres.
Basta leer o escuchar la forma en que se expresan sus aguerridos y furibundos defensores. El fundamentalismo en toda su expresión. El principio inmutable de la fe ciega que no acepta razones ni argumentos. La exagerada devoción, la adulación y adoración unipersonal al caudillo. La existencia amenazante de un «enemigo común» que justifica el rol histórico del líder. La actitud acrítica. Quién cuestiona al líder suele ser tildado de traidor. Por eso la persecución hacia los críticos a los que consideran blasfemos. Si el líder es amenazado, la Patria es amenazada. La tendencia a creer la noción de que los problemas que puedan ocurrir de ninguna forma son responsabilidad directa del líder.
La historia está plagada de ejemplos con saldos muy poco afortunados. Stalin, Mao, Castro, Chávez, Mussolini, Hitler. En todos esos casos se utilizó la propaganda y adoctrinó desde la infancia. En la Alemania de Hitler existieron los lebensborn, niños de la raza área. Se les inculcaba la superioridad racial y luego el desprecio a los judíos impuros. En Cuba los niños son adiestrados como defensores de la revolución y celebran el cumpleaños de Castro como fiesta nacional. El Libro Rojo de Mao fue la biblia del pueblo chino. En Corea del Norte, van dos generaciones del primer dictador. En todos los casos se trata del culto a la personalidad. Saben que los niños son como esponjas y darán después la vida por el líder supremo. Si en México lograron convencer y manipular la conciencia de jóvenes y adultos, ¿Por qué no hacerlo desde la infancia? Es ese el aterrador escenario que representa la figura de una niña declamándole al presidente como si fuera la encarnación de Benito Juárez. Brincos dieran…