Con tus propias uñas
Cada vez más se acrecienta la creencia de que no ha habido un manejo apropiado de la pandemia en nuestro país. A estas alturas el anuncio de que apenas vamos a la mitad -ni como estar ciertos- por parte el subsecretario López Gatell cae como balde agua fría para quienes sí atendimos el llamado de quedarnos en casa. Cierto es que muchos por necesidad de supervivencia y otros por ignorancia, salieron a trabajar o simplemente omitieron las recomendaciones sanitarias.
El asunto es que muchas personas suspendieron sus actividades, cerraron sus comercios, acumularon pérdidas, perdieron sus ahorros o quebraron. Se trataba de apoyar a las autoridades de salud para que no se saturaran los hospitales con consecuencias desastrosas. El presidente nos dijo que cada quien se rascara con sus propias uñas. Que no iba a rescatar a nadie en su corta visión de que solo existen ricos y pobres en este país. Se olvidó de las clases medias, pero eso sí, tuvo a bien seguir inyectando multimillonarios recursos a sus megaproyectos como si con eso fuera a salvar al país de la pobreza.
Los apoyos que distribuyó el seguro social por 25 mil pesos se hicieron con base a los padrones de Bienestar que ya tenían censados previo a la pandemia. Es decir, los destinaron a su clientela electoral para apoyarlos a subsistir y se olvidaron de las micro, pequeñas y medianas empresas que generan el 80% de los empleos en México. La mayoría de los países sí lo hicieron. Aquí preparando el año electoral con dinero de los contribuyentes se aprestan a repartir miles de millones pesos en una disfrazada compra de votos en abonos.
Se habla de entre 12 y hasta 18 millones de empleos perdidos. Al menos uno de cada 3 mexicanos en edad de trabajar no tiene ingresos ni trabajo en este momento. Los que sí tienen chamba son los beneficiarios de los contratos millonarios del gobierno por adjudicación directa. Ellos no pueden parar de trabajar, poniendo en riesgo la salud de sus trabajadores. Para no afectar la cadena de suministro en Estados Unidos el gobierno autorizó que algunas industrias pudieran trabajar.
Ahora salen a decir que la gente no se cuidó. Que los mexicanos somos más propensos al Covid. Que los estados no hicieron su chamba. Un recurso siempre utilizado para buscar culpables y eludir responsabilidades. Los médicos y enfermeras no dejaron de quejarse de la falta de insumos para el personal mientras que hijo de Bartlett intentaba vender respiradores a sobreprecio que tuvieron que devolver.
Miles de ciudadanos se dieron a la tarea de elaborar cubrebocas, sanitizantes y caretas para atender la demanda creciente ante la imprevisión del gobierno. El ITESO (Universidad privada) acaba de anunciar que sus estudiantes elaboran un cubrebocas reutilizable con material de plástico transparente y a un costo menor a 50 pesos que puede distribuirse entre la población dado que no quedará más remedio que salir a trabajar tarde o temprano.
El gobierno no ha querido gastar en eso, mucho menos en pruebas de detección como ya lo están haciendo en casi todo el mundo. Pero qué tal cuando mandó comprar 612 pipas para Pemex con un costo de 84 millones de dólares. O cuando decidió pagar los 34 mil millones de pesos a los tenedores de bonos que invirtieron en la NAIM para después de cancelarlo. En el gobierno de Peña, cuando la televisión analógica pasó a digital, se regalaron 10 millones de televisores con un costo de 25 mil millones de pesos.
El presidente de El Salvador acaba de inaugurar un hospital que ordenó construir para atender a los enfermos de Covid. Dos mil camas de las cuales mil, son de cuidados intensivos con instalaciones de primera. Su costo en esta primera fase fue de 25 millones dólares. ¿Se acuerdan que López Obrador les obsequió 20 millones de dólares para justificar el cierre de la frontera sur a petición de Trump?
México ocupa ya el cuarto lugar en número de muertos por encima de Francia e Italia. Entre Uruguay y Nueva Zelanda sumados, el número de muertos por Covid no pasa de 60 personas. Nuestra tasa de mortalidad superó el 10% de todos los internados y contabilizados. Otro tanto ha fallecido en sus casas o por falta de atención. ¿A qué le apuesta entonces el gobierno en México? ¿A la inmunidad de rebaño? ¿A que se muera quien se tenga que morir? ¿A que haya cada vez más desempleo? ¿A que cada quien se rasque con sus propias uñas para salvar la vida?