A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

La venganza

«Es pobreza de espíritu obstinarse en devolver el daño que se ha recibido.»
FRIEDRICH NIETZSCHE

Deseoso de cobrar revancha, el presidente no pudo evitar durante la mañanera, su enojo y reclamo a los medios de comunicación por no darle la importancia al video filtrado en las redes sociales subido por una cuenta falsa que utilizó el nombre de un hermano de Emilio Lozoya. No pudo evitar la comparación con el video de Rene Bejarano exhibido en el programa de Brozo hace 16 largos años. Que casualidad que los medios -dijo- no le dieran la importancia como lo hicieron con Bejarano las televisoras y hasta la prensa internacional.

Un tema por muchos olvidado que ahora sin pensarlo el presidente trajo a colación. Lo recuerda muy bien la clase política, el público medianamente informado de aquella época, no así, por ejemplo, muchos jóvenes Millennials, que creen que la trayectoria de Amlo es un recorrido por el castillo de la pureza. Aquellos que a punta de escuchar repetir una y mil veces, como decía Goebbels, una mentira, se la han tomado por verdad. Es como la falacia del fraude que, según él, le hizo Felipe Calderón pero que nunca pudo probar más allá de sus decires. En aquel entonces, contra lo previsto en la ley, exigió el recuento voto por voto como consigna política pero nunca lo solicitó fundada y formalmente al INE.

Tuvo que retomar ese video para publicarlo. Lo llevó a la mañanera urgido por colocar en la agenda el tema de la corrupción para distraer quizás la atención sobre el tema del Covid que sigue cobrando a diario un alto promedio de vidas. Por eso ha iniciado el linchamiento público de quienes dice, recibieron sobornos disque para aprobar la reforma energética.

Recuérdese que Lozoya fue extraditado acusado por la compra a un sobreprecio de una vieja planta de fertilizantes de nombre «Agronitrogenados». De la implicación en estos presuntos delitos se supone la compra de una propiedad en las Lomas en CDMX y el probable delito de lavado de dinero. En este caso Lozoya no autorizó solo la compra sino con los integrantes del consejo de administración de Pemex y mediante un avalúo hecho por otra dependencia llamada el indaabin. Es decir que la compra está sustentada y en todo caso el delito a perseguir sería para quien realizo dicho avalúo. La casa en Las Lomas fue adquirida antes de que fuera director en Pemex y ha dicho que eso consta en su declaración patrimonial. De ser así, estaría librando dicha acusación y no necesitaría la condición de testigo colaborador.

Lozoya apostó a dejarse extraditar a cambio de obsequiar videos con entregas de dinero a algunos personajes de aquella época, lo cual ni tardo ni perezoso aprovechó el presidente. Libraría con el llamado criterio de oportunidad otras acusaciones si es que se las logran probar, y en materia legal eso es lo cuenta. Nadie dice que Lozoya sea inocente. El hecho es que las pruebas tienen que ser concluyentes. Imaginemos que la entrega de esas bolsas en efectivo pudiese haber sido destinadas para otras cosas no necesariamente ilícitas, según la defensa.

Ahora que se habló de Bejarano cabe recordar que después de 8 meses se logró librar de las acusaciones como lavado de dinero y delitos electorales. De nada sirvieron los videos. Tampoco las declaraciones del empresario Ahumada quien entregó y relleno las maletas de dinero después de colocar las ligas en los fajos de billetes.

Fíjense nomás en esta joya. El empresario Ahumada, beneficiario de jugosos contratos asegura que pagó, por lo menos, 50 millones de pesos en forma directa para la campaña de López Obrador en 2000 y 400 millones de pesos en los años siguientes. Dijo que Bejarano siempre le decía que ese dinero era para las campañas del partido y el apoyo político al entonces jefe de gobierno capitalino. Que, en el esquema de extorsión, Gustavo Ponce Meléndez (El secretario de finanzas de Amlo captado apostando en Las Vegas, que estuvo preso y acusado de lavado de dinero, le retrasaba los pagos por las obras que realizaba para las delegaciones capitalinas. Bertha Luján, ahora aspirante a la presidencia de Morena, entonces Contralora del gobierno capitalino, «le mandaba auditorías como si fueran invitaciones a fiestas de quince años», y entonces «siempre aparecía René Bejarano diciéndome: `Oye, me comentaron que tienes un problema, déjame ver qué puedo hacer».

Así era el modus operandi de la corrupción. Corrupción de ayer y de hoy, pero ahora con el aderezo de la venganza con fines electorales. Es el Gatopardísmo de quienes dicen no ser iguales, pero parecen peores. Repiten la misma lógica de legitimarse persiguiendo a sus antecesores…

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