A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Del capitalismo de cuates al estatismo de cuates

Mientras el país enfrenta la mayor crisis económica en medio de la peor crisis sanitaria de que se tenga memoria, el presidente dilapida las arcas públicas en unos cuantos proyectos que no van a resolver la quiebra que enfrentan millones de pequeños negocios. No habrá manera de recuperar el millón 200 mil empleos formales ni los 12 millones de empleos perdidos en el sector informal.

Las Pymes se llevaron un palmo de narices cuando esperaban un programa de rescate económico que nada tiene que ver con el Fobaproa como asume el presidente. «Que se rasquen con las uñas» dijo. Y lo que estamos viendo es que la clase media del país se está «comiendo las uñas» para sobrevivir a la parálisis ante un futuro incierto donde no se ve la luz al final del túnel.

Dentro de sus limitados presupuestos algunos gobiernos estatales como Guanajuato o Yucatán crearon un esquema de créditos a tasas muy accesibles que en nada se comparan a los que ofreció la banca comercial. Y ahora, por si fuera poco, les viene un fuerte recorte presupuestal que los ha obligado a conformar la alianza federalista para exigir un trato justo y más reciproco respecto de sus aportaciones fiscales. No hay ahora ninguna posibilidad de que apoyen la planta productiva de sus entidades que traían un ritmo de crecimiento superior a la medía nacional.

El secretario de hacienda ya había advertido que se les acabó el cochinito puesto que literalmente se saquearon los ahorros del país. El presidente no le ve ninguna utilidad a mantener ahorros como lo fue el Fondo Estabilización Económica ni tampoco los fondos comprometidos en los fideicomisos los cuales ya fueron eliminados por el Congreso. Aunado a ello, una legislación draconiana y represiva pretende incrementar la recaudación bajo amenaza de cárcel ahorcando a los contribuyentes con la determinación presuntiva y arbitraria de créditos fiscales.

Por si fuera poco, ya se le autorizó desde ahora al presidente la posibilidad de contratar deuda. Está concentrando la mayor parte del gasto público para repartirlo a discreción. El pretexto es la compra de las vacunas para aplicarlas a la población cuando no se avizora aún ninguna que resulte eficaz a menos de creamos que el dictador Maduro ya la tiene o se la compremos a los rusos quienes afirman que ha tenido un 85% de eficacia. Solo en los regímenes totalitarios que ocultan sus cifras reales es posible utilizar a la población como conejillos de indias.

Se calculaba originalmente en 555 mil millones pesos el costo de los megaproyectos de Santa Lucía, Dos Bocas y el Tren Maya, pero ahora resulta que se incrementaran entre un 25 y un 30% tal y como lo previeron las empresas que originalmente participaron en las licitaciones. Las dejaron fuera, se fueron por la vía de las asignaciones directas y se comprometieron a fechas fatales atendiendo las exigencias del presidente.

El derroche es a contentillo. Lo mismo se compromete a rescatar los restos de los 65 mineros en Pasta de Conchos que tendrá un costo de 1,700 millones de pesos a razón de 26 millones de pesos por cada uno siendo que las viudas reciben una miserable pensión. Y que decir de la consulta que no es necesaria para juzgar a los expresidentes y que según el INE costará 1,500 millones de pesos.

Mientras millones de familias de la clase media y pequeños negocios no alcanzan a resolver sus deudas, pagar la luz, las colegiaturas o sus créditos hipotecarios, a pesar de restringir todos sus gastos. Los campesinos se hunden en la miseria. Mientras, un puñado de grandes empresas se despachan con la cuchara grande gracias a las obras que les asignó el gobierno. Hemos pasado del capitalismo de cuates y el neoliberalismo depredador a un estatismo de cuates donde glotonas empresas afines a la 4t canibalizan los restos de nuestra sangrada y moribunda economía.

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