A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

El regreso de Cienfuegos

En su afán revanchista y el deseo de culpar al pasado de todos los males que nos aquejan hoy por sus torpezas, los pregoneros de la 4t se apresuraron a festinar la detención del General Cienfuegos como un logro más del actual régimen. John Ackerman afirmó en su cuenta de twitter que Amlo sabía de la detención desde 15 días antes. Sin embargo, el presidente parecía desconocerlo. No supo como reaccionar. Los secretarios de la Marina y de la defensa optaron por guardar silencio.

No se trataba de un personaje menor sino de quien fuera seis años el jefe de nuestras fuerzas armadas. Un militar de larga carrera muy apreciado al interior de las fuerzas castrenses. Un conocedor de asuntos y secretos del estado mexicano que resultó investigado y espiado estando funciones por otro país. Las consecuencias podrían haber sido mayores. Por eso, aunque tardíamente, el tema tornó en un reclamo diplomático y en consecuencia en un inusitado retiro de cargos, sin mayor explicación, por parte de los fiscales norteamericanos.

Cienfuegos regreso a México disque para ser «juzgado» por las autoridades mexicanas. Fue un simulacro aún con más agravantes que dejó entrever la incompetencia en el manejo de la política exterior y la seguridad interior. Un desaseado arreglo político que dio pie a toda una serie de especulaciones. Una raya más al tigre de la torpe manera en que se conducen los destinos del país. Más ahora que el presidente ha depositado en el ejercito una serie de funciones más allá de sus funciones. Los militares no solo operan a la Guardia Nacional. Ahora construyen aeropuertos, hospitales y controlan las aduanas. De ese tamaño es la confianza que el presidente deposita en ellos.

Por ello es absurdo el que se consintiera desde un primer momento lo que significaba un agravio y un golpe a la médula de la institución de goza de más aprobación entre los mexicanos. Por eso no pasara de ahí. No tardaran en dar a conocer que en México no se le investiga como ya ha señalado el presidente y sanseacabó. La herida queda ahí…

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