Dictocracia
Pensaba nombrar este texto con la palabra «Dictadura». El problema es que las personas asocian el término con gobiernos militaristas emanados de golpes de estado. Sublevaciones que derrocan a gobiernos democráticamente electos. En la historia latinoamericana ejemplos hay como Argentina con el General Videla en el 76 y Pinochet en Chile en 1973. Victoriano Huerta hizo renunciar a Madero, Lascuráín tomó protesta y 45 minutos después dimitió para permitir el arribo «constitucional» del llamado Chacal que luego ordenó asesinar a Madero y Pino Suárez.
Las dictaduras, así como las conocimos ya no son lo iguales. La democracia ha permitido que movimientos populistas demagogos arriben al poder por la vía electoral. Ya enquistados en el gobierno hacen todo lo necesario para perpetuarse en él. Modifican la ley para reelegirse como sucedió en Venezuela y Bolivia, sometiendo a los poderes, controlando al ejército y manipulando gradualmente los procesos electorales desde del gobierno. La receta es mantener a toda costa el apoyo del «pueblo» utilizando la retórica contra el imperialismo o las oligarquías. Prometiendo la igualdad a partir de la destrucción de las clases medias empobreciendo más a las mayorías para someterlas.
La palabra dictocracia -no aceptada por la RAE- se entiende como un término acuñado para referirse a aquel régimen político de corte dictatorial y personalista que se presenta como una democracia. La dictocracia engloba dos dos formas de gobernar incompatibles entre sí, o sea, donde se dé la una, no puede existir la otra. Constituyen una «contradictio in terminis», que los griegos denominan «oxímoron» y que consiste en combinar dos palabras o expresiones de significado opuesto.
La dictocracia es una dictadura disfrazada de democracia. Es el caso de Putin en Rusia, Erdogan en Turquia, Victor Orban en Hungría y para allá va México. A mí no me queda duda. Solo falta saber si «el pueblo» le pide a López Obrador que se vuelva a reelegir, aunque ahora lo niegue, o si se vuelve al poder tras el trono de la cuarta transformación en una especie de maximato.
El cambio de régimen del que habla el presidente encierra el obscuro propósito del desmantelamiento institucional que hemos observado y que lejos de ser gradual se está dando de manera casi meteórica. Tiene prisa por destruir y someter cualquier tipo de contrapesos. Lo vimos con la CNDH, la SCJN, el TRIFE, el INE, la CRE y ahora van por el INEGI y el Banxico. Ya tienen la cámara de diputados.
El único valladar que queda es el senado de la república y los congresos locales para de ahí hacer cambios constitucionales que den paso a la dictocracia. Acomodan desde ahora y a su antojo, desde la cámara de diputados, el presupuesto para que el presidente disponga a su arbitrio de los ingresos públicos como el capataz de una finca. Dejan sin apoyo a estados y municipios. Asignaron 192 mil millones de pesos a los programas asistenciales y apoyos económicos directos con las tarjetas del Banco de Bienestar para manipular el voto de millones de pobres. Disponen de todo un ejército de empadronadores, los Siervos de la Nación, para inducir el voto. Controlan con sus superdelegados, en calidad de virreyes, a todas las delegaciones federales. 8 de ellos van ahora por gubernaturas. Más claro ni el agua.
Así que las elecciones venideras para renovar 15 gubernaturas, congresos locales, alcaldías y sobre todo las diputaciones federales, representan la única oportunidad para poner un freno a los abusos presidenciales. Es ahora o nunca. La oposición se organiza en un frente único que llevaría coaliciones y candidaturas comunes de manera estratégica donde divididos corren el riesgo de perder. De otro modo la democracia está en camino de convertirse en una simulación llamada dictocracia.
Oscar Wong
Expreso mis condolencias por el sensible fallecimiento del poeta chiapaneco Oscar Wong acaecido en la CDMX el día de ayer. Se mantuvo activo con sus textos, crónicas y reflexiones en los medios, además de las redes sociales, sin que sospechar que la muerte lo alcanzaría furtivamente. Descanse en paz nuestro Premio Chiapas 2015.