A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Hasta las narices

Al tiempo en que el propio presidente López Obrador diera a conocer que tenía Covid, trascendió el hecho de que se habría reunido con un grupo de 10 empresarios regiomontanos convocados por Alfonso Romo, los cuales ahora se encuentran bajo supervisión para descartar la posibilidad de que hayan sido contagiados. Un día antes se reunió con Clara Luz Flores, alcaldesa -ahora expriísta- del municipio de Escobedo, Nuevo León, quien fue electa candidata de Morena a la gubernatura del estado.

Por supuesto que la noticia se viralizó en cuestión de minutos y abrió un amplio debate sobre la salud del presidente. Líderes políticos, entre ellos, adversarios al presidente, como Felipe Calderón, le desearon pronta recuperación, mientras, a fuego cruzado, muchos debatían sobre las consecuencias de que el presidente, al igual que otros líderes mundiales como Donald Trump, Justin Trudeau o Jair Bolsonaro, se hubiera contagiado. Sobre todo, porque fue objeto de constantes señalamientos por no hacer uso constante del cubrebocas durante meses y aún en actos o reuniones públicas a riesgo de que pudiera contagiarse.

Le recordaron aquella célebre frase del Doctor López Gatell en sentido de que el presidente no se podría enfermarse ya se que su fuerza era «moral» y en todo caso sería «mejor» que se contagiara para adquirir inmunidad, hecho que no esta probado dado que ha habido casos de personas que han sido reincidentes. En su momento también se le cuestionó acerca de sí dada su insistencia en realizar giras pudiera además de adquirir el virus, contagiar a otros. Los siempre fieles y fanáticos seguidores se apresuraron a victimizarlo y señalar que era «ruin y mezquino» que hubiera quien le deseara consecuencias fatales y vaya que los hubo.

Es lamentable, sin duda, pero también consecuencia del clima de polarización que priva en el país. No solo se trata de la salud de un ser humano, sino de la del presidente y aunque goce ahora de la mejor atención médica, hemos observado en la realidad que el padecimiento puede transcurrir con síntomas menores y en el peor de los casos agravarse como ha sucedido sin distingo a personas que aún con todas las atenciones o el dinero del mundo no han podido sortear el calamitoso mal que ha cobrado millones de vidas a lo largo del planeta. Aunque el presidente practica el bateo, no es propiamente un deportista. También, con singular alegría, presume una dieta que pasa por toda clase de platillos mexicanos, no precisamente saludables y a los que López Gatell se ha referido como una causa de mayor incidencia de letalidad dada las comorbilidades asociadas al agravamiento por casos de Covid.

En medio de lo preocupante que pudiera ser la situación, pasó inadvertido que el presidente está metido de lleno en las elecciones dado que trascendió, habría solicitado todo el apoyo, político y económico, para su candidata a ese poderoso grupo de empresarios, los más ricos del país, que han sido factor para ganar elecciones en ese estado. Y eso que dijo que no se iba a meter. Que sería como Francisco I. Madero quien se mantuvo al margen de las elecciones, durante su breve mandato. Les pasaron literalmente la charola como parece se está haciendo costumbre en eso que llaman «aportaciones».

Es lo que viene. Más allá de las mañaneras, el presidente se convertirá en operador político crispando aún más el proceso electoral del país que se advierte como la madre de todas las batallas. Mejor haría si se comportara como un jefe de estado y estuviera al 100% concentrado en enfrentar las consecuencias del flagelo sanitario y económico por el que atraviesan millones de familiar en país. Se le desea sí, pronto restablecimiento, pero no por eso está inmune a la crítica por un comportamiento a todas luces antidemocrático…

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