El protestante
López Obrador ha vivido toda su vida protestando. En eso forjó su liderazgo aquellos días en Tabasco cuando encabezó un bloqueo a los pozos petroleros. En protesta por no obtener una candidatura del PRI se fue de ahí. Y así se la pasó protestando por los resultados electorales en casi todas las elecciones. Protestó sin cesar hasta que salió con la suya. Así llegó a la presidencia.
Protestó por el presunto fraude de Felipe Calderón en una cerrada elección y por su clara derrota ante Peña Nieto. Protesta contra el neoliberalismo y los conservadores a los que achaca todos los males del país. Protesta contra la corona española. Protesta contra la prensa crítica, contra el INE, contra el feminismo al que tilda de manipulado. Protesta sin cesar, su vida es un perpetuo lamento.
Toma de protesta
Y así llegó a su toma de protesta. Así fue que «protestó» cumplir y hacer cumplir la constitución y las leyes que de ella emanan, esas que tanto le incomodan y no se le acomodan. La protesta constitucional se entiende en un sentido literal como una pública manifestación, pero él por sus hechos, parece haberlo entendido en un sentido de reclamo.
Es proverbial su completo desapego a la ley. Pretende actual sin freno a sus deseos y por eso se ha dedicado a mandar al diablo a las instituciones. Es un monarca, un autócrata en toda la extensión de la palabra. Quiere que las leyes se ajusten a sus deseos y no él a ellas. No las comprende como el contrato social que permite la convivencia social y pacífica.
Estado de derecho
El estado de derecho se refiere al principio de gobernanza por el que todas las personas, instituciones y entidades, públicas y privadas, incluido el propio Estado, están sometidas a leyes que se promulgan públicamente y se hacen cumplir por igual y se aplican con independencia, además de ser compatibles con las normas y los principios internacionales de derechos humanos. Las instituciones políticas regidas por dicho principio garantizan en su ejercicio la primacía e igualdad ante la ley, así como la separación de poderes, la participación social en la adopción de decisiones, la legalidad, no arbitrariedad y la transparencia procesal y legal.
Rompiendo el hilo
En el clímax de sus arbitrariedades el presidente está llevando al estado y la nación mexicana a una situación extrema. El articulo 87 más allá del ritual complementa la frase señalando que si el presidente no cumple ni hace cumplir la constitución; la Nación se lo puede demandar, es decir los ciudadanos lo pueden hacer en pleno uso de sus derechos políticos.
La carta que ha dirigido al presidente de la Suprema Corte exigiendo investigar al juez Gómez Fierro por otorgar una suspensión y cesar los efectos de la ley en materia eléctrica, pudiera pasar como simple ironía, pero no es así. Le ha conferido toda formalidad y el presidente de la Corte le ha contestado dando tramite a su absurda pretensión.
En nuestro país solo se puede separar del cargo a un presidente por traición a la patria y por delitos graves, pero la violación al mandato constitucional supera por mucho el mayor de los delitos. Se trata de una grave trasgresión a la primacía de la ley. Solo que, a diferencia de otros regímenes constitucionales, no hay manera de sepáralo del cargo. En los Estados Unidos existe el impeachment o proceso de destitución. En España la moción de censura, que suprime el mandato del presidente del gobierno. En ambos casos opera la mayoría legislativa. En los EU no fue posible destituir a Trump, pero en España la suma de la oposición bastó para retirar el mandato a Mariano Rajoy que en estricto sentido no violó la constitución.
Lo que está en riesgo ahora es el régimen republicano porque el presidente quiere supeditar a los poderes y peor aún a la constitución a su antojo. En los hechos, si nos atenemos a su definición, se está pretendiendo instaurar una dictadura entendida como un régimen político en el que una sola persona gobierna con poder total, sin someterse a ningún tipo de limitaciones y con la facultad de promulgar y modificar leyes a su voluntad.