Comerciantes de la política
A decir por la efervescencia política, existe algo de confianza en que la democracia se vive en el estado. Si no, no habría tantos aspirantes a cargos de elección como se observa en algunos partidos. A diferencia del plano nacional en donde el presidente no deja de polarizar en sus consabidas mañaneras y referirse un día sí y otro también a sus adversarios, los conservadores, el gobernador del estado, Rutilio Escandón, se aprecia ocupado primordialmente en el tema de la pandemia con sus constantes llamados a mantener las medidas sanitarias.
No reproduce, ni por asomo, ese discurso en contra de partidos o liderazgos políticos y se mantiene bastante al margen de los procesos políticos internos en los partidos, comenzando por el suyo. A diferencia de otros gobernadores, no parece obstinado en meter su cuchara y deja correr libremente el proceso político.
El único traspié fueron las reformas electorales que echaron abajo los tribunales dejando en evidencia que quienes participaron en su elaboración cometieron pifias suficientes para hacerlas sucumbir. Replicando lo que hizo el ejecutivo federal, el gobernador Rutilio Escandón, anticipo las renuncias en su equipo de gobierno para quienes desearan participar. No se apreció un reacomodo masivo, pero sí de figuras que buscarán ahora cargos de elección popular. A diferencia del pasado, casi nadie parece contar con la acostumbrada bendición del ejecutivo como para asegurar que serán los ungidos para contender. Antes bastaba con asumirse palomeado por el palacio como para presuponer que la elección era una cuestión de mero trámite.
Coincido plenamente con lo afirmado por el presidente en el sentido de dejar atrás viejas prácticas como la entrega de despensas o dádivas lo cual representa a mi juicio un grosero lucro electoral que se aprovecha de la miseria de la gente. Desafortunadamente sigue siendo una práctica habitual en algunos partidos políticos o aspirantes que se asumen solidarios o caritativos y hasta lo presumen.
Es común antes de las campañas ver en nuestra capital brigadas médicas, asesoría legal gratuita y hasta cortes de pelo, así como diversos «apoyos» que nuestra gente recibe gustosamente inmersos como están en una pobreza lacerante. La pandemia ha sido el pretexto perfecto para eso. Los políticos encumbrados de siempre, enriquecidos al amparo del poder, con la misma clientela de siempre a la que nunca sacarán de la pobreza. Dice bien Don Pepe Mujica, el expresidente uruguayo, que «aquel candidato que regala cosas para que lo sigan, no es un líder. Es un comerciante de la política.»
Tampoco hay que chuparse el dedo y menos si tiene atole. El gobierno federal está haciendo de las suyas con los padrones de bienestar que los llamados Siervos de la Nación operan con absoluta opacidad y discrecionalidad. No se sabe y por ello se presupone, que esas brigadas de jóvenes que andan repartiendo el periódico «Regeneración» portando chalecos y gorras de Morena, son los mismos servidores públicos que ganan un generoso sueldo y pululan por todo el país. Quizás por eso Morena tiene más aspirantes a cargos de elección que una verdadera base militante.
Esa también es otra forma de fraude como afirmaba hace algunos años el ahora presidente. Lucrar con los programas sociales incidiendo a votar a favor del partido en el poder. Bajo está premisa, las autoridades electorales parecen en ocasiones rebasadas. O se hacen de la vista gorda o requieren de procedimientos de queja para manifestarse al respecto.
Yo si le tomo la palabra al presidente y al gobernador. Espero que se hagan efectivos los delitos electorales como graves y que no alcancen fianza aquellos que apuestan todo al dinero, la dádiva o a los programas sociales. La democracia se hará efectiva cuando de verdad mejoren las condiciones de vida de aquellos con los que siempre se lucra y prefieren mantener en la pobreza para ellos perpetuarse en el poder.