A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

El fin de la farsa Comunista en Cuba

Al momento de escribir estas líneas siguen las manifestaciones en Cuba. Un día después del 11-J en que los cubanos salieron a manifestarse por toda la isla. Les quitaron la energía eléctrica durante toda la noche y bloquearon el acceso a internet para evitar que el mundo sepa lo que está pasando en la isla. Al mismo iniciaron una razia para agredir y apresar a discreción a los supuestos incitadores de la revuelta que tiene bastante preocupada a la oligarquía militar que gobierna opresivamente Cuba.

Tras 62 años de retórica revolucionaria antiyanqui los cubanos llegaron al hartazgo que los hizo perder el miedo y salieron a las calles exigiendo libertad. Mandaron al carajo la consigna castrista de «patria o muerte» ahora por «patria y vida» y mire que se tardaron. Las condiciones de vida son miserables. Los han exprimido hasta decir basta.

Cientos de miles huyen del régimen fidelista desde hace décadas y han formado comunidades principalmente en Miami, Florida desde donde hoy claman nostálgicos por la libertad de su país. Por México pasan miles todos los años y este no ha sido la excepción con todo y la pandemia. He platicado con varios que van quedando varados en su tránsito a los Estados Unidos. Saben que allá les espera un futuro totalmente distinto y se toman el riesgo de huir de su país.

Por supuesto no falta, sobre todo en México, quien apoye todavía a la dictadura. Nuestra izquierda más facciosa se descara ahora que son gobierno mostrando solidaridad con un gobierno que no respeta en lo más absoluto los derechos humanos más universales. Defienden lo indefendible. En Cuba no hay libertad de expresión. Solo una versión de la realidad, como en la novela de Orwell, que pregona el gobierno desde la TV oficial y el Grandma, que es el medio de comunicación oficial y la agencia de noticias del gobierno. La disidencia se castiga con cárcel, hostigamiento y persecución.

Tampoco existe libertad de comercio, ni hay derecho a la propiedad privada. Los cubanos viven en las mismas casas de hace 60 años hoy derruyéndose con el paso del tiempo como fiel reflejo de un régimen caduco. Están presos en su país. No pueden entrar y salir con libertad como lo hacen en México los dirigentes de la izquierda que a la menor provocación se lanzan a disfrutar del shooping y las mieles del capitalismo gringo que tanto dicen odiar. Lo mismo pasa con la élite narco-militar en Venezuela. Ya hicieron de un lujoso barrio de Madrid, la «pequeña Venezuela», donde los juniors acaudalados de la dictadura se dan la gran vida y se han convertido en los grandes inversionistas de bienes inmobiliarios.

Los médicos de que tanto se ufanan como logro de la revolución, son mercancía de cambio que mandan a otros países en misiones de apoyo que alquila la élite del gobierno cubano, sin que los médicos reciban algún beneficio más que el privilegio de viajar y ver lo que nunca van a tener en su país. Viven en Cuba en condiciones terribles al igual que la mayoría del pueblo. Han hecho de la bicicleta un medio de transporte eficaz porque no les da para más.

El turismo sexual sigue siendo un atractivo de la isla. Decían que no iban a ser el prostíbulo gringo y ahora por necesidad incluso de huir del país, tanto hombre como mujeres, se ofrecen con quien les brinde oportunidad de cambiar su vida. No hay otra forma de escapar más que el matrimonio con un extranjero. La Habana y muchos poblados viven en una forma de reclusorio insular. No tienen opciones de empleo más que trabajar para el estado que controla los medios de producción de manera por demás ineficiente.

La escasez de alimentos los ha llevado a racionar cada vez más los alimentos a través de una «libreta de racionamiento» que no contiene ni lo más básico para sobrevivir. Dos kilos arroz, algo de frijol, un poco de aceite y párale de contar. Sobreviven con un salario promedio de 5 dólares al mes que es el equivalente a 100 pesos mexicanos al mes. ¡Así como lo oye! La carne es un lujo y no hay más que unos cuantos productos que administran sin dejar de pasar hambre.

Así como en México donde ya llevan tres años (y antes 18) culpando a Calderón y el neoliberalismo de su falta absoluta de resultados, el régimen castrista tiene su villano favorito azote de todos sus males y desgracias. «Quiten el bloqueo» gritan ahora y México y demás facinerosos en América Latina se suman al clamor culpando a los gringos de las desgracias de un modelo fallido mientras sostienen relaciones económicas comerciales con muchos países en el mundo. Es su coartada perfecta, pero ya se les cayó el teatrito.

No veo otra forma de las cosas cambien en Cuba más que su propio ejercito y mandos medios gubernamentales se nieguen a reprimir a su propio pueblo como sucedió en Bolivia. Es falsa toda premisa que supone algún tipo de intervención extranjera. Por eso estos días son cruciales. Que los cubanos protesten tiene un alto simbolismo, pero lo mismo pasa en Venezuela y Nicaragua y nadie hace nada para frenar la represión de sus gobiernos. El comunismo y el socialismo matan, sino por hambre, también a balazos.

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