Bloqueo a la libertad
La respuesta que la izquierda activó para descalificar la manifestación popular más grande en la historia de la Cuba revolucionaria fue la vieja coartada del bloqueo norteamericano. No dimensionar el hartazgo que se fue acumulando a lo largo de décadas por la falta de libertades y culpar al fantasma de imperialismo yanqui, es un error que acrecentará los deseos de libertad de pueblo cubano que le perdió el miedo a un régimen represor que intimida con todo el poder del estado cualquier intento de disidencia.
Lo dicho por Diaz-Canel, el heredero del legado castrista, sirvió de pretexto a los simpatizantes de la izquierda para desacreditar el descontento popular. Llamó gusanos y traidores a los miles de cubanos que salieron a las calles. Ordenó confrontarlos e inició redadas para reprimirlos, azotarlos y encarcelarlos. Artistas reconocidos que hace unos meses iniciaron el movimiento San Isidro y casi todos los integrantes del grupo que hizo la canción de «Patria y Vida» que ha inspirado la consigna cubana están presos.
Si algo desnuda de cuerpo entero a la izquierda pro comunista que abunda en países como México es la adhesión a un régimen autoritario y antidemocrático. Los cubanos quieren libertad, pero los revolucionarios que han involucionado a Cuba, le tienen miedo a esa libertad. Saben que torcer el brazo los pone contra la pared. Aceptar elecciones libres sería el firmar el acta de defunción de la dictadura. Nadie en su sano juicio respaldaría a un régimen que condenó a más de una generación a vivir en la miseria. Cuba no es Bolivia, ni Nicaragua, ni Perú, ni Argentina, donde volvieron a tropezar con la misma piedra y por la vía electoral. Sueñan con un redentor los saque del atraso, pero en Cuba no ha habido elecciones libres después de la revolución.
Y se supone que toda revolución, aunque se trate de un cambio violento y disruptivo tiene como propósito mejorar las condiciones de vida e instaurar una democracia. Esas fueron las razones a los que adujó Fidel y los jóvenes revolucionarios que lo acompañaron en una gesta que sirvió de inspiración a toda una generación incluyendo a los intelectuales. Derrocaron a Batista porque era un dictador para poner a otro que le heredó el poder a su hermano y ahora a un subalterno.62 años, toda una dictadura hereditaria. Lo mismo hace ahora Daniel Ortega que comparte la vicepresidencia con su esposa, como si fueran el Rey y la Reyna de una monarquía tropical. La república «democrática» de Corea del Norte, va en en la tercera sucesión. Corea y Cuba son países reclusorios donde sus habitantes viven presos.
Si uno echa un vistazo a los años 50s observará que Cuba era como Venezuela, uno de los países con más desarrollo en América Latina, aunque no lo crea. Con pobreza en sus zonas rurales, pero con una clase medía urbana pudiente equivalente a la del llamado desarrollo estabilizador mexicano. De esa Cuba floreciente solo quedan ruinas. Basta con recorrer La Habana para observar como el tiempo se detuvo y con ello el desarrollo. El paisaje es devastador.
Visité Cuba hace unos 30 años. Había leído varias biografías de Fidel y debo aceptar que le admiraba. Añoraba ver los «logros de la Revolución» y ver de cerca el coraje que sacaba adelante a esa nación a pesar de la adversidad. Lo que vi y viví me dejó aterrado y al compararlo con el México de aquella época ya había años luz de diferencia.
Es propio de los jóvenes asumirse libertarios, revolucionarios y además deseosos de una sociedad con menos desigualdades. Con acceso a la educación y la salud, movilidad social, pero no como si se tratara de un rebaño. Ahora Cuba es el país que ha alfabetizado al 99% de su población. Es uno de los países con más médicos, ocho por cada mil habitantes. Pero resulta que esos logros ya repuntaban antes de la revolución. Para 1960 había un 25% de analfabetismo, mientras que México tenía un 33% y otros países en América Latina aún mayor.
Ya había más médicos en Cuba que en el resto del continente. Solo que ahora son tantos que los alquilan en otros países del mundo, pero ellos no reciben ningún beneficio económico sino el gobierno. En Cuba se viven condiciones miserables. De nada sirve que no haya analfabetismo sino hay más que leer más que la doctrina revolucionaria. No hay libertad de expresión, no hay libertad de imprenta, no hay derecho a disentir y manifestarlo, no hay derecho de propiedad, ni libertad de comercio. Los cubanos no están mejor que cuando se supone estaban peor. Eso sintetiza la falacia del sueño revolucionario. La pobreza es consecuencia del bloqueo a las libertades políticas y económicas, no precisamente del embargo norteamericano…