A Estribor / Juan Carlos Cal y Mayor

Machocracia

Es inexplicable la indiferencia del mundo «civilizado» respecto de lo que está pasando ahora mismo en Afganistán en contra de las mujeres. Más allá de ser el refugio de Bin Laden por el que Estados Unidos desató una cacería y ocupó ese país después de los atentados del 11-S; es una nación que hoy padece la brutalidad de la reinstauración de un régimen retrógrado y machista. Un país por cuya ubicación geografía ha estado a merced de las grandes potencias que no le han permitido madurar instituciones que garanticen la coexistencia pacífica de distintas etnias y credos. Han sido una pieza del tablero donde la geopolítica juega a las vencidas, pero ellos ponen las víctimas.

Cualquiera pensaría que como sociedad conservan usos, costumbres y tradiciones y a buena parte de eso se debe presuntamente un arraigado machismo que subyuga inmisericordemente a las mujeres, pero no es así. No es un tema de cultura y menos de autodeterminación que deba ser tolerado por los países más desarrollados que han impulsado desde la posguerra la carta universal de los derechos humanos. El llamado «mundo libre» no puede dar la espalda a los delitos de lesa humanidad de lo cual son víctimas países gobernados por regimenes autocratas.

Un poco de historia

Afganistán declaró su independencia a principios del siglo XX y mantuvo un régimen monárquico hasta 1973, fecha en la que se estableció la República de Afganistán, hasta que, en 1978, una Revolución comunista estableció la República Democrática de Afganistán.  La intervención rusa en apoyo del gobierno comunista, dio inicio a la guerra de Afganistán (1978-1992) contra la guerrilla islámica, que recibió el apoyo de Estados Unidos y otras naciones occidentales y musulmanas.

Los soviéticos se retiraron en 1989, pero la guerra civil prosiguió hasta que, en 1996, los talibanes establecieron el Emirato Islámico de Afganistán basado en su interpretación de la Sharia o ley islámica que corresponda a una absurda interpretación del Corán. En pocas palabras, los EU financiaron y armaron a los talibanes que después se convirtieron en pesadilla. Lo mismo pasó con Sadam Hussein en Irak al que apoyaron para combatir al régimen Iraní.

Las mujeres fueron libres

Contrario a lo que se piensa hubo mejores tiempos para las mujeres en Afganistán. Ellas gozaban de los mismos derechos que los hombres a mediados los sesentas y principios de los setentas. En 1964, el último monarca, Zahir Shah, promulgó la primera Constitución del país que convirtió a su país en una democracia parlamentaria con elecciones libres y reconocimiento de los derechos civiles como la igualdad entre hombres y mujeres, dando a las mujeres, por primera vez en la historia del país, el derecho al voto, al trabajo y a la educación. Entre las medidas para modernizar el país, destaca la de acabar con la obligación de las mujeres a cubrirse totalmente en público mediante el uso de burkas.

En 1973 un golpe militar estableció un nuevo gobierno que inició un programa de reformas como la eliminación de la usura, el inició de una campaña de alfabetización, se eliminó el cultivo del opio, legalizó los sindicatos, estableció una ley de salario mínimo y rebajó entre un 20 y un 30 por ciento los precios de artículos de primera necesidad.  En cuanto a los derechos de la mujer, el régimen socialista otorgó permiso de no usar velo, abolió la dote Y promovió la integración de mujeres al trabajo y a la educación.  440 000 mujeres más trabajaban en educación y 80 000 participaban en la campaña de alfabetización, así como en la vida política.

La guerra fría y el régimen machista

El apoyo soviético convirtió a Afganistán en un escenario de la guerra fría. Los países occidentales apoyaron los movimientos de resistencia y una serie de disputas por el poder hicieron que tras la caída del gobierno en 1992 se creara el Estado Islámico de Afganistán.  Triunfó con apoyo de occidente un régimen fundamentalista y machista que comenzó por prohibir trabajar a las mujeres fuera del hogar. Se suspendió la educación femenina, se cerraron las escuelas mixtas puesto que hombres y mujeres no podían estudiar juntos. Se prohibió que las mujeres convivieran con otros hombres que no fueran sus familiares. Estaban obligadas a comportarse con «dignidad». Ninguna mujer afgana tenía el derecho de ser transportada en el mismo coche que los extranjeros. Debido a que se les prohibió a las mujeres trabajar, la educación para los niños colapsó, puesto que la mayoría de los docentes eran maestras.

Para los hombres era obligatorio llevar turbante, barba, pelo corto y evitar toda ropa de tipo occidental. En lo artístico-cultural, estaba prohibido para las mujeres practicar algún deporte; bailar, aplaudir, volar cometas, representar seres vivos, la fotografía y la pintura. Se prohibió la música y la interpretación visual de cualquier forma humana o animal. Se separó el transporte público en dos, uno exclusivo para el traslado de hombres y otro para mujeres. Aplicaron castigos que no figuran en el Corán, como la muerte al ser sepultados bajo un muro de ladrillos para los homosexuales.

El fracaso de estados unidos

Con la ocupación norteamericana todas esas medidas comenzaron a revertirse. La guerrilla de los talibanes no se rindió. Con la retirada de Estados Unidos se hicieron fácilmente del poder y hoy los afganos y principalmente las mujeres padecen de nuevo una grave crisis humanitaria. Fue un error de Joe Biden porque sus enemigos declarados retomaron el poder y la población quedó a merced de las venganzas que han derivado principalmente en crueles asesinatos y agravios contra las mujeres. El éxodo es apocalíptico y no se ve un futuro promisorio para un país desgarrado por sus intestinas guerras tribales. El mundo no debiera dar la espalda a la tragedia afgana en contra de las mujeres y tampoco al suplicio que hoy padecen muchos países sometidos a gobiernos tiránicos.

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