Vergonzoso
Lo trascendido en la discusión sobre el presupuesto en la recién estrenada legislatura federal, ha sido patético, impresentable y vergonzoso. Era predecible que Morena y sus aliados aprobaran el presupuesto sin cambiar ni una coma, así como le gusta al presidente. Los diputados de oposición, incluso una diputada de Morena, presentaron más de quinientas reservas para solicitar que se reconsideraran en lo particular algunos apartados en el paquete fiscal.
A pesar de tener la mayoría absoluta, no se podía obviar la discusión que es parte del proceso legislativo y así está regulado. Una a una fueron bateando las participaciones de los legisladores con la mayoría a mano alzada sin siquiera rebatir, analizar o contra argumentarlas de manera racional.
Lo que encendió la discusión fueron los señalamientos que convirtieron la larga sesión en una batalla campal. Las acusaciones, los ataques personales «Ad Hominem» y las majaderías corrieron al por mayor. Las distintas bancadas tomaron la tribuna acuerpando a sus compañeros y comenzaron los jaloneos y las agresiones físicas.
Palurdos
Como siempre, el palurdo «legislador» Noroña, se comportó agresivo, irrespetuoso, misógino y soez. Es un provocador nato, un porro de poca monta y sigue sin existir quien lo ponga en su lugar por más que pretenda adornarse diciendo que es un ávido lector porque eso no le quita lo ordinario. Brinca y patalea, pero ni el presidente Obrador le hace caso. Yo he compartido una legislatura hace algunos años con diputados del PT muchos de los cuales son maestros y no solo son personas a las que aún aprecio, sino que considero de lo más correcto en su comportamiento. Lo lamentable es que Noroña no es el único sino el más caricaturesco de los legisladores que han empañado esa que debería ser una noble tarea.
Resulta peor aún la incapacidad de quienes presiden las mesas directivas. No hay un ordenamiento que permita ejercer la disciplina y el decoro para evitar que los legisladores se comporten cual verduleras. Eso solo se observa en países con regímenes parlamentarios y democracias más avanzadas.
Democracias avanzadas
En el parlamento británico, que es históricamente bullanguero, han destacado los «Speakers», como John Bercow, que son quienes imponen el orden para evitar que las discusiones durante las sesiones se salgan de control. El Congreso de los diputados en España, es mi favorito. La forma en que se dirigen los diputados hacia sus contrapartes comienza siempre con la expresión «Su señoría». El presidente del gobierno acude con regularidad a las sesiones al igual que sus ministros donde son increpados en un cara a cara, muy distinto a los regímenes presidenciales. En el nuestro, resultaría impensable que el presidente debata como entre iguales. Los conservamos en pedestales como si fueran tlatoanis o monarcas.
En España existe la figura del «Ujier» que data desde la edad media y es quien acompaña y obliga a abandonar a un diputado el recinto legislativo cuando literalmente es expulsado por quien preside las sesiones y está facultado para hacerlo. No se permiten las indisciplinas, los lenguajes ofensivos, las interrupciones, vaya, ni siquiera que se levanten mientras participa otro orador. Hay solo tres llamados al orden y con eso basta para solicitarles que abandonen la sala.
Precariedad
Estamos a años luz de madurar y tener un congreso digno de la representación que ostentan. La tarea legislativa debiera ser desempeñada por personas profesionales y capaces de deliberar sin insultar a sus oponentes por el hecho de pensar distinto. Esa es la esencia de la pluralidad representativa.
Otra característica de estas democracias avanzadas, es el interés de la ciudadanía en seguir las sesiones para informarse de lo que acontece en su país. En México, salvo los trascendidos de los noticieros cuando se presentan este tipo de grotescos comportamientos, casi nadie sigue las sesiones que se trasmiten en vivo vía digital o televisiva. Quizás a eso se debe nuestra precariedad democrática, nuestra falta de civismo y nuestro subdesarrollo social, político y económico. O es acaso cuando uno se pregunta si, como decía Joseph de Maistre, las naciones tienen los gobiernos que se merecen…