Inflación
El presidente reconoció la semana pasada que la inflación durante su gobierno ha superado a la de dos gobiernos que lo precedieron. Adujo, no sin algo de razón, que la inflación es un fenómeno mundial a consecuencia de la pandemia. Es decir que es un factor externo que está afectando a México y al mundo. En el caso de México pensemos en los insumos para nuestra industria provenientes de los Estados Unidos. Aún más, en los productos de nuestra canasta básica como el maíz, el arroz o el frijol que hoy importamos en un 70% del país vecino a consecuencia del T-Mec. De igual manera, aumenta la demanda de los productos que cultivamos en México pero que vendemos en dólares con una paridad que nos favorece.
«La inflación es siempre y en todas partes un fenómeno monetario», afirmaba Milton Friedman. Tiene que ver con la oferta y demanda. A mayor cantidad de circulante de dinero sin una oferta de productos a la par creciente, la consecuencia es el aumento de los precios. Esa es una de las obligaciones más importantes del Banco de México y los bancos centrales en los países del orbe. Entre sus funciones está la función de imprimir billetes y monedas, controlar el dinero en circulación y mantener el poder adquisitivo de la moneda.
La docena trágica, crisis de los 70s
Con la inflación los precios de los productos suben y la moneda la más afectada al perder valor. El poder adquisitivo de la población se reduce y que las personas necesitan más dinero para enfrentar los gastos habituales. En los años 70s, los gobiernos de Echeverría y López Portillo aumentaron la deuda externa de manera exponencial para sostener el gasto público Ante la expectativa frustrada de los ingresos petroleros el gobierno gastó más de lo que debía. «Preparémonos para administrar la abundancia» decía López Portillo y al final de su gobierno nacionalizó la banca y acusó a quienes llamó sacadólares de traición a la patria. «Ya nos saquearon, no nos volverán a saquear» afirmó con lágrimas en los ojos y con un puñetazo en la palestra desde donde se dirigía al congreso en su último informe, espetó «defenderé al peso como perro». Todos aplaudieron sin saber que después sobrevendría la peor crisis económica del siglo XX en nuestro país.
Autonima del Banco de México
Para corregir el entuerto se otorgó autonomía al Banco de México en 1994 con el mandato prioritario de mantener el poder adquisitivo de la moneda nacional. Es decir, para que la emisión monetaria fuese regulada por expertos de tal manera que no se recurriera a «fabricar» más dinero del necesario para solventar el déficit fiscal del gobierno. Eso obligó a los gobiernos a mantener una disciplina fiscal, es decir a no gastar más allá de sus ingresos.
Más ingresos, pero más gastos
Lo curioso ahora es que, aunque la Secretaría de Hacienda ha informado que en los dos últimos años ha aumentado su recaudación, en el mismo periodo se ha disparado su déficit fiscal. La diferencia entre el ingreso y el gasto del sector público llegó a 472 mil 895 millones de pesos en 2021, el mayor déficit en los últimos seis años. Es decir que está gastando más de lo que recauda, aunque ahora recauda más. Visto así, no se puede aducir que la inflación es solo resultado de factores externos sino la consecuencia de estar una indisciplina fiscal utilizando quizás una mayor emisión de dinero para solventar sus gastos.
Aumento a las gasolinas
Sumemos a ello el aumento de 7.3% al IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios) que aplica a la venta de cigarros, licores, pero también las gasolinas. Resulta una manera sencilla para aumentar los ingresos del gobierno porque aplica en automático y por que la gasolina es un producto imprescindible que no podemos dejar de consumir de la noche a la mañana en nuestras actividades cotidianas. Eso lo pagamos todos incluidos los más pobres. El aumento de este insumo vital impacta proporcionalmente en los precios finales al consumidor. Es otro factor que provoca un efecto inflacionario directo.
Aumento del gasto
El compromiso del gobierno fue no aumentar impuestos, mantener la disciplina fiscal y no recurrir al endeudamiento, pero todo indica que eso no está sucediendo. A pesar de la austeridad se han disparado los costos previstos de inversión y al mismo tiempo se aumentó el gasto en programas sociales. En 2022 los distintos programas del bienestar llegarán al 65% por de los hogares mexicanos cuyo monto ascenderá a 445 mil 500 millones de pesos.
Duración de la pandemia
La duración de la pandemia es otro factor que puede disminuir las previsiones de crecimiento económico para este año que el gobierno estimó por arriba del 7%. Es lo que se conoce entre los expertos en finanzas como «el rebote del gato muerto». Es una expresión que ejemplifica como después de una recesión económica se produce un repunte. Se entiende por rebote del gato muerto (dead cat bounce, en inglés) al comportamiento en el que los mercados, tras una caída importante, experimentan una subida en un determinado momento de tiempo. Sin embargo, esta subida se hace de una forma poco sostenible y, por tanto, las caídas se suceden de nuevo.
Todo ello dependerá de que no haya nuevos rebrotes de la pandemia, situación que al día de hoy es imprevisible. De cualquier manera, si se logran reducir los efectos letales del Covid y sus variantes, habrá motivos para suponer que, aunque se trate de una falacia, habrá un «repunte» económico, aunque se trate en realidad de un fenómeno económico. Un espejismo que no alcanzará la tasa de crecimiento que se mantuvo durante el periodo de los vilipendiados gobiernos neoliberales.
Más caro el caldo
A como vamos nos estará saliendo más caro el caldo que las albóndigas. Es un círculo vicioso. De nada sirve el aumento al salario mínimo si la inflación va muy por delante disminuyendo drásticamente el poder adquisitivo. De nada sirve aumentar la recaudación si el gasto público es superior a los ingresos. Y de poco sirve el gasto público si no va destinado a impulsar las actividades productivas y la generación de empleos formales. Lo que parece que si funciona es el subsidio a la pobreza. Al menos en lo electoral podrá retribuir con votos el dinero invertido al igual que con otros gobiernos. El problema es que con ello estamos hipotecando el futuro.